Por increíble que parezca, el asesino de John Lennon nunca ha sido juzgado. Su caso nunca siguió los cauces habituales. La noche del 8 de diciembre de 1980, Mark David Chapman, de 25 años, disparaba cinco balas por la espalda al artista, de 40 años, mientras entraba por la puerta principal de su residencia neoyorquina, el Dakota. A su lado estaba Yoko Ono, su segunda esposa, de 47 años, con quien tenía un hijo, Sean, de 5. El conserje del edificio, Jay Hastings, se acercó a la pareja. El ex Beatle le susurró: "Me han disparado".
En la docuserie de tres capítulos Lennon: asesinato sin juicio, cuyo primer episodio se ha estrenado en Apple TV+ este miércoles 8 de diciembre, Hastings revela que "le salía sangre por la boca. Se desplomó al suelo. Le puse medio boca arriba, le quité las gafas y las puse sobre el escritorio" mientras Yoko gritaba desgarradoramente "traigan una ambulancia, traigan una ambulancia, traigan una ambulancia".
Este testimonio es uno de los varios que describen por primera vez en una entrevista, y frente a la cámara, lo que aconteció aquel fatídico día en el que moría un ídolo y nacía una leyenda.
La mañana de aquel 30 de diciembre, John y Yoko habían posado para la celebérrima fotógrafa Annie Leibovitz para la portada de Rolling Stone. Aquella imagen es mítica. La artista japonesa estaba estirada en el suelo vestida de negro y el británico aparecía desnudo, encorvado, abrazado a su esposa y dándole un beso en la mejilla. Poco después concedía su última entrevista a la locutora y productora Laurie Kaye, que trabajaba para RKO Radio.
La profesional también explica lo que aconteció aquel día a partir de las 2.30 de la tarde. Estaba emocionada porque no solo le adoraba, sino porque hacía cinco años que se había retirado del mundo del espectáculo para ejercer de amo de casa y, sobre todo, de padre. Disfrutó de Sean durante los primeros cinco años con una pasión inusitada, quizás, en compensación por el tiempo que no había podido estar con su otro vástago, Julian (1963), fruto de su primer matrimonio con Cynthia.
Rosaura López Lorenzo, la asistenta gallega de los Lennon de 1976 a 1980, describió en el libro En casa de John Lennon (2005) que el artista "era un gran padre, un gran amigo, y deseaba el bien para todos. También era muy casero, y salía a mucho a pasear con su hijo, era muy cariñoso con él. Se pasaba mucho tiempo en su habitación componiendo". Entre las anécdotas vividas contaba que en cierta ocasión ella tuvo que ayudar a John a desatascar el baño porque la marihuana había obstruido las tuberías.
La locura Laurie Kaye relata que John "estaba entusiasmado por su regreso a la música, se le notaba en los ojos", asegura Laurie. El matrimonio acababa de lanzar al mercado Double Fantasy. Cuando salieron del edificio a las 4.30 de la tarde, la periodista recuerda el gentío en la calle y, a tenor de su confesión, algo extraño ya se palpaba en el ambiente cuando "un tipo bastante irritante se me acercó y empezó a preguntarme si había hablado con él: "¿Le has pedido un autógrafo? ¿Hablaste con él? ¿Conseguiste su autógrafo? ¿Hablaste con él?" -le repetía insistentemente-. Pensamos que el tipo se iría, pero no fue así. John y Yoko subieron a la limusina y se marcharon. El tipo se me acercó otra vez: "Bueno, bueno, ¿qué te dijo? ¿qué te dijo?”. Ella se fue inmediatamente.
El portero del Dakota, Joe Many, también había notado algo raro. Es cierto que cada día se agolpaban decenas de fans en la calle 72 esquina con Central Park West, "pero aquel joven no revoloteaba con el resto ya que él estaba detrás, escuchando. Recuerdo que le pregunté qué estaba haciendo y me dijo que quería un autógrafo (Pensativo) Y luego me comentó que no le gustaba la música, que era una especie de coleccionista, creo que me dijo de mariposas o algo así… Extraño".
Tras la entrevista con Laurie Kaye, Yoko y John se dirigieron al estudio de grabación donde trabajaban en el single Walking On Thin Ice y, al volver a casa, sucedió la tragedia. Eran las 10.50 de la noche. En la calzada había un taxi conducido por Richard Peterson, que vio perfectamente cómo había ocurrido la escena al asegura que el cantante "estaba entrando al edificio y aquel hombre pronunció su nombre. Era un hombre fornido. Le miré a través de la ventana delantera de mi taxi, le estaba mirando y disparó (...) Pensé que estaban rodando una película, pero no vi luces ni cámaras ni nada, así que me di cuenta de lo que ocurría realmente". Desgarrador.
Lamentablemente falleció a las 11.15 de la noche en el Hospital Roosevelt. Al día siguiente, su viuda pidió un minuto de silencio a las decenas de miles de personas que se congregaron en Central Park para rendir tributo al intérprete de Imagine, tema coescrito por Yoko cuyo reconocimiento oficial no llegó hasta cuarenta y seis años después cuando el presidente de la National Music Publishers Association’s Centennial Song -Asociación Protectora de Editores de Música- le otorgó un premio en 2017.
Desde entonces, a excepción de un paseo por Central Park y de su asistencia a la marcha de las mujeres a principios de 2019 no se ha vuelto a ver en público a Yoko. Su estado de salud es muy delicado. Nadie ha desvelado qué enfermedad padece, pero lo cierto es que en esas atriciones públicas ya estaba en una silla de ruedas acompañada por varios asistentes y cuidadores. Llegó la pandemia y se refugió en la granja de 243 hectáreas que compró con su esposo en 1978 en Catskill (Franklin, Nueva York), volvió a su apartamento de 550 metros cuadrados ubicado en la séptima planta del Dakota y el pasado febrero el Daily Mail se hizo eco de que la ciudad del legendario cantante había abandonado definitivamente la ciudad que nunca duerme.
Por tanto, al igual que en los últimos años, no estará presente en la vigilia que se realiza cada 8 de diciembre en Strawberry Fields, una zona ajardinada de una hectárea en Central Park frente a donde vivió y su viuda esparció sus cenizas. Desde aquel momento, Mark David Chapman permanece en prisión. En cuanto fue detenido se declaró culpable. "Nos pidió perdón y dijo: ‘Vaya, siento haberos arruinado la noche", espetó al agente, quien le contestó: "Estás de broma. Acabas de arruinar toda tu vida".
Inmediatamente le recluyeron en el Bellevue Hospital donde la doctora Naomi Goldstein la evaluó. En el documental asegura que "podía ser desagradable, podía ser dulce. Era… Era difícil (…) Un rompecabezas". Su defensa intentó demostrar que no estaba en sus cabales, pero no hubo nada que hacer. El criminal ya había confesado por lo que no hubo ni juicio. En todo este tiempo se le ha negado en doce ocasiones la libertad condicional y en la actualidad cumple sentencia en el Centro Correccional de Green Haven en Nueva York.