El 10 de diciembre de 1869, Wyoming, un territorio poco poblado en el ala oeste de Estados Unidos, tomó la delantera de los derechos de la mujer y le concedió el derecho de voto. Ese día, los 20 miembros de la legislatura territorial aprobaron una propuesta de ley revolucionaria: “Todas las mujeres que hayan cumplido los 21 años, residentes en el territorio, podrán votar”.
Para que el sufragio femenino fuera consagrado en la 19 enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, en 1920, tendrían que pasar 51 años. Medio siglo que hizo de Wyoming un territorio pionero, símbolo de la igualdad política para las mujeres. El responsable fue William Bright, presidente del consejo de la legislatura territorial de Wyoming, que llevó el proyecto de ley a aprobación de la cámara. “Sabía que era un tema nuevo, que estaba latente. Era justo y estaba determinado a utilizar mi influencia”, escribió en el periódico Denver Tribune.
Las razones por las que Wyoming desafió las leyes nacionales son aún controvertidas. Por un lado, muchos legisladores querían conseguir buena publicidad, para que más gente se quisiera asentar en esas tierras. La construcción del primer ferrocarril transcontinental de Estados Unidos -que conectaba Nebraska y Sacramento- había provocado un flujo migratorio de trabajadores que estaban abandonando el territorio, una vez acabada la obra. Esto, aliado a la escasez de la producción de oro de sus minas hacía que cada vez más gente se quisiera ir y poca deseara entrar. Un avance como esta ley podría ser el anzuelo para captar a más población.
Pero no una población cualquiera. Wyoming necesitaba mujeres. En esos momentos el desequilibrio era notable: por cada seis adultos del sexo masculino había solo uno del sexo opuesto. La tasa de natalidad era baja y los legisladores querían invertir la tendencia. Conceder el derecho de voto era una buena manera de atraer a más mujeres a su territorio.
Si pasamos el proyecto de ley y el gobernador lo veta, ganamos puntos. Ya sabéis, nos mostramos liberales y no perdemos nada
Había también una razón política. El gobernador de entonces, John Campbell, era republicano, mientras que la cámara territorial era demócrata. Lo más probable era que Campbell vetara el proyecto de ley y eso le hiciera perder puntos junto del electorado. William Bright sacó partido de esa idea para manipular los dos bandos.
La revista National Geographic rescata las declaraciones del gobernador John W. Hoyt, en 1882, para contar cómo Bright preparó el terreno. A los demócratas les dijo: "Tenemos un gobernador republicano y una cámara demócrata. Si pasamos el proyecto de ley y el gobernador lo veta, ganamos puntos. Ya sabéis, nos mostramos liberales y no perdemos nada". A los republicanos les dijo que deberían aprobar la ley si no querían perder popularidad entre su electorado. Nunca pensó que la apoyarían en número suficiente, pero ocurrió. Y el gobernador Campbell tuvo que aprobarla.
Cargos públicos
La ley no sólo concedía el derecho de voto a las mujeres, sino que les permitía presentarse a cargos políticos y ocupar las plazas de jurado en los juicios. “Sus derechos para ocupar cargos públicos serán los mismos de los electores masculinos”. En febrero de 1870, tres mujeres fueron nombradas jueces de paz en Wyoming, aunque sólo una, Esther Morris, llegó a ejercer efectivamente como juez. Juzgó más de 40 casos en el territorio y estaba considerada como buena profesional, aunque no volvió a ser elegida para el cargo.
Ninguna legislatura puede retirar el derecho de voto a sus propios votantes
En septiembre del mismo año, las mujeres de Wyoming pudieron ejercer su derecho de voto por primera vez. Casi mil mujeres cumplían las condiciones necesarias al ejercicio del sufragio y la mayoría hizo uso de su derecho. La elección resultó en la pérdida significativa de escaños para los demócratas, que quisieron retirar la ley. Pero, entonces sí, el gobernador Campbell vetó el intento. “Ninguna legislatura puede retirar el derecho de voto a sus propios votantes”, dijo en su momento.
Wyoming fue el impulso de una lucha a la que se fueron uniendo varios territorios, progresivamente, hasta que conquistó todo el país, en 1920, cuando la Constitución americana incluyó, definitivamente, el voto femenino. Cuatro años después, el estado volvía a posicionarse en la vanguardia de los derechos de las mujeres, al elegir a Nellie Tayloe Ross como gobernadora, la primera mujer en ocupar el cargo en el país.
En su primer discurso, Ross incidió en los recortes en los impuestos, la ayuda del gobierno para los agricultores pobres y las leyes de protección de los niños -defendiendo la prohibición del trabajo infantil-, las mujeres trabajadoras y los mineros. Pese a sus intenciones, logró pasar pocas medidas. Más volcada en el trabajo de oficina que en la campaña política, una vez terminado su mandato, en 1926, fue derrotada. Sus rivales mostraron todos sus argumentos machistas al asegurar que ella había sido apenas una figura decorativa y que un hombre haría mejor su trabajo. Poco importaba. Fue la primera. Estaba sentado el precedente.