Cómo nos gusta un cambio dramático, un giro inesperado en la historia donde ella (siempre ella) cambia de imagen y comienza a 1. ser más feliz, 2. tener más éxito profesional, 3. empezar una relación amorosa plena y basada en… la completa mentira que no somos.
Princesa por sorpresa (2001). Anne Hathaway interpretaba el papel de una niña de instituto, Mia Thermopolis, fea y empollona (porque las empollonas siempre son terriblemente feas, a saber por qué), que descubre que su linaje es de sangre azul. Su abuela, la reina de Genovia, aparece de repente en busca de una sucesora, pero tendrá que cambiar el comportamiento y semblante de Mia, además de su imagen de empollona fea.
Aquí el interesante cambio de la joven Mia Thermopolis, quien, para ser reina, necesita depilarse las cejas, alisarse el pelo, quitarse las gafas, refinar su comportamiento y hasta cambiar de amigas.
Miss agente especial (2000). Sandra Bullock es una buenorra que hace de buenorra en esta infame película de poli fea que se convierte en una sexy y despampanante agente del FBI. Las polis mujeres siempre son machorras y repulsivas físicamente hablando. Mastican chicle “como un tío”, beben “como un tío” y comen “como un tío”. Cuando la señorita Sandra Bullock debe hacer de infiltrada en un concurso de belleza…
¡Tarán! Su cambio de imagen, llevado a cabo por el gran Michael Caine, deja boquiabiertos a sus compañeros polis-masculinos, que comienzan a verla como posible polvo. Miss Nueva Jersey será la nueva entidad de la poli, antes machorra-mastica-chicles-con-la-boca-abierta. Ahora es una mujer sutil, elegante y purificada, que se depila las piernas.
Grease (1978). El musical cinematográfico más famoso de todos los tiempos -y cuyas canciones estamos hasta los ovarios de escuchar- será un clásico que no merme. ¿Y eso por qué? Porque lo tiene todo: romances, lios embarazosos ¡y cambios de imagen! La pobre Sandy, una mojigata enamorada del ‘tipo malo’ del instituto decide cambiar de personalidad y estilo para enamorarlo.
De niña bonita a niña sexy. Es en este momento en el que Sandy y Danny comienzan una seria relación basada en la complacencia del hombre. Porque estos son mis principios, si no te gustan, tengo otros.
Rumores y mentiras (2010). Una joven, cuya relación con sus padres es de diez, pero no logra hacerse un hueco entre las chicas populares del instituto, decide cambiar de imagen y fingir que lleva una vida promiscua y liberal.
El tiro le sale por la culata. “Tienes pinta de putón”, le dice su madre, a lo que su padre aclara: “Pero de putón caro”. Osea, que de virgen pringada pasa a putilla zorrón por tener una vida sexual plena (aunque esto sea ficticio). Vamos, que no nos gusta ninguna de las dos cosas ¿verdad? Equilibrio ante todo (y mientras tanto juzgando siempre la sexualidad de la mujer).
Mi gran boda griega (2002). La pobre Toula Portokalos tiene una vida miserable porque no encuentra el amor. Su padre siempre se lo repite: “te estás haciendo vieja para casarte”. Vaya, que está en su treintena y que se le pasa el arroz. Como Toula es muy familiar, está amargada porque siempre hace caso a lo que su padre le dice, hasta que un día decide cambiar de imagen. Desde entonces, es feliz.
Su cambio de imagen le ha dado: un trabajo y un novio, el mismo que no se fijó en ella cuando llevaba esas enormes gafas de culo de vaso dignas de los ochenta.