Un año y medio después de su último desfile en la Semana de la Moda de París, Saint Laurent ha vuelto a mostrar sus tendencias para la primavera-verano 2022 en la pasarela parisina, a la que hizo subir sus tacones de vértigo, sus chaquetas afiladas y sus ajustadísimos monos de brillo.
La última ocasión que Saint Laurent desfiló en París fue en marzo de 2020, cuando la llegada de la pandemia del coronavirus a Francia era prácticamente un rumor y los invitados se burlaban de quienes recién aterrizados de Milán acudían a los eventos con mascarillas. Semanas después, el confinamiento era una realidad en media Europa y la Federación de Alta Costura y Moda, organizadora oficial de la pasarela, hacía saber que su calendario iba a sufrir ciertas alteraciones.
La más sonada fue Saint Laurent, quien decidió unilateralmente probar suerte marcando su propia agenda, lo que en estos años les ha llevado a desfilar por el desierto o en Venecia, entre otros escenarios, con retransmisiones digitales. Pero la marca ha querido regresar por la puerta grande y nada como hacerlo iluminada por la Torre Eiffel, que sirvió de telón de fondo a la pasarela, situada en una instalación efímera sobre la plaza de Trocadero. Por allí desfilaron sus estilismos, entre los que destacaron los monos de vinilo efecto segunda piel, con escotes asimétricos, espaldas descotadas y combinados con tacones de plataforma y exagerado tacón de aguja.
Las delgadísimas modelos se rigen por los cánones propios de la marca, que sigue apostando por una silueta sexy y con un aire desfasada, con tejidos ultrabrillantes, escotes pronunciadísimos y minifaldas de apenas un palmo.
Las chaquetas fueron la tendencia más aplaudida, con modelos de exageradas hombreras y silueta triangular, y llevadas en ocasiones como vestido. Para el día se llevaron también los monos vaqueros con pata de elefante mientras que el traje de chaqueta fue revisado en versión "una pieza", como un mono.
Otra de las introducciones deportivas del belga Anthony Vaccarello, al frente de la marca desde 2016 y amante de las minifaldas, los shorts ultracortos y los taconazos, fue la sudadera-vestido: ligeramente ancha en la parte de arriba y abiertas hasta el pecho con cremallera.
El negro ébano que coloreó la colección sólo fue interrumpido por algunas piezas en color buganvilla y con brillo, así como un mono con estampado de rosas inspirado en la iconografía española, que desfiló al tiempo que sonaba una versión del Se nos rompió el amor, de Bernarda y Fernanda de Utrera.
La canción, de 1985, ha seguido viajando con el paso de los años tras ser incluida por el director Pedro Almodóvar (72) en la banda sonora de sus películas, cuya estética podría estar entre la inspiración de Vaccarello para esta colección.
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