La historia que hay detrás de esta llamativa mascarilla es de lo más fascinante. El accesorio sanitario más importante del año 2021 tiene su versión más lujosa gracias a la joyería israelí Yvel. La pieza tiene un valor de 1'3 millones de euros que fue solicitada y pagada por un empresario chino que quería poseer la mascarilla más cara del mundo.
El fundador de la firma es el mismo diseñador de la mascarilla, Isaac Levy. Pero ¿por qué es tan cara? Porque está hecha de 250 gramos de oro puro de 18 quilates y está engastada con 3.608 diamantes blancos y negros naturales, con un peso total de aproximadamente 210 quilates. Su peso es 100 veces mayor que el de una mascarilla quirúrgica, pero protege igual o más. La máscara cuenta con una ranura para insertar un filtro N-99 desechable, que brinda protección absoluta contra Covid-19.
En la web oficial de la joyería narran al detalle la historia de su creación más importante: "La máscara fue encargada por un empresario de Los Ángeles. Como un entusiasta coleccionista de Arte, ha sido cliente de Yvel durante muchos años y realizó su pedido inicial como un acto para ayudar a apoyar a la industria israelí, así como a los 150 empleados de Yvel en Israel y Estados Unidos durante la pandemia. El pedido requirió un proceso de producción intensivo que resultó en una mascarilla que es una obra de arte única y, al mismo tiempo, cumple con las normas de seguridad. Este proyecto fue confiado a 25 de los mejores artesanos y engastadores de diamantes de la compañía, quienes fueron cuidadosamente seleccionados para llevar a cabo la extraordinaria tarea".
"Tenemos la suerte de contar con clientes muy leales que se hicieron amigos cercanos con el tiempo, que aprecian la creatividad, el compromiso y la dedicación de nuestros maestros artesanos. Cuando nos desafiaron por primera vez a crear una máscara de esta magnitud, nos entusiasmó la oportunidad y nuestro equipo se unió para crear algo verdaderamente único y especial, pero funcional. A diferencia de cualquier proyecto que hayamos hecho antes, este pedido involucró no solo hermosas joyas, sino también un elemento protector", explica Isaac Levy, propietario y cofundador de Yvel en su perfil oficial.
Cuando la pandemia mundial de la Covid azotó a todo el planeta, Levy decidió volar a EE. UU. para reunirse con clientes y amigos que invirtieran en su negocio realizando pedidos para poder mantener su centro de producción abierto y los empleados trabajando. Y es que el factor humano de la joyería y su trabajo de taller está compuesto por 150 personas, de los cuales el 90 por ciento son inmigrantes de 23 países diferentes.
Por este motivo, para el fundador era muy importante poder mantener a flote su empresa y dar de comer a todas las familias que dependían de ella. En el momento en el que más les urgía conseguir pedidos relevantes llegó la llamada del empresario chino afincado en Los Ángeles, quien les pidió la ya famosa mascarilla de oro y diamantes con la que consiguieron salvar su compañía y el trabajo de todos ellos.
El propio fundador quiso subrayar en una reciente entrevista la gran importancia de este proyecto del magnate oriental, pues es el que logra mantener la fábrica en marcha y pagar el salario a sus empleados. Y es que debido a la pandemia global, muchos de los artesanos quedaron desempleados por unos meses y el gobierno israelí tuvo que hacerse cargo del 50 por ciento de sus sueldos, pero cuando el estratosférico ingreso económico del empresario y dueño de la carísima mascarilla llegó a las arcas de la empresa, pudieron pagarse el resto de salarios. Algo que Isaac Levy, el diseñador de la brillante mascarilla, calificó como "un milagro".
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