A pesar de que la campaña llevara una semana en womensecret.com no fue hasta seis días después cuando saltó la polémica por las fotografías en las que Blanca Suárez fue el blanco de Twitter. Las críticas a las imágenes de la actriz se convirtieron en trending topic en cuestión de horas. "Blanca Suárez piensa que gana más en las revistas (engañando) que en la realidad. Y eso es un error #Bastaya de mentir con #Photoshop" o "que manía de retocar las fotos. Señores publicistas nos gustan las mujeres normales #BlancaSuarez", eran sólo dos de los miles de tuits que incendiaron la red.
Moeh Atitar, editor gráfico de EL ESPAÑOL, nos da las claves sobre el abuso, ¿o no? del Photoshop en los medios. "El problema no es el Photosphop (que es sólo un programa) si no el retoque que ha existido siempre incluso cuando la fotografía era analógica. Antes el retoque se hacía en el cuarto oscuro con pinceles y químicos. Ahora con este y otros programas parecidos. En prensa, para contenidos informativos, el retoque debe existir, pero siempre y cuando no vulnere la veracidad: que lo que exponga en la foto sea 'honesto' con la realidad y que no haya una modificación sustancial. Eso significa un mínimo retoque de luces y no exagerar los detalles de las sombras", aclara.
Respecto a que a una joven veinteañera como Blanca Suárez le apliquen retoques con Photoshop: "A mí me parece genial porque también encuentro muy bien que se maquille (o no), que se peine más o menos y que cambie su aspecto. Este editor de fotos es un 'maquillador más'", opina Atitar.
Normalmente el público cree que las fotos son verdad absoluta pero nunca es objetiva. "Siempre hay una manipulación de la realidad que empieza, por ejemplo, cuando eliges un objetivo angular (endroga y distorsiona las figuras) o un teleobjetivo (las aplana y estiliza). O cuando optas por un encuadre u otro. Eso también es manipular. Se habla de Photoshop pero no de los objetivos que se utilizan o las luces cómo se ponen. Por ejemplo con una luz adecuada las arrugas pueden hasta desaparecer", desvela.
"El retoque existe siempre. El problema es la finalidad de la foto. Si es informativo, el retoque no debe distorsionar la realidad. Debe ser lo más honesto posible, pero cuando se hace moda, por ejemplo, mucha de esa fotografía busca ensoñación, busca aspiración y vender. Hay que explicar a la gente que eso no es 'realidad informativa'. Es un producto de venta que busca que compres. La exageración ya depende de cada uno", puntualiza Moeh.
Este experto en fotografía apuesta por la imperfección: "Yo prefiero los fotógrafos de moda que no exageran el retoque, porque para mí un retoque bueno es aquel que no se nota. Y la belleza perfecta es un horror. Es artificial. Es mucho mejor que estemos rodeados de imperfecciones, curvas, michelines... A mí me interesa la belleza que se contrate con las imperfecciones. Y afortunadamente la sociedad va hacia eso".
Muchas veces se practica un retoque excesivo para que se hable de él. Los casos de Inma Cuesta, Lena Dunham -que se demostró que no fue tratada- o Blanca Suárez han llenado portadas (las que les correspondía y otras a consecuencia de la polémica). Ahora la controversia se sirve a base de filtros. A no ser que se dictamine por ley jamás se quitará el retoque. ¿Y si eso pasara? Isabel Preysler ya no se dejaría fotografiar.