La biografía de Melanie Griffith tiene poco que envidiarle al guión de la película más bizarra que haya protagonizado. Cuando tenía cuatro años, sus padres (la estrella de Los pájaros, Tippi Hedren, y el exactor infantil convertido en ejecutivo publicitario, Peter Griffith) decidieron tomar caminos separados.
Hedren, que se llevó a su hija a Los Ángeles, donde en 1964 se casaría con su agente Noel Marshall, hizo entonces sus pinitos como actriz. Su retoño, que a los nueve meses ya había debutado como modelo en un anuncio, apareció como extra en Sospechoso de asesinato y estuvo presente en el rodaje de The Harrad Experiment, donde se enamoró del actor coprotagonista, Don Johnson. Ella tenía apenas 14 años.
Él, a sus 22, contaba ya con dos divorcios a sus espaldas. Pero Hedren era una mujer liberal y, pese a la diferencia de edad entre ambos, permitió que su hija se fuera a vivir con aquel joven rebelde. Aunque no le gustaba ser modelo, Griffith siguió ejerciendo como tal para poder pagar las facturas.
Un día, fue a reunirse con el cineasta Arthur Penn para lo que ella creía que era un trabajo como modelo. En realidad, se trataba de una audición para su película La noche se mueve, donde la actriz, que al principio sentía pavor ante la posibilidad de ponerse delante de la cámara, acabó encarnando a una fugitiva ninfómana.
Una de las personas que la animó a aceptar ese papel fue precisamente Don Johnson, con quien Griffith se casó al cumplir la mayoría de edad. Aunque los actores se separaron apenas seis meses después de la boda, al cabo de un tiempo, la pareja volvió a retomar la relación.
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Pero la vida de juerga y adicciones de Don Johnson terminaría pasando factura a Griffith, que empezó a fumar cigarrillos a los 12 años (nunca ha dejado de hacerlo) y se convirtió en una persona dependiente de las drogas y el alcohol, algo que poco a poco llevó a los ejecutivos de los estudios de cine a dejar de contar con ella en sus películas.
Trabajando en una tv movie titulada Reclutas novatas, la actriz conoció a su segundo marido, Steven Bauer, quien la ayudó a superar sus adicciones, le dio a su hijo Alexander y la convenció para que tomara clases de interpretación con Stella Adler en Nueva York. El esfuerzo dio sus frutos, y el director Brian De Palma contrató a Griffith para interpretar a una actriz porno en su película Doble cuerpo, un divertido papel que le granjeó buenas críticas y la llevó a obtener una nominación al Globo de Oro.
Pero la de Nueva York alcanzó aún más popularidad encarnando a la secretaria de un corredor de bolsa en Armas de mujer, una película que le valió una nominación al Oscar a la mejor actriz en 1989. Aquel mismo año, volvió a casarse con Don Johnson. Como resultado de esa segunda boda, que mantuvo a los actores unidos durante siete años, nació su hija Dakota (32), conocida por protagonizar la saga Cincuenta sombras de Grey.
"Cuando era un chico joven en Hollywood, las drogas, el alcohol y las fiestas estaban por todas partes y fue duro escapar de ello", dijo Don Johnson, quien en un momento dado aceptó tratarse en una clínica de desintoxicación californiana. De hecho, la bebida fue una de las razones que acabó con su segundo matrimonio con Griffith (quien también terminó ingresándose en uno de esos centros). La otra fue el hecho de que Antonio Banderas (61) se cruzara en el camino de la actriz cuando ambos rodaban la comedia romántica Two much.
En un abrir y cerrar de ojos, Banderas y Griffith se enamoraron perdidamente, convirtiéndose en la pareja del momento. "La efervescencia era intoxicante", contó él sobre los comienzos de su relación. "Me atraía muchísimo todo ese mundo. Melanie es una especie de champán de burbujas, una estrella que sabe comportarse. Ella era muy divertida en un momento determinado en que jugamos y lo pasamos muy bien", añadió.
En mayo de 1996, los dos se casaron en separación de bienes en una ceremonia, celebrada en Londres, a la que solo acudieron doce invitados. "Fue sorprendente cómo salimos de la iglesia", comentó ella y apostilló: "Nos metimos en un taxi y nos escapamos de los paparazzi, entramos a escondidas en un hotel, salimos por la puerta de atrás y nos metimos en otro taxi. ¡Pero al ir a pagar vimos que no teníamos dinero! Fue como una comedia de errores, pero fue muy divertido".
Cuatro meses después de la boda, nació en Marbella la primera hija de la pareja, Stella del Carmen (25), que creció rodeada de fama y, en 2020, se estrenó como columnista en la revista Vanity Fair.
Desde los primeros años del nuevo milenio, Griffith se convirtió en un personaje bastante querido por la prensa patria gracias a su aparente cercanía, su gusto por las costumbres españolas y su esfuerzo por chapurrear nuestro idioma. Ahí quedan para la posteridad las imágenes de la actriz viendo desde un balcón las procesiones de Semana Santa de Málaga. O ese otro momento en la alfombra roja de los premios Goya donde le confesó a un reportero que quería trabajar en España. "Mi español es un poquito malo, pero… you know, es posible que una persona hable malo aquí, ¿no?", le aseguró.
Pero no todo fueron alegrías para Griffith, quien en varias ocasiones tuvo que pedir ayuda profesional para superar diversas adicciones. "Soy alcohólica y adicta y toda mi vida he luchado contra eso, y lo he hecho bien. Ahora estoy genial. Me siento libre, no bebo, no tomo pastillas. Es como haber salido de prisión", afirmó en 2010 a ¡HOLA! una mujer que salió adelante con el apoyo de su familia y que, durante años, tuvo que hacer frente a continuos rumores de separación.
Ya en 2014, el matrimonio anunció que se separaba de forma amistosa y, en diciembre de 2015, su relación terminó. "De forma meditada y consensuada, hemos decidido finalizar nuestros casi veinte años de matrimonio de una manera amorosa y amistosa, honrando y respetando a los demás, nuestra familia y amigos, y al tiempo precioso que hemos pasado juntos", afirmaron entonces los actores, que hoy día mantienen una relación cordial.
Con los años, Griffith se sometió a varias sesiones de láser para hacer desaparecer el tatuaje que en su día se hizo en el brazo (con un gran corazón que albergaba en su interior el nombre del actor malagueño). También se animó a hablar públicamente de los motivos que la llevaron a separarse. "Parte de la razón por la que mi matrimonio terminó es porque personalmente me quedé atrapada. No dejaré que eso vuelva a suceder, quiero disfrutar de la vida, quiero poder hacer lo que quiera", contó a Porter.
Incluso manifestó que sufre epilepsia desde hace años, y que su enfermedad había mejorado tras separarse de Banderas. "Me he estado medicando durante estos últimos cuatro años y no he vuelto a tener otra convulsión tan fuerte, pero en este periodo también me he divorciado, que creo que fue la verdadera cura para mí", sostuvo.
El actor malagueño, centrado hoy en su proyecto teatral, lleva unos años compartiendo su vida con Nicole Kimpel. En cambio, Griffith, que en el último lustro apenas ha pisado un set de rodaje, lleva una vida tranquila y en solitario en su casa en Los Ángeles.
"Soy tímida con los hombres ahora, muy reticente", ha confesado la actriz, quien mantiene un estrecho vínculo con sus tres hijos y su madre, colabora con varias organizaciones benéficas, y en 2017 se sometió a una intervención quirúrgica para combatir un cáncer de piel. Cuando en febrero de 2018, reapareció en la presentación del Baile de la Ópera de Viena luciendo una extraña nariz, los medios especularon sobre un posible retoque estético. A raíz de aquello, Griffith reconoció que se había sometido a un tratamiento para eliminar un carcinoma en esa zona.
Tampoco ha tenido problema en salir al paso de las críticas y burlas recibidas por sus evidentes operaciones de estética. Ha confesado públicamente su miedo a envejecer, y ha reconocido que durante un tiempo recibió varias inyecciones de bótox, aunque terminó arrepintiéndose de ello.
Además de haber suavizado sus facciones, Griffith, que ahora sopla sus 65 velas, suele dejarse ver sin maquillaje en sus redes sociales, se rebela a menudo contra la dictadura estética que asola a Hollywood y, cada vez que tiene ocasión, critica la escasez de papeles interesantes para las actrices maduras como ella. Son las armas de mujer de una mujer de armas tomar.
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