El Palacio de Versalles, situado a una treintena de kilómetros de París, es uno de los lugares más míticos de Francia. Cada uno de sus rincones cuenta una historia y bien vale perderse entre sus detalles. De sus espacios destacan los apartamentos de María Antonieta, estancias históricas que se pueden visitar desde este pasado martes, 27 de junio.
Con motivo del 400 aniversario del Palacio de Versalles, se han abierto las puertas de estos apartamentos, a los que se accedía por la puerta escondida que a la esposa de Luis XVI le sirvió para huir en plena Revolución Francesa. Así, se les ha denominado como uno de los elementos "más secretos de la antigua residencia real".
"El resultado de varios años de trabajos de investigación y restauración es que ahora podemos redescubrir la coherencia y la riqueza de un espacio eminentemente femenino repartido en dos plantas del palacio", ha explicado el organismo que lo gestiona a través de un comunicado.
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Las habitaciones de la primera planta se restauraron por etapas entre 2003 y 2015, aunque no se pudieron visitar hasta el año pasado. Las salas del piso superior, por su parte, han estado cerradas desde 2016.
María Teresa, esposa de Luis XIV, fue la primera en vivir en allí, pero murió poco después de mudarse, en 1683. Años más tarde y tras una reorganización, sus espacios fueron modificados por Marie Leszczynska, mujer de Luis XV, en 1774. María Antonieta, reina consorte de Francia, se hizo con ellos cuatro años después de su llegada a Versalles.
La primera planta estuvo reservada al uso de las Reinas. Cuenta con una biblioteca, un gabinete llamado 'Méridienne' y otro denominado gabinete interior o dorado. El primero es una alcoba presidida por espejos de colores que posee una de las decoraciones "más preciosas del palacio" y evoca, de acuerdo con los investigadores, la felicidad de la pareja real por el nacimiento de su primer hijo.
El gabinete interior, por su parte, fue decorado en 1779 con sedas de flores, medallones y arabescos, pero éstas fueron sustituidas en 1784 por una nueva decoración de ebanistería esculpida, inspirada en la egiptomanía emergente en la época.
A través de unas pequeñas escaleras se accede a la segunda planta, en la que hay salas que María Antonieta destinó a su uso personal y al de sus ayudantes de cámara y sirvientes. En ese nivel hay dos habitaciones de la Reina -un comedor y un tocador-, una sala de billar que se convirtió en salón, tres habitaciones para las camareras y tres para los criados.
Según cuenta la página oficial del Palacio de Versalles, el dormitorio de la Reina es la estancia más importante, ya que era allí donde la Reina de turno pasaba la mayor parte de su tiempo. Por la noche dormía, a menudo con el Rey, y por la mañana recibía invitados. En esta misma estancia nacieron 19 Príncipes y Princesas tras partos 'públicos' que se llevaron a cabo ante la presencia de damas de honor y algunos miembros de la iglesia.
Su decoración refleja el gusto y la personalidad de las tres Reinas que pasaron por esta mítica estancia. Pero fue María Antonieta la última en reemplazar muebles y añadir nuevos elementos decorativos. Llaman la atención sus joyas, las telas que rodean a la cama y las paredes hechas con patrones originales. La opulencia de aquella época se mantiene intacta, a pesar de las restauraciones pertinentes.
María Antonieta también decidió hacer cambios en las habitaciones de los nobles, utilizada como segunda antecámara. La mujer de Luis XVI pidió que la sala se redecorara por completo, a excepción del techo. Entonces, se compraron muebles refinados y muy modernos para la época.
La antecámara de la mesa real es otra de las habitaciones que destaca de los apartamentos de María Antonieta. Una vez a la semana, la Reina cenaba allí con su marido. Para alegrar la velada, ella misma pidió instalar una tarima para músicos, quienes se encargaron de amenizar aquellos momentos gastronómicos.
La entrada de los apartamentos de María Antonieta estaba controlada por guardias, a su servicio las 24 horas del día. A ellos se les asignó una sala, actualmente denominada sala de la coronación y la única que se ha conservado intacta desde el siglo XVII.
Fue en esta estancia donde un grupo intentó entrar en los apartamentos de la Reina, en la madrugada del 6 de octubre de 1789. Una de las damas de honor fue advertida por uno de los guardias de María Antonieta y logró cerrar la puerta de la antecámara de la mesa real, ayudando a la Reina a pasar rápidamente a los aposentos del Rey a través de sus aposentos privados.