Cathy Guetta (49 años) se divorció del productor musical hace ya dos años. El rey de las pistas consiguió su corona gracias al trabajo encubierto de su ex mujer, que fue la artífice de las espectaculares puestas en escena del DJ que le llevaron a la fama mundial.
No obstante, el divorcio con David Guetta (48) no ha apagado su llama creativa y menos aún con el dineral que ha logrado sacarle a su ex pareja con la separación. Cathy ha desplumado al pincha discos pero - hay que admitirlo - por razones de peso. Y es que Guetta no gozaría de su gran nombre si no fuera por el apoyo y la marca propia que le creó su ex mujer.
La pareja estuvo unida durante más de 25 años y 22 de casados. Tuvieron dos hijos en común, Tim de 12 años de edad y Angie, de 9. Desde que se separó de David ha preferido mantenerse alejada de los negocios de la noche, pese a ser conocida como "la reina de las noches parisinas", y ha decidido centrarse en su otra pasión: el diseño de interiores.
Para mostrar al mundo, o al menos a 800 invitados, que no hay gremio que se le resista, inauguró su nueva profesión por todo lo alto con su creación debut para Villa Titanium, su gigantesco dulce hogar en Ibiza. Los bolsillos de cualquiera de nosotros ni siquiera podría pagar ni una silla de las que se encontraban en el fiestón de la celebridad francesa.
Casi un millar de invitados y mesas interminables llenas de delicatessen colocadas en un gran jardín en el que no faltaba detalle. Desde la iluminación hasta las estatuas vivientes vestidas de griegas y blanco ibicenco, todo esta meticulosamente medido para el disfrute de los asistentes. Como no podía ser de otra manera en una isla, no faltaron las alusiones al agua, como las fuentes de chocolate o el tritón en la piscina.
Si el derroche en comida, bebida y decoración era ya innumerable, si añadimos las performances en el interior de la casa de la mano de actores profesionales, el presupuesto sale de sus órbitas. Los rincones de la villa parecían creados para el disfrute de sus inquilinos y es que incluso el bar de la piscina nada tenía que envidiar al del mismísimo Pachá. Como fin de fiesta, su discoteca, Cathy Cat Club, fue la mejor manera de poner la guinda del pastel a una noche en la que nadie dudó del talento de la anfitriona y en la que tampoco les dio tiempo a echar de menos al DJ porque solo el ambiente ya satisfacía hasta a los invitados más exigentes.
Ella era el 'coco' de todo
Tanto el coco pensante como el coco que asusta por las noches. Cathy Guetta tiene la culpa de todo el éxito de su ex pareja, y es que si no fuera por su don para las relaciones públicas y por su infinita creatividad para los eventos, el sueño de David no hubiera llegado a conocerse mundialmente como lo ha hecho. La senegalesa desplumó en su divorcio al DJ porque ella poseía gran parte de los derechos musicales y de las marcas que se creaban en torno al artista, sobre todo, de la más rentable, F*** Me I'm Famous.
La atmósfera que creaba el disc jokey en sus actuaciones no existirían si no fuera porque el cerebro pensante de Cathy se encontraba detrás. Lo que a la gente le deslumbraba y le hacía ir a los shows de Guetta salía de la imaginación de su ex mujer y no únicamente de los platos sonoros de él. Cathy Lobé - su apellido de soltera - es una empresaria muy reconocida en Francia, pero que en el resto del planeta ha permanecido en la sombra de su ex pero con una labor imprescindible para crear triunfadores como hizo con el que fuera su marido. La varita mágica de David Guetta era Cathy, pero también su quebradero de cabeza tras el divorcio.
La separación de la pareja aparte de dejarle a él sin su amuleto de la suerte, le dejó sin mucho más. Ese mucho más se traduce en millones de euros derivados de su trabajo con Guetta y sobre todo de las marcas registradas a su nombre. Cathy es una mujer de negocios, que sabe que su buen instinto para ellos y su manejo de las RRPP le llevan a asegurarse el futuro en cualquier situación. Con o sin alguien con el que dormir, Cathy goza de un status y una vida envidiable. Merecida por su esfuerzo, pero también por saber jugar sus cartas.