Nos espera una semana llena de galas y tiaras. Con la coronación de Carlos III de Inglaterra (74 años) en la agenda de los próximos días, la cena que está teniendo lugar ahora mismo en el Palacio Real de Madrid nos sirve para ir abriendo boca. Porque ¿a quién no le gusta este tipo de eventos en los que todo el mundo se viste de noche y las joyas brillan por todo lo alto? Desde luego, a nosotros nos encantan y es una pena las pocas que celebramos en España.
La razón de este evento es la visita de Estado que está realizando a nuestro país el presidente de Colombia, Gustavo Petro (63) y su esposa, Verónica Alcocer (46). Si esta mañana del miércoles 3 de mayo se les ha recibido con todos los honores en el patio de Armas, esta noche se celebra una cena en su honor. La etiqueta es clara para este caso: toda la carne al asador. Letizia (50) no lo ha dudado apostando por un estreno en rojo, ese color que tantas alegrías le ha dado y con el que se siente segura y triunfal.
En esta ocasión no ha querido destacar con un rojo muy vivo o fresa, prefiriendo tirar hacia la elegancia del carmesí, ese tono que siempre queda bien ya sea en los labios o estampando un diseño.
[Letizia comienza su intensa semana con un vestido low cost y unos pendientes con guiño a Colombia]
Pero esta noche queremos empezar con las joyas, porque son contadas las ocasiones con las que podemos disfrutar de ellas, sobre todo de las tiaras de la Corona española, esas que solo salen del joyero de la Reina cuando la ocasión la merece y hoy es una de ellas.
Primero tenemos que hablar de cómo se la ha colocado. Tal vez pensando en darle un toque más moderno y queriendo quitarle la pátina de corona, Letizia ha decidido lucir la tiara Floral, una de las más impresionantes de la colección real, en forma de diadema, no como el uso que tradicionalmente se le ha dado. Al dejarse el pelo suelto, nada de recogidos, el uso de esta increíble joya se hace de una forma muy distinta y chocante a como estamos acostumbrados. Y es que no ha elegido una pieza cualquiera para probar cosas nuevas.
Se trata de una de las joyas con más historia de todas las que componen el joyero real. El origen de esta tiara se remonta a finales del siglo XIX. El rey Alfonso XII de España, bisabuelo de Juan Carlos (85), la compró para su esposa María Cristina de Austria. La pieza perteneció a la familia durante más de medio siglo, pero cuando se exiliaron, fue vendida y su rastro desapareció. Años más tarde, capricho del destino, el ex caudillo Francisco Franco la adquirió como regalo de bodas para el rey Juan Carlos y la reina Sofía (84), volviendo así a pertenecer a las joyas de la Corona española.
Se trata de una tiara que pertenece a la emérita Sofía, no es de las llamadas 'joyas de pasar', pero lo cierto es que desde que Letizia llegó al trono no la hemos vuelto a ver. Fue la corona que llevó la infanta Cristina (57) el día de su boda con Iñaki Urdangarin (55) y ahora la esposa de Felipe VI (55) le ha dado un uso nuevo, el de diadema.
Ahora toca decidir si nos gusta o no este nuevo estilo de lucir la tiara. Muchos dirán que se pierde uno de los pocos símbolos que hacen que la Reina siga pareciendo regia, mientras que otros dirán que es darle un poco más de modernidad a todo este tema de la monarquía. Lo que está claro es que ella siempre da que hablar.
Aunque normalmente aprovecha estos eventos para lucir pendientes del mismo nivel que la tiara, sin embargo, esta noche, al llevarla de esa manera, tenía que elegir algo discreto, ya que la diadema va muy atrás e iba a chocar con los pendientes. Así que ha elegido unos sencillos pendientes de platino y diamantes. Como remate, sujetando la banda con la condecoración, ha lucido un broche de diamantes en forma de lazo que es de María Cristina de Austria. Alonso XIII lo heredó y se lo legó a su hijo don Juan. La Reina Sofía lo llevó el día de la boda de su hijo con Letizia Ortiz, sujetando la mantilla.
Y ahora sí, nos centramos en este maravilloso estreno que ha quedado completamente eclipsado por la nueva manera de lucir la tiara de la Reina. Letizia ha estrenado un vestido en color rojo carmesí, realizado en seda salvaje que puede parecer dos piezas pero que se trata de una sola. El efecto se consigue gracias al volante o peplum que lleva en la zona de la cadera, dándole un poco de volumen y destacando las curvas de la esposa de Felipe VI. El diseño, cuya etiqueta se desconoce y tiene pinta de que va a ser la misteriosa modista o modisto de Zarzuela, se remata con unos volantes en la zona de las hombros, para no dejarlo sin mangas, ya que sería demasiado osado para una cena de gala en el Palacio Real.
La falda del traje tiene una ligera cola, estilo sirena que le daba el toque de princesa a un look como este.
Aunque no se veían mucho debido a la largura del vestido, la Reina ha calzado unas sandalias a juego en tono con el traje y con una plataforma para hacerlas un poco más cómodas. Esta idea no está mal pensada teniendo en cuenta que le esperan muchos días, entre la cena de despedida de mañana del mandatario colombiano y la coronación de Carlos III, de mucho tacón. Esperemos que su pie izquierdo no se resienta.