Han tenido que pasar tres semanas para volver a ver a la infanta Cristina (56 años). Tras las fotografías de Iñaki Urdangarin (54) de la mano de una mujer que no era ella y el posterior comunicado en el que anunciaba el cese de su matrimonio con el exjugador de balonmano, la hija de Juan Carlos I (84) se ha convertido en una de las personas más buscadas.
Así ha sido hasta este miércoles 9 de febrero en el que por fin ha reaparecido en unas imágenes que han dado mucho de qué hablar. No solo porque en ellas aparece sola y cabizbaja, también porque se puede ver que sigue llevando un complemento que todavía la une al padre de sus hijos: su alianza de casada.
Este detalle ha llamado poderosamente la atención, pues este anillo, que se puso por primera vez el 4 de octubre de 1997, el día de su boda, parece indicar que de alguna manera sigue unida a Urdangarin. Algo muy sorprendente teniendo en cuenta que el 24 de enero anunciaron "de común acuerdo, interrumpir su relación matrimonial".
Pese a todo, estas últimas instantáneas demuestran que esta sortija es, sin duda, una de las más significativas de su joyero. No en vano, con el paso de los años la Infanta ha llegado a convertirla en una pieza clave. Pues si bien ahora sigue decorando su dedo, como muestra la portada de la revista ¡HOLA!, en el pasado la ha utilizado a conveniencia, llegando a quitársela en varios momentos clave de su vida.
Una joya que ha lucido en función de lo que quería transmitir en cada momento vital de su vida. Estos mensajes 'ocultos' a través de su alianza comenzaron a finales de 2011 cuando Iñaki fue imputado en el caso Nóos. La Infanta comenzó a recibir presiones por parte de su familia, especialmente de su padre, Juan Carlos, para que se distanciara de su marido.
Si bien optó por seguir a su lado, sí que decidió no ponerse su anillo de casada en las reuniones familiares para no recordar a todos ellos el crítico momento que estaba viviendo la Corona. Una pequeña concesión que llevó a cabo durante los siguientes años.
Así fue, por ejemplo, durante la reunión que presidió en julio de 2012 con los miembros del patronato del Instituto Guttman, pero también durante la misa en recuerdo de su abuelo, Juan de Borbón, que se celebró con motivo del centenario de su nacimiento unos meses más tarde, en junio de 2013.
En ninguno de esos momentos llevaba su anillo puesto, demostrando a su familia que pese a la distancia -junto a Iñaki fue alejada de la Institución para evitar mayores escándalos-, quería seguir formando parte del círculo, aunque eso significase dejar a un lado, por unas horas, lo que simbolizaba su matrimonio.
Lo mismo sucedía en agosto de 2019. Acompañada de tres de sus hijos, Juan Valentín (22), Miguel (19) e Irene (16), Cristina viajaba desde Ginebra hasta Madrid para visitar a su padre, que se había sometido a una operación de corazón.
Consciente de que todas las miradas estarían puestas en ella y de que bien podría cruzarse con los Reyes, Felipe (54) y Letizia (49), que finalmente acudieron al día siguiente, la Infanta optó por ser previsora y dejó la alianza en casa. Llevó, pues, las manos 'desnudas', tal y como muestran las fotografías tomadas durante aquel día. El protagonismo debía ser para el rey Juan Carlos y su salud, no su reaparición ni su vida personal, un objetivo que logró gracias a ese sencillo pero estudiado gesto.
Sin embargo, no siempre ha sido así. La infanta Cristina ha sabido darle un doble uso a su alianza de boda y también la ha utilizado para mandar mensajes de apoyo a Iñaki Urdangarin. Así fue en junio de 2016, cuando los dos se sentaron en el banquillo para testificar por el caso Nóos. Una cita importante en la que Cristina volvió a lucir su anillo de boda, dejando claro a todo el mundo que estaba al lado de su marido pese al gran daño que su imputación y posterior condena causaron a la Familia Real.
Es sorprendente, por lo tanto, que en estos momentos -en los que, a la luz del comunicado, su matrimonio no sigue en vigor- la exduquesa de Palma continúe llevando el discreto anillo de oro en su dedo anular. Una pieza de la que apenas hay datos, pero que ha demostrado ser altamente simbólica para ella.
Tanto que, al seguir luciéndola, parece querer mandar un claro mensaje: no dar por finiquitada esa etapa conyugal junto a Urdangarin. Guardar la alianza en un cajón significaría poner punto final a su historia de amor, algo para lo que no parece estar preparada.
De hecho, Cristina de Borbón no es la única que vislumbraría una posible reconciliación. El primero fue el abogado del propio Iñaki, Mario Pascual Vives, quien durante una entrevista radiofónica aseguró que el matrimonio no estaba roto, sino que se trataba de un "impasse".
Unos días después era Pablo Urdangarin (21), el segundo hijo del todavía matrimonio, quien deseaba ante los medios la reconciliación de sus padres. "Sí, yo creo que sí. No sé, sería lo normal, sí. Ojalá", contestó cuando se le interpeló si había alguna posibilidad de que sus padres retomasen su relación.
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