El pasado 8 de noviembre, la princesa Charlène de Mónaco (43 años) regresaba al Principado tras pasar una larga estancia en Sudáfrica, el país donde creció, a causa de una grave infección que terminó complicándose.
Aquel viaje de trabajo, al principio preparado como algo breve, terminó durando seis meses, pues su delicado estado de salud la obligó a pasar por quirófano hasta en tres ocasiones y le prohibía tomar vuelos.
Tras pisar tierra monegasca, medio año después, y saludar con unas fotos oficiales a su pueblo, el príncipe Alberto (63) y su esposa decidieron que lo mejor para Charlène era retirarse temporalmente de la vida pública e ingresar en una clínica fuera de Mónaco. Ahí podría gozar de desconexión, discreción y privacidad para paliar sus heridas, no sólo físicas, sino también psicológicas, como indicó su esposo.
Ahora, según ha adelantado en exclusiva la revista alemana Bunte, la esposa del jefe del Estado tuvo una más que deseada visita por Navidad en el citado centro donde permanece. Su familia, es decir, su marido y sus dos hijos, los mellizos Jàcques (7) y Gabriella (7), viajaron el pasado 23 de diciembre para ver a su madre, con la que hacía cinco semanas que no tenían contacto.
Aquel precioso encuentro duró cuatro horas. En ese tiempo, disfrutaron de un rato juntos, hablando, jugando. Al terminar, expresa la revista, Charlène de Mónaco tuvo que despedirse de su marido, pero sobre todo de sus pequeños, con gran tristeza. Ocho días después, el día 2 de enero, el príncipe Alberto volvía a la clínica donde se encuentra su esposa para que Charlène pudiera volver a ver a sus dos pequeños, que, por cierto, cumplieron siete años en su ausencia.
Tal y como publica el citado medio, el príncipe Alberto y los mellizos Jàcques y Gabriella son una parte fundamental en el tratamiento de Charlene. Se conoce como "terapia familiar" y ahí se analiza el papel que juega la paciente dentro de su familia y qué necesita cambiar en su entorno para que pueda recuperarse y mantenerse saludable a largo plazo.
El comunicado de Palacio
El Palacio Principesco de Mónaco emitió ese mismo día 23 de diciembre un comunicado en el que se explicaba cómo había evolucionado la salud de la exnadadora desde que ingresase en la discreta clínica. Una recuperación que parece ser positiva, pues la describen como "alentadora" tras varios meses de mala salud en los que además se tuvo que someter a varias operaciones bajo anestesia general.
Según se puede leer en el texto, la princesa Charlène está mejorando "de una manera satisfactoria y reconfortante", aunque es posible que todavía necesite "algunos meses más" hasta recobrar por completo su salud previa. Además, se afirma que su intención sigue siendo volver a casa y "tan pronto como recupere la salud será un inmenso placer para la princesa compartir nuevamente momentos de convivencia con los monegascos".
Una afirmación que da entender sus deseos de regresar junto a su familia al pequeño país, desmintiendo a su vez los rumores que apuntaban a una crisis entre la pareja. Fue la revista Bunte, por cierto, la misma que ahora informa de la visita del príncipe Alberto y de sus hijos a Charlène la que publicó hasta dos veces que el motivo que retenía a la princesa en Sudáfrica era una crisis en su matrimonio.
La prestigiosa publicación no esperaba el desmentido de la princesa, que en aquel instante afirmó lo que todavía hoy sostiene: "La presión de mi oído no se estabiliza, lo que significa que no puedo volar por encima de los 20.000 pies", justificando por qué no podía coger un avión y volar a Mónaco, a casa.
[Más información: Última hora sobre el estado de salud de Charlène de Mónaco: el comunicado del Principado]