Desde hace poco más de un mes, el nombre de Jada Pinkett Smith (52 años) se repite con fuerza después de las reveladoras confesiones de la actriz en su libro: Worthy, el amor que siempre merecí. Aunque ya hace un tiempo que se publicó en Estados Unidos, a España no llegará hasta el próximo 29 de noviembre.
Se trata de una biografía impactante, una carta de amor a una misma, a la familia, a la vida y al mundo. En más de 300 páginas la actriz revela los capítulos más grises de su vida, a los que ha intentado plantar cara con la publicación de las memorias.
Si hace un mes saltaba la noticia de que ella y Will Smith (55) llevaban separados desde 2016, gracias precisamente a este libro, ahora nuevas revelaciones describen cómo fue su infancia rodeada de drogas y ausencias.
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Jada Pinkett nació de un romance adolescente que terminaría en boda. Sus padres eran Rob y Adrienne, dos jóvenes a los que un embarazo no previsto terminó dinamitando la relación. La actriz revela en su biografía cómo su madre sufrió durante un año y medio maltrato por parte del que era su marido: "En su temprana, pero creciente adicción al alcohol y a las drogas, podía llegar a un nivel de violencia que resultaba aterrador y confuso. Los malos tratos continuaron durante toda la relación, incluso cuando estaba embarazada y, aunque intentó evitar sus arrebatos, pronto le resultó imposible".
Pero pronto la relación terminaría y comenzaría una etapa en la que no contaba con su padre, más centrado en las drogas y el alcohol que en su hija, y una madre que también inició su andadura por las adicciones. "Aunque sus adicciones se presentasen de forma muy diferente, resulta interesante que ninguno de mis dos padres estuviese totalmente disponible. Cuando voy en busca de los orígenes de mi corazón roto, es esta sensación, la de no ser una prioridad para las dos personas que me dieron la vida, la que crea una fractura en mis sentimientos".
Finalmente, su padre decidió abandonarla: "Soy un drogadicto y un delincuente, así que no puedo ser tu padre". Ahí comenzaría una etapa en la que sin saber dónde estaba su padre y con la ausencia de su madre, serían sus abuelos maternos los que se preocuparían por ella. Aunque durante poco tiempo, pues su abuela moriría: "Se vio sumida en un dolor profundo que la empujó a una adicción a la heroína en toda regla. No tenía a nadie a quien rendir cuentas".
Al estar toda la vida rodeada de drogas, al llegar su etapa adolescente se convirtió en camello: "Recuerdo vagamente cómo empecé a vender droga, en la pista de patinaje comencé a establecer contactos con los tipos de nivel inferior". Durante años se dedicó al negocio para conseguir dinero para sus caprichos.
Uno de sus apoyos más leales durante este tiempo fue Tupac, asesinado en 1996, quien reconoce que se convirtió en su alma gemela y con quien compartió numerosas aventuras. Ambos tenían algo en común: la pérdida de familiares a causa de las drogas. "Éramos huérfanos de alguna manera", reconoce.
Todos estos problemas le derivaron en una depresión de la que consiguió salir, tal y como relata, gracias a la ayahuasca. "Me diagnosticaron que sufro de estrés postraumático agudo, trauma complejo y una personalidad que disocia". De hecho, Jada Pinkett confiesa que hubo una etapa en la que pensó en el suicidio, aunque finalmente encontró otra vía para salir del problema.