Que el rey Carlos III (74 años) cuenta con una suculenta fortuna personal es algo que ya se intuía. Lo que sus seguidores desconocían hasta ahora es que el monarca ha heredado de su madre, Isabel II, una serie de bienes que hacen que su capital personal ascienda hasta los casi 2.000 millones de libras -cerca de 2.060 millones de euros-.
Al menos, eso revela una investigación que coloca entre los muchos bienes del Rey un puñado de campos, bastantes joyas con incrustaciones de diamantes, cuadros de artistas bastante conocidos, coches Rolls Royce y caballos de carreras, entre otros bienes.
Probablemente, el activo financiero más valioso de la familia Windsor sea su inmunidad tributaria frente al impuesto de Sucesiones. Esto habría posibilitado que Carlos III pueda recibir la riqueza de su madre libre de cualquier contribución al erario público.
Sobre este y otros datos arrojados por la mencionada investigación, realizada por The Guardian, el portavoz del monarca se ha limitado a asegurar públicamente que, aunque no hacen "comentarios sobre finanzas privadas", las cifras que maneja el periódico británico "son una mezcla muy creativa de especulación, suposición e inexactitud". Eso sí, tampoco han querido ofrecer cifras alternativas.
Según el estudio realizado por 12 expertos, el valor real de la fortuna de Carlos III "es imposible de conocer". A continuación, EL ESPAÑOL hace un repaso por los cuatro puntos clave de la impresionante fortuna privada del actual jefe del Estado británico.
1. Los coches
La dificultad a la hora de separar la riqueza pública del monarca de la privada queda ilustrada por la flota de Rolls-Royce, Bentleys y Jaguards de los Windsor. En total, el periódico británico identificó 23 vehículos en las caballerizas reales del palacio de Buckingham y en la finca de Sandringham, en Norfolk. Algunos coches reales son de propiedad privada o han sido prestados a la familia Windsor por los fabricantes. Otros pertenecen al soberano "en el derecho de la corona", lo que significa que no son de propiedad privada, sino que son del monarca en nombre de la nación.
Por si no hubiera suficiente lío con eso, los vehículos denominados como "coches de Estado" se utilizan a veces de forma privada, como aquella vez en que la princesa Eugenia de York (33), que no tiene tareas de representación pública, llegó a la iglesia donde se celebraba su boda en un Rolls Royce Phantom VI de 1977 valorado en más de un millón de libras.
La Casa Real británica se niega a aclarar qué coches posee Carlos "en el derecho de la Corona" y cuáles no. Pese a ello, el cálculo final sugiere que los vehículos privados del monarca sumarían un valor de 6,3 millones de libras.
2. Fincas y palacios
Tampoco le faltan al rey Carlos palacios, castillos y residencias, aunque la mayoría no sean técnicamente suyos. El palacio de Buckingham y el de Kensington, por ejemplo, son propiedad del soberano "en el derecho de la corona". Sin embargo, Carlos ha heredado de su madre dos fincas rurales que figuran entre sus bienes más valiosos. La primera es el castillo de Balmoral, una fortaleza que el príncipe Alberto regaló en su día a la reina Victoria y que luego ha servido de refugio a la familia Windsor (allí murió la reina el pasado mes de septiembre).
Además, la finca en la que se encuentra el citado castillo (que con la ayuda de un experto ha sido valorada en 80 millones de libras) tiene un área de casi 22.000 hectáreas de terreno, e incluye terrenos dedicados al aprovechamiento forestal y a la agricultura, además de albergar animales como ciervos rojos o urogallos.
Todavía aún más valiosa es la extensa finca de Sandringham, situada a unas tres horas al noreste de Londres y adquirida por la reina Victoria en 1862. La finca cuenta con cientos de propiedades en alquiler, locales comerciales y 6.400 hectáreas de tierras de cultivo. En total, The Guardian calcula que su valor alcanzaría los 250 millones de libras (así pues, el total de propiedades escocesas e inglesas supera los 330 millones de libras).
Lo mejor es que, en ambos casos, su heredero está exento del impuesto de Sucesiones (que en el Reino Unido asciende al 40% para propiedades por encima de 325.000 libras), gracias al acuerdo preferencial que su madre alcanzó en 1993 con el gobierno conservador del entonces primer ministro, John Major (80), lo que le ha granjeado muchas críticas en su país.
3. Caballos y joyas
Entre los muchos bienes que Isabel II dejó a su hijo mayor estaban sus caballos. La difunta reina, apasionada de los caballos desde niña, heredó las cuadras reales de su padre, Jorge VI, y llegó a acumular alrededor de 70 purasangres de carreras (cuyo valor total estimado sería de al menos 27 millones de libras esterlinas). Aunque Carlos III no ha heredado esa afición, y en los últimos meses se ha dedicado a vender en subastas algunos de esos caballos (lo que le habría reportado al menos 2,3 millones de libras).
Asimismo, el monarca posee una colección filatélica valorada en 100 millones de libras y piezas de arte, entre las que se incluyen obras de Salvador Dalí y Marc Chagall, valoradas en 24 millones de libras. Tampoco se queda atrás el particular 'joyero' de los Windsor. La reina María, abuela de Isabel II, era una loca de las joyas y adquirió la mayor parte de las que ahora constituyen la colección privada de la familia real británica.
Varias de las piezas más conocidas fueron valoradas en 1989 por el experto en joyería Laurence Krashes para un libro del periodista Andrew Morton (70). Aunque esa valoración no tiene en cuenta el margen de beneficio que podría otorgar su venta en subastas, por el mero hecho de tratarse de joyas de la familia real. Según Morton, la prima multiplicaría por diez su valor intrínseco. Para The Guardian, las 54 joyas de propiedad privada tendrían hoy un valor de 533 millones de libras.
4. Acciones e inversiones
Aunque el aspecto más secreto de la riqueza de los Windsor es el relacionado con sus acciones e inversiones, lo que de alguna forma impide valorar con certeza sus activos. Durante décadas, las inversiones reales fueron ocultadas por una empresa ficticia que por lo visto se creó para proteger la "vergonzosa" riqueza privada de la reina del escrutinio público. Pero sí se pueden extraer algunas conclusiones sobre el tamaño de sus participaciones.
Allá por 1993, los periodistas del Times revisaron los registros de acciones de las empresas que forman parte del FTSE 100, índice de referencia británico, y aseguraron que se creía que alrededor de 43 millones de libras esterlinas estaban en manos del monarca. Si esos fondos permanecieran invertidos en empresas del FTSE 100, las mismas inversiones valdrían hoy la friolera de 118 millones de libras esterlinas.
El monarca también recibe anualmente decenas de millones de libras en "ingresos privados" procedentes de propiedades hereditarias. Quitándole los 17 millones de libras que Carlos tuvo que pagar por divorciarse de Diana de Gales, The Guardian calcula que la riqueza total de la familia en acciones sería hoy de 142 millones de libras esterlinas.
Más allá de la riqueza personal de Carlos III, gran parte de las propiedades que utiliza la Familia Real británica se engloban en la Crown Estate, empresa que vela por el patrimonio de la Corona británica, cuyas propiedades suman en su conjunto unos 15.000 millones de libras.