El Playboy del Ala Oeste. Así era conocido Henry Kissinger en los círculos sociales norteamericanos. El apodo no era casual. La prensa local recuerda que el exsecretario de Estado de Estados Unidos, que falleció este pasado miércoles, 29 de noviembre, a los 100 años, era uno de los más deseados entre las mujeres.
Kissinger, incluso, se hizo muy amigo de Hugh Hefner, editor de Playboy. La relación le valió al político hacerse con una suscripción gratis a la revista. Fue un regalo del redactor jefe de la publicación para adultos tras enterarse que el diplomático se presentó en una fiesta con un sobre con información clasificada y les dijo a todos que era su copia de Playboy.
El soltero swinger de la administración de Nixon fue otro de los motes que consiguió el político de parte del New York Post. Así fue hasta que conoció a su segunda mujer, Nancy Maginnes (89), con quien contrajo matrimonio en 1974. Ella, asistente de Rockefeller, filántropa y socialité, fue su esposa hasta el fin de sus días.
[Cuando Kissinger fue un Playboy, lo que dicen los periódicos]
Antes de Maginnes, Kissinger estuvo casado con Ann Fleischer, entre 1949 y 1964. Fruto de su relación nacieron sus dos hijos, David y Elizabeth. El motivo de su divorcio nunca se hizo público.
Leonore Fleischer Reich, excuñada del diplomático, siempre defendió que Kissinger "nunca fue un Playboy", pero lo cierto es que a él nunca le incomodaron los apodos. Antes de casarse con su segunda esposa reconoció que le gustaba ser "el mayor swinger de Washington". En la década de los 70 el término swinger, recuerda ahora el Washington Post, hacía referencia a "una persona que tiene citas en serie". En España podría traducirse como un ligón. "Es un cumplido, un leve elogio", decía el diplomático cuando se referían a él con esta expresión.
Al margen de la política, la vida del legendario y controvertido diplomático transcurría entre comidas, cenas y veladas. Consciente de su figura, confesar que era un swinger no era tan fácil. Pero no admitirlo tampoco habría sido ético.
En 1979, Kissinger recordó a The Post que 10 años antes, durante un cóctel celebrado en casa de la actriz Barbara Howard, se le acercó una periodista preguntándole si realmente "era un libertino". El político, nacido en Alemania, respondió: "No puedo admitir que soy swinger sin meterme en problemas. No puedo admitir que no soy un swinger, así que ¿por qué no decimos que soy un swinger secreto?"
Tras esa declaración su figura se convirtió en un perfil de interés que trascendía la diplomacia. Saber con quien salía Kissinger comenzó a hacerse más notorio que sus discursos sobre política exterior. "Es mundano, divertido, sofisticado y arrogante con las mujeres", dijeron a WWD. "El único hombre interesante en la administración de Nixon", opinaron sobre él la icono del feminismo Gloria Steinem y una amiga.
Entre las mujeres que estuvieron a su alrededor destaca la actriz Jill St. John, conocida como la primera chica Bond. Fueron fotografiados juntos en la mansión de ella en Hollywood y aunque negaron que existiese una relación entre ambos, no pudieron evitar copar todos los titulares.
Del grupo de actrices también figura Marsha Metrinko. Ella misma comentó que salió con Kissinger "docenas de veces" en Nueva York, California y Washington. De Kissinger también llegó a hablar Candice Patricia Berge, productora de cine y televisión. Lo calificó como una persona "muy inteligente y muy encantador".
Para Henry Kissinger la fama de Playboy fue incluso positiva. Lo que para algunos podría ser un mote polémico, para el diplomático resultó más que beneficioso. Él mismo lo defendió en 1972, en una controvertida entrevista con la mítica periodista Oriana Fallaci, que hoy, 51 años después, vuelve a la actualidad tras el fallecimiento del político.
"La reputación de Playboy me fue útil y me será útil porque sirve para tranquilizar a la gente (...) Para mí las mujeres son una diversión, un hobby. Nadie dedica un tiempo excesivo a los hobbies", confesó Henry Kissinger a Fallaci cuando esta le preguntó si le molestaba que lo denominaran como "un despreocupado donjuán".