La cumbre de la OTAN ha revolucionado la capital española esta semana. Desde el domingo, 26 de junio, que Jill Biden (71 años) aterrizó en Madrid, su presencia ha acaparado todo los flashes y sus planes por la ciudad no han pasado desapercibidos. Colapsó la Milla de Oro cuando decidió salir de compras con sus nietas, así como en sus visitas gastronómicas a los restaurantes más reputados. El interés de la primera dama de Estados Unidos por nuestro país ha sido muy evidente, y por este motivo ha disfrutado al máximo de sus encuentros con Letizia (49) conociendo la riqueza más cultural de España. De hecho, se ha podido ver a la esposa de Joe Biden (79) muy cómplice con la Reina, preguntando por todo aquello que las rodeaba.
Las dos mujeres han mantenido interesantes conversaciones a lo largo de estos días recorriendo los rincones y edificios madrileños. Uno de los encuentros más intensos tuvo lugar este miércoles en los jardines del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso. Jill se mostró emocionada por conocer el lugar, el interior palaciego y la Real Fábrica de Cristales. Caminó al lado de la consorte de Felipe VI (54) durante toda la visita y charlaron amigablemente. Fueron precisamente esos diálogos los que propiciaron una de las anécdotas más llamativas de la jornada segoviana.
Jill Biden acudió a su cita con un bolso de mano muy peculiar. Era la primera vez que la primera dama se dejaba ver con este tipo de accesorio en su agenda española, y es que había prescindido de este complemento en sus reuniones con la Reina. De hecho, Letizia tampoco ha utilizado bolsos esta semana.
La estadounidense apareció bajo el sol de Segovia con un clutch de rafia blanco con un colgante de estilo pompón en diferentes tonos de rosa. Pese a que era una pieza fácil de manejar, el hecho de no tener asa, hacía que tuviera que cargarlo en las manos -que iba intercambiando- o bajo la axila para poder gesticular adecuadamente. Al principio de la jornada sostenía el bolso con la mano, agarrado desde una de las puntas; cansada de ese gesto, pasó a sujetarlo del centro, y ya en los pasillos del palacio se la vio cogiéndolo con ambos brazos pegados al pecho.
La necesidad de estar continuamente cambiando de lado el bolso hizo que no pudiera expresarse con comodidad ante la Reina y que tuviera que estar pendiente del accesorio, lo que le obstaculizó la tarea a la hora de mantener una conversación fluida y sosegada. También pareció molestarle en el momento de la fotografía ante la imponente Fuente de Los Baños de Diana. La propia Letizia, Begoña Gómez (47) y la gran mayoría de primeras damas que la acompañaban optaron por no llevar bolso, y sus manos desnudas contrastaban con el recurrente movimiento de Jill en la colocación de su cartera.
Por este motivo, tras comprobar la incomodidad que le suponía cargar con el bolso, la huésped de la Casa Blanca pidió a uno de los agentes de su equipo de seguridad que guardara su accesorio a buen recaudo. Así que tras la jornada en La Granja, y en su retorno a la capital madrileña, la primera dama apareció una hora después en el Museo Reina Sofía sin nada entre sus manos.
Esta anécdota de Jill hizo que su bolso fuera protagonista de innumerables instantáneas y lograra así llamar la atención de todo tipo de mujeres y expertas en moda. Hasta el punto de que solo unas horas después de lucirlo, se agotó de su tienda online.
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La pieza pertenece al catálogo de la firma Squeeze De Citron, una marca artesanal mexicana. El bolso de mano que ha cautivado a la mujer del 46º presidente de Estados Unidos se puede encontrar bajo el nombre de "Leche Lemon Drop Citron Bag" y cuesta 78 dólares, es decir, 74,71 euros.
Además, detrás de la producción de este artículo se esconde un objetivo muy especial que impulsa a la comunidad mexicana más desfavorecida a salir adelante. Y es que según se redacta en la web oficial de la firma este producto "brinda a los artesanos guatemaltecos un propósito de esperanza y una mejor calidad de vida. Construir un ingreso sostenible para continuar sus estudios y mantener a su familia". Se apunta que se tarda entre 5 y 10 horas en confeccionar un bolso de este tipo, que están fabricados con hilo de plástico cien por cien reciclado.
Como en este caso, la primera dama de Estados Unidos suele apostar a menudo por piezas creadas en territorio latinoamericano, pero en su visita a España ha lucido varios diseños patrios, como las alpargatas. Este tradicional calzado español no solo fue lo que compró en su tarde de shopping por el barrio de Salamanca, sino que también fue uno de los regalos que recibió por parte de la esposa de Pedro Sánchez (50). Ya de vuelta a la Casa Blanca, Jill ha agradecido a sus anfitrionas el trato que le han brindado durante su estancia en Madrid y por haberle mostrado "la belleza de España".