La reina Sofía (84 años) no ha tenido una vida fácil. Detrás de su imagen ejemplar y con sentido del deber se esconde una infancia marcada por el exilio y la formación severa, así como una lucha interna por ver a su hijo, Felipe VI (55), en el trono.
Así lo descubre Cuándo no eramos nadie, el primer episodio de Sofía y la vida Real, un documental dirigido por David Trueba que narra la historia de la Reina emérita y al que EL ESPAÑOL ha tenido acceso en primicia. En noviembre de 2021, este periódico ya informaba en exclusiva sobre la existencia de este proyecto que, finalmente, saldrá a la luz el próximo 23 de junio a través de HBO Max.
La Emérita nació en un momento turbulento. Sus primeros años de infancia estuvieron marcados por la guerra y la invasión de los italianos y alemanes a Grecia. Ella y su familia tuvieron que huir de su país, viviendo primero en Alejandría y más tarde, en Ciudad del Cabo. En Sudáfrica cambiaron de casa 21 veces, llegando a convivir hasta con ratas. Fueron años "durísimos", como ha relatado la propia Reina, que forjaron su personalidad.
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Sofía creció con una sensación de desarraigo que, según relatan los periodistas y expertos que forman parte del documental, influyeron en su rol de Reina consorte. Aunque volvió a Grecia tras el referéndum y el ascenso de su tío Jorge como soberano, a la Emérita la estabilidad le duró muy poco. La repentina muerte del Rey, quien no tenía descendencia, convirtió a sus padres en monarcas. Así, vivieron en el Palacio Real y después, en Tatoi, una casa de campo que se convirtió en el escenario de su adolescencia y juventud.
Los cambios no dejaron de ser una constante y en 1951 Sofía fue enviada a Alemania para estudiar en Schloss Salem, un estricto internado dirigido por su tío, al que acudían los hijos de los monarcas europeos para curtir, bajo una formación severa, el espíritu y la idea de servicio y sacrificio. Años más tarde, la Emérita se formó en la Escuela de Enfermería y Puericultura.
Mientras tanto, su madre, Federica, recorría el país y organizaba encuentros entre las casas reales que, precisamente, hicieron que su hija coincidiera con Juan Carlos I (85) por primera vez. Tuvo lugar en el Crucero de El Agamenón. Los Eméritos eran jóvenes, pero no se hicieron caso. A él le gustaban las italianas y ella prestaba atención a otros asuntos: la música, la espiritualidad, la charla...
La atracción y el amor surgió seis años después, cuando volvieron a encontrarse en York, Reino Unido, con motivo de la boda del duque de Kent. Coincidieron cerca de la iglesia y el protocolo jugó a su favor. El enamoramiento, revela Pilar Urbano, nació tras una invitación que le hizo Juan Carlos a Sofía cuando llegaron al hotel. El alojamiento tenía discoteca y el Emérito convidó a la Reina a disfrutar de un rato juntos.
Según la periodista, Juan Carlos le contó a Sofía su historia y ella se interesó por "esa doble vida y lucha interior" que arrastraba. "Le enamoró que sabía ser campechano y divertido, pero con una amargura dentro", relata Pilar Urbano. Tras una larga charla se levantaron a bailar, aunque parados, sin moverse de la baldosa, como si se tratara de "un abrazo mudo", recuerda la comunicadora.
Aquella cita dio comienzo a una historia de amor que propició encuentros familiares, una curiosa petición de mano y más tarde, el 'sí, quiero' en Atenas. Juan Carlos le pidió matrimonio a Sofía en casa de su abuela paterna, Victoria Eugenia de Battenberg, en Lausana (Suiza). El procedimiento fue el siguiente, tal y como relata Jaime Peñafiel: el Emérito sacó la caja con el anillo, le dijo 'Sofi', y se lo tiró de un extremo a otro. Ella lo aceptó y tiempo después se produjo "la última gran boda de la realeza antigua".
Aunque parecía que aquella inestabilidad de la infancia comenzaba a mermar, lo cierto es que no fue así. Tras la boda y antes de la luna de miel, los Eméritos viajaron a Madrid y Sofía conoció a Francisco Franco. Después comenzaron a vivir en Estoril, donde se había exiliado la familia de Juan Carlos.
La etapa en Portugal, sin embargo, fue breve. Franco les ofreció La Zarzuela como residencia y los Eméritos volaron de nuevo a Madrid. Cuando no éramos nadie, recuerda la reina Sofía esta época, en palabras de los periodistas y expertos que relatan su vida en el documental. Todo cambió con el ascenso de Juan Carlos al trono, pero desde 1968, con el nacimiento de Felipe VI, la Reina ya tomaba consciencia de formar una Familia Real con continuidad dinástica.