Los Montes de Toledo y sus alrededores, son, curiosamente, una zona de viñedos y bodegas bastante interesantes. Siempre que se piensa en este territorio, lo que se viene a la cabeza es la caza, con ciervos, venados, jabalíes…uno de los paraísos cinegéticos más importantes de Europa, lleno de cazadores de todas partes. Entre tanto bosque y peñas es difícil imaginarse viñedos florecientes; y los hay porque es una zona alta donde existe una potente diferencia térmica día y noche, buena agua; y a diferencia de la mayoría de las zonas de Castilla-La Mancha los suelos no son arcillosos, sino que son de cuarcitas.
Eso quiere decir, entre otras cosas, que dan pH más bajo y, por tanto, conferirán a las uvas una mayor acidez, con lo que se conseguirán vinos más frescos y longevos. En definitiva, una isla como ellos la definen. El único problema es proteger esos viñedos, y sobre todo de esas uvas y brotes tiernos, de la voracidad de los animalitos.
Firmas reconocidas como Dehesa del Carrizal y Vallegarcía están instaladas allí, y la tercera decididamente interesante es NOC. Se sitúan sus 40 hectáreas de viñedos en los alrededores del pueblo de Manzaneque que es donde está ubicada la bodega. Una bodega, por cierto, fundada en 1918 llamada Vinícola Morales, y que Carlos Galdón, el propietario de NOC, compró para darle un giro radical y convertirla en una instalación moderna y muy tecnológica.
De la industria farmacéutica a la bodega
Galdón, químico industrial, doctor en farmacia, fue director técnico y de producción del famoso laboratorio Antibióticos de Juan Abelló y posteriormente de Mario Conde. De allí pasó a la multinacional farmacéutica norteamericana Glaxo, donde ejerció en España puestos de alta dirección. En el 2003 dejó la empresa, pero tres años antes, en el 2000 compró una finca en Los Yébenes, en plenos Montes de Toledo, en cuyo interior había una viña de la variedad autóctona airén. Empresario importante en el mundo de las renovables, decidió también meterse a bodeguero, posiblemente por la afinidad que hay entre farmacia, química y enología.
Su filosofía, sostiene Galdón, es «trabajar como los alemanes del sur, sin improvisación y con objetivos claros». Lo primero que hizo fue levantar la plantación de airén y comenzó a poner tempranillo, cabernet sauvignon, petit verdot y syrah en tintos; y chardonnay y viognier, en blancos. Lo segundo, fue rodearse de especialistas. Contrató como enóloga a Elena Rincón, como asesor y ahora director de bodega a Ignacio de Miguel, uno de los enólogos más reconocidos de España, y además uno de los mayores conocedores de los vinos y características de los Montes de Toledo. Y, por último, cuando se decidió a hacer unos espumosos muy en serio con el método champanoise, o de doble fermentación, se trajo como asesor a Jaume Notó, que trabajó 25 años en Codorniú y es un experto en este tipo de vinos.
En la casa, donde además se hace miel y un aceite de oliva virgen extra excelente de la variedad picual, y que también sale con la marca NOC, se elaboran diferentes tipos de vinos. Hay tres tintos, dos blancos cada uno de una variedad y tres espumosos. Como muestra se ha seleccionado uno de cada tipo. En tintos el 100 % tempranillo, que es un crianza con 16 meses de barrica. Este NOC Tinto 2018 es muy intenso en nariz y se nota perfectamente que procede de esta variedad, con presencia de frutas rojas y negras y una enorme intensidad, y donde aparecen recuerdos de la crianza en madera y especias. La boca es potente, fuerte, muy carnosa y estructurada. P.V.P. 14,50 euros.
En blancos se ha seleccionado el de la variedad chardonnay de la añada 2016. Presenta una nariz muy compleja con tonos lácteos, de vainillas y recuerdos ahumados sobre fruta blanca de manzana o pera confitada. En la boca, untuoso, con grasa, volumen, pero a la vez equilibrado y fresco. P.V.P. 13,30 euros.
El espumoso seleccionado es el Brut Rosé. Es un rosado color salmón y la gracia es que es el único espumoso de calidad elaborado con tempranillo. El vino base de la primera fermentación es un rosado de tempranillo, que a continuación pasa a segunda fermentación en botella, donde permanecerá criándose con sus lías durante un año. El resultado es un vino directo, muy rico, con una fina y bonita burbuja, presencia de frutas como cerezas, frambuesas, fresas, y recuerdos de panadería de la crianza. La boca fresca, equilibrada con su fina acidez y un final muy agradable. P.V.P. 17 euros.
Una sorpresa en plenos Montes de Toledo que refuerza más la potencia de la zona.