Disecar insectos es una actividad que muchos realizan en su infancia, a veces como parte de una tarea escolar. Es también una forma de entretenimiento que puede convertirse en una auténtica afición y que desarrolla el interés por el mundo natural.
Vamos a explicar cómo hacer un insectario en unos pocos y sencillos pasos. Las herramientas que se emplean son muy comunes. Aunque estemos limitados a los insectos que viven en nuestra zona, con cerca de un millón de especies conocidas, podemos estar seguros de que no nos faltarán especímenes para nuestra colección. Sólo necesitamos tener la precaución de no capturar especies protegidas.
Primer paso: capturar los insectos
Muchos insectos pueden cogerse simplemente utilizando la punta de los dedos o con herramientas tan sencillas como una pinza de cosmética, pero hay otras herramientas que podemos utilizar también:
- Red aérea. Se emplea para capturar insectos aéreos como mariposas.
- Red acuática. No es tan fina como la anterior y se emplea para la captura de insectos que viven en el medio acuático.
- Red de barrido. Es de un tejido más grueso y de un diámetro menor. Se utiliza para pasar sobre las ramas de plantas y arbustos y atrapar los insectos que viven en ellas.
- Sacudido. Es una técnica sencilla. Se pone un contenedor debajo de una rama o planta y se sacude esta para que caigan los insectos.
- Trampa subterránea. Se emplea un tarro de cristal que se entierra, dejando la abertura al nivel del suelo. Los insectos que caigan dentro quedarán atrapados.
- Trampa luminosa. Para capturar insectos nocturnos, colocaremos una luz frente a un pedazo de tela blanco. Sólo nos quedará coger manualmente los insectos que hayan sido atraídos.
Para que los insectos lleguen a nuestro insectario, es conveniente guardarlos con mucho cuidado en un papel absorbente, como el papel higiénico, de este modo, su transporte será mucho más seguro.
Segundo paso: sacrificio del espécimen
Los insectos que capturemos estarán vivos, obviamente. Para hacer un insectario es necesario disecar los insectos, por tanto hay que sacrificarlos para poder guardarlos de forma permanente sin dañar su apariencia. Hay varias formas de hacerlo:
- Congelación: debemos poner el espécimen en el congelador dentro de un recipiente durante al menos tres días. Muchas especies son extremadamente resistentes al frío y no queremos tener la sorpresa de verlos "resucitar".
- Alcohol: las especies blandas y que han de guardarse en un medio líquido, como larvas, simplemente deben sumergirse en alcohol.
- Veneno: si decidimos utilizar este método, debemos tener cuidado con los insecticidas que se venden en los comercios ya que sólo son eficaces para determinadas especies. Podemos utilizar un veneno muy efectivo, el acetato de etilo. Bastará con introducir un poco de serrín en un frasco de cristal y empaparlo con unas gotas del líquido. Los insectos se asfixian en un plazo que oscila entre treinta minutos y una hora, dependiendo del tamaño.
Tercer paso: conservación y fijado de los insectos
Una vez tenemos el espécimen muerto y listo para coleccionar, debemos escoger cómo y de qué manera vamos a conservarlo. La inmersión en alcohol es el método a emplear para insectos inmaduros y de cuerpo blando como larvas y orugas, pero también para otros que no conservan bien la forma del cuerpo una vez muertos, como las arañas. Basta sumergirlos en un frasco lleno hasta arriba de alcohol de 70% (alcohol de quemar) para que se conserven indefinidamente.
El método más común y el preferido por la mayoría de los coleccionistas, es fijar el insecto sobre una superficie plana, que puede ser corcho, cartón-pluma o cualquier otro material en el cual podamos clavar un alfiler. Hay distintas etapas:
- Estirado. Los insectos que vamos a fijar han de ser lo bastante flexibles para que podamos estirar sus patas sin romperlas. Si los hemos congelado, deberemos dejarlos a temperatura ambiente al menos un día entero. El estirado implica disponer ciertas partes del cuerpo del insecto para que sea más fácil examinarlas, en una posición natural. Por norma general, el primer par de patas debe estar orientado hacia adelante y el resto, hacia atrás.
- Pinchado. Utilizaremos alfileres muy finos y de acero inoxidable, preferente que sean específicos para entomología. Cualquier insecto que sea lo suficientemente grande como para apoyarse en un alfiler sin romperse o distorsionarse de otro modo se fija directamente a través del cuerpo. Deberemos pinchar el espécimen en medio del tórax, nunca en el abdomen. Como norma general, para sujetar diferentes tipos de insectos, el alfiler debe colocarse firmemente a través de las partes más duras del cuerpo procurando no destruir características de identificación importantes.
- Clasificación y etiquetado. Para mantener adecuadamente una colección en un insectario, especialmente si esperamos que sea numerosa, es aconsejable agrupar los insectos por órdenes. También, etiquetarlos con la información que consideremos oportuna como nombre del ejemplar, fecha de captura, etc.
Algunas especies, como los lepidópteros (mariposas, polillas) requieren un tratamiento específico para no dañar sus delicadas alas, que han de quedar extendidas de forma plana y simétrica. Se trata de una tabla plana sobre la que se extienden unas cuerdas tensas, como en una guitarra, manteniendo la posición extendida del espécimen hasta que queda rígida.
Independientemente de la especie que estemos coleccionando, aunque el instrumental necesario es reducido, siempre deberemos tener a mano una lupa y unas pinzas.
Cuarto paso: conservación en una caja
La forma preferida de conservar nuestra colección de insectos es en una caja, preferiblemente con tapa de cristal, aunque cualquier caja de cartón rígido de un tamaño adecuado sirve para este propósito. La caja facilita el transporte y es un medio seguro para el almacenado permanente de los especímenes.
Para asegurar una buena conservación, es necesario guardar la caja en un lugar seco, con un grado de humedad que no supere el 65% para evitar la formación de moho. Asimismo, evitaremos que microorganismos (u otros insectos) devoren nuestra colección introduciendo en la caja una bola de naftalina o un poco de alcanfor. En cualquier caso, hay que fijarlos de forma segura con cinta para que no dañen los especímenes al mover la caja. Igualmente, al tratarse de productos altamente volátiles, hay que reemplazarlos periódicamente.
Para facilitar el seguimiento de tu colección, numera las cajas en uno de los lados y etiquétalas debidamente para identificar su contenido. Tras utilizar estos consejos, sólo te quedará disfrutar de tu insectario.