El pasado mes de julio se conocía el fallecimiento de Ivana Trump. La que fuera primera esposa del 45º presidente de Estados Unidos, Donald Trump (76 años), y madre de tres de sus hijos mayores, fue encontrada muerta en su casa de Nueva York, en la que residía desde hacía décadas.
Cuatro meses después de la pérdida, la fastuosa vivienda ha salido a la venta por 26,5 millones de dólares (25,5 millones de euros). Una elevada cantidad que se repartirá a partes iguales entre sus tres hijos, Donald Trump Jr., Eric Trump e Ivanka Trump. Se trata de una casa adosada con una impresionante fachada de piedra caliza, de 6 metros de ancho, y una entrada dorada que está ubicada en el corazón de la ciudad de los rascacielos, en pleno Manhattan.
Con más de 810 metros cuadrados, está dividida en cinco plantas y cuenta con 17 habitaciones. Su decoración es de estilo clásico, muy al gusto de Ivana, pues cuenta con muebles con estampados de leopardo, suelos de mármol rosa y adornos chapados en oro. "A mi madre le encantaba esta casa, la representaba totalmente", llegó a asegurar uno de sus hijos, Eric Trump, a The Journal.
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No todas las estancias estaban destinadas a ser dormitorios, ya que la casa cuenta con una biblioteca, una sala de ocio y una gran sala de estar, decorada en tonos rojos y esmeraldas, que Ivana definió como la habitación "en la que habría vivido Luis XVI su hubiera tenido dinero". Además, cuenta con un pequeño patio interior privado.
Todos los rincones están decorados hasta el milímetro, incluidos los pasillos. En uno de ellos, además, se puede encontrar un imponente piano de cola en color blanco. Si bien Trump nunca llegó a tocar, disfrutaba de que otros interpretaran temas clásicos en el instrumento.
Ivana Trump compró la vivienda en el año 1992, el mismo en el que se oficializó su divorcio con Donald Trump. En su biografía, Raising Trump, del año 2017, explicó que tuvo que hacer grandes obras en la vivienda después de haber estado vacía durante casi 12 años. Además, antes de que pasara a ser suya, había funcionado como un consultorio dental. Dos años después de comprarla, la 'Comisión de Preservación de Monumentos Históricos de Nueva York' agregó un dosel en la entrada de la vivienda para marcar su valor.
A lo largo de los 30 años siguientes, se dedicó a reformarla por completo, poniéndola totalmente a su gusto. Entre sus paredes no solo residió Ivana, también sus tres hijos, que pasaron parte de su adolescencia en esta casa que ahora busca un nuevo dueño.