Hugo Silva siempre ha sido muy celoso a la hora de hablar de su vida privada. De hecho la prensa no se enteró de que tenía dos hijos mellizos, hasta que los pequeños contaron con tres años. Una noticia que incluso le llevó a demandar a la revista que anunció tal noticia. Sin embargo, de unos años a esta parte, el actor madrileño se ha abierto un poco más a los medios y contesta sin problemas a aquellas preguntas más íntimas.
“Me he dado cuenta que cualquier noticia deja de ser noticia a la semana siguiente. No puedes darle la trascendencia que ni siquiera la tiene para el público. Así que me tomo mi relación con las revistas con naturalidad”, confiesa a JALEOS durante la presentación de la segunda temporada de El Ministerio del Tiempo, en la que dará vida a un policía de los años 80 al que sus compañeros apodan Pacino.
Y así, al ser preguntado por cómo llevan sus hijos que su padre sea famoso, Silva contesta con agrado. “Mis hijos están bastante al margen de este mundo. Son pequeños todavía. Ellos dicen que papá trabaja en el ordenador. Los niños naturalizan todo y no tienen un prejuicio o juicio de valor. Para ellos todo es normal”.
No obstante, Silva ha querido contar con ellos en el que será su primer cortometraje como director, Supercool. “Fue un capricho. Ahora que son pequeños me aprovecho y me divierto con ellos. Cuando sean mayores lo verán y dirán: qué loco está papá”, comenta Silva que espera que no continúen sus pasos. “¡Uy no! No se lo voy a negar, por supuesto. Cada uno tiene que buscar su camino, ser feliz, coherente, querer a tu gente. Da igual a lo que te dediques. Es lo de menos”.
Feliz por el momento que le está tocando vivir, Silva reconoce que se ilusiona con cada nuevo proyecto. “Lo mejor del presente es que los personajes que me llegan no tienen nada que ver con los que me llegaban. Quizá no son protagonistas, quizá de corto recorrido, pero con más composición, los típicos caramelitos. Los secundarios no tienen que caer tan bien, el actor puede desfasar un poco más”.
“No me podía imaginar cuando me llamó Javier Olivares. Me dio una alegría porque era fan de la serie. No sabía lo bien que me lo iba a pasar y, sobre todo, todo lo que iba aprender. He hecho cosas que no he hecho en otro sitio. Aquí la imaginación no tiene límite. Cada semana teníamos una prueba de vestuario porque vas de época en época”, comenta.
Atrás quedan aquellos personajes con los que le tocaba quitarse la camiseta. “Ya no me toca. Ya tengo casi 40 años. Aunque no me resisto. Casi que lo agradezco. Si me lo dicen, digo: ¡qué bien!”, bromea. Entre sus próximos proyectos se encuentra Tenemos que hablar, una comedia junto a Michelle Jenner, con guión de David San José (Ocho apellidos vascos).
Ídolo de adolescentes tras el éxito de Los hombres de Paco, Silva vive ahora la fama de otra manera. “Pasé por distintas fases. Me vino muy bien viajar a Colombia. El punto de vista desde fuera es muy interesante. Sales de España y ya no eres ni Hugo ni nada. Ver eso desde fuera me ayudó mucho. No hay que huir ni volver la cara sino asimilarlo y el único arma es tener sentido del humor”.
Por ello, al ser preguntado por la polémica de Dani Rovira y Clara Lago, que confesaron que a veces era un rollo salir a la calle, entiende su postura. “¡Cómo no va a estar cansado! Lo que le pasa a Dani es difícil de entender, de empatizar. La mayoría de la gente no se va a ver en esa situación. Tengamos un poco de empatía. Se te puede ir la olla”.
No obstante, reconoce que aquellos que cuentan con trabajo son unos privilegiados. “Soy un afortunado. La vida me trata muy bien. Pero también soy un espectador y me dedico a la cultura, me siento artista, y me da pena que compañeros míos y que artistas que pueden aportar mucho, que trabajen en cosas que no tiene que ver con su trabajo. Me apena”.
Esta serie es valiente. Es algo que está empezando a pasar en la ficción española, sin querer desmerecer. Ahora somos más valiente. Creo que nos fijamos un poco más en plataformas de pago americanas. El público de Breaking Bad, ¿qué podía ver? Ahora hay más oferta. Nos estamos atreviendo. La ficción está cambiando. Y me encanta participar en este momento.
Me iría un fin de semana al Madrid de los 80. Es una época que recuerdo, pero como un niño. No me iría a San Blas, ya lo viví. Me vendría al centro: a La Latina, al Rastro, Malasaña… Los años 80 este país era distinto. No nos la cogíamos con papel de fumar, había libertad creativa, no había miedo, no había que ser políticamente correcto. Estábamos en plena investigación de todo. Me da envidia la gente que lo cuenta.