Son millones las personas en el mundo que desean perder peso. Puede que sea una de las preguntas más solicitadas en los buscadores de Internet junto con la de "cómo dejar de fumar" y "cómo ahorrar dinero".
Existen miles de respuestas, tantas como multitud de dietas que se ofertan en los medios de comunicación, revistas y libros. Posiblemente todas esas dietas funcionan, pero hay que tener mucho cuidado al utilizarlas, pues muchas de ellas son perjudiciales para la salud.
Primero, hay que pensar el motivo por el cual deseamos perder peso. El mejor motivo es porque nuestra salud se está resintiendo y puede ser que ésta sea la razón más oportuna para dejar esos kilos de más que poco a poco hemos ido añadiendo a nuestra silueta.
La grasa que nos sobra puede hacernos enfermar: colesterol alto, diabetes, hipertensión, etc., motivos suficientes para necesitar deshacernos de ella lo antes posible.
De hecho, son razones importantes para replantear nuestra forma de comer y nuestra vida en general. No hay nada más prioritario que nuestra salud. Y por ello, nada mejor que ponernos en manos de los expertos.
Seguramente, el médico de cabecera al hacernos una revisión periódica nos dé pistas sobre cómo debemos cambiar nuestros hábitos para bajar esos índices tan peligrosos que acechan nuestra vida.
Cuando somos jóvenes puede que la calidad y cantidad de nuestra comida, aparentemente, no altere demasiado nuestra salud, pero al ir creciendo cada vez es más importante cuidarnos para no originar problemas severos.
Tenemos que aprender a comer bien desde niños y así desarrollarnos de forma saludable y eludir una de las grandes enfermedades que persigue a las civilizaciones avanzadas: la obesidad.
Además de aprender a comer correctamente, es muy importante hacer un ejercicio físico acorde a nuestra edad. Si conseguimos cuidar nuestra alimentación y hacer ejercicio suficiente nos convertiremos en personas con salud y con un alto grado de autoestima. Estaremos fuertes y con energía suficiente para enfrentar los problemas diarios y ser capaces de sonreír por muchos años.
La dieta mediterránea: un buen aliado.
Seguramente todos hemos oído hablar de ella. Es un referente mundial y así lo ha registrado la propia UNESCO incorporándola a la lista del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Todos los expertos la califican como una simple pauta nutricional, rica y saludable donde destacan los ingredientes principales:
- Aceite de oliva
- Verduras y legumbres
- Cereales
- Productos lácteos
- Carne
- Huevos
- Pescado
- Agua
La dieta mediterránea no es "una más" cuyo enfoque sea reducir la ingesta de calorías para bajar peso. Es un estilo de vida que reduce el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, etc., ya que contiene todos los nutrientes que necesita nuestro organismo para afrontar el día a día y, por supuesto, hace que la alimentación sea más variada proporcionándonos recetas fáciles que pueden gustarle tanto adultos como niños, conteniendo alimentos básicos como son vegetales y legumbres. Con estas pautas que nos ofrecen los expertos conseguiremos mejorar nuestro metabolismo y favorecer el control de peso sin hacer "locuras" ni resentir nuestra salud.
Cualquier dieta no vale...
Si nos hemos descuidado y sentimos que nos sobran unos kilos de más, tenemos que saber que cualquier dieta no sirve. Ni la dieta de esa amiga que empezó y que le va muy bien, ni la que se detalla en nuestra revista favorita con dudosos consejos nutricionales, ni la de ese libro que ha sido editado con un éxito mundial y del que se ha vendido millones de ejemplares. Rotundamente ¡no!, es el médico o nutricionista el que nos deberá dar las pautas correctas personalizadas conforme a nuestra estatura, peso y edad. No todos somos iguales y por ello no todos metabolizamos igual los alimentos.
En ocasiones, no solo la alimentación es la que hace que cojamos peso, puede suceder que ciertos problemas hormonales nos hagan ralentizar nuestra quema de calorías. También puede ocurrir que nuestro metabolismo no responda correctamente y haga que, aunque hagamos una ingesta de calorías muy pobre no perdamos peso o al contrario, hay personas que coman lo que coman bajan de peso con mucha facilidad. Por ello es muy recomendable ir al experto cuando estemos decididos a perder peso de forma saludable porque solo él sabrá darnos las pautas alimenticias apropiadas a nuestras necesidades.
¿Se trata de nuestro peso o de cuidar nuestro cuerpo y mente?
Otra visión del problema son las enfermedades psicológicas sobre las que tenemos constancia, como la anorexia y la bulimia. Tenemos que estar seguros de que realmente necesitamos perder peso y no es una "moda pasajera" o una preocupación excesiva y sin fundamento sobre lo que puedan pensar los demás acerca de nuestro peso. Nuestra salud física y mental está en juego.
No podemos olvidar que comer demasiado puede ser una forma de mitigar temporalmente nuestra ansiedad y frustraciones, proyectando la idea de que nos hace sentir mejor. Como decimos, es solo una ilusión que dura lo que dura un almuerzo. Por ello hay que estar muy atentos y determinar si comemos por hambre o por "vicio", una cosa es satisfacer un capricho de ese dulce que nos mira desde la vitrina de una pastelería y otro es, que ese dulce se convierta en muchos.
Si constatamos que esos caprichos se instalan en nuestras vidas permanentemente, habría que plantearse ir al especialista para que encuentre el motivo por el cual pagamos con la comida los problemas diarios, ya que como hemos dicho antes, nuestra salud está en juego. El especialista no sólo hallará los motivos, sino que nos dará las herramientas necesarias para que consigamos satisfacer nuestras necesidades sin hacernos daño.
La prioridad eres tú mismo
Desgraciadamente la vida repleta de estrés que llevamos en la actualidad, hace que nos olvidemos de nosotros mismos y hasta de nuestro propio bienestar. No tenemos tiempo para desayunar bien, ni para seguir la famosa recomendación de ingerir "al menos, 5 piezas de fruta al día". Hacemos la hora del almuerzo de forma rápida por lo que tendemos a comer "cualquier cosa" para saciar el hambre, olvidando las buenas costumbres. como esos "platos de cuchara" con los que crecimos y que prácticamente están desapareciendo.
Por las noches llegamos a casa extenuados, por lo que sólo nos quedan ganas y tiempo de abrir el frigorífico o la despensa y cenar nuevamente platos preparados y de poco interés nutricional. Sin dejar de lado que bebemos muy poca agua y que tomamos más café y bebidas carbónicas de las que deberíamos.
Pero no debemos tirar la toalla, siempre podemos elaborar platos saludables que nos aporten los nutrientes que necesitamos sin tanto tiempo ni esfuerzo. Y si sentimos que nuestra vida tiene un nivel de estrés y ansiedad que no logramos mitigar, también podemos recurrir a ejercicios como la meditación cuyos beneficios están mas que comprobados, y sólo nos supone 15 minutos al día. Debemos buscar ese equilibrio y priorizar lo verdaderamente importante para nuestra salud y bienestar. Sólo hay que proponérselo y recurrir a los expertos que tenemos a nuestro alcance.