El vino se llama Alacer y lo acaban de sacar en su versión Tinto Roble, añada 2020, con seis meses en barrica. Los viñedos, viejos, plantados en vaso y de la variedad tempranillo, se extienden en una altura casi extrema, en las localidades burgalesas de Santa Cruz de la Salceda y Vadocondes.
Y es en este último pueblo donde elaboran en una pequeña bodega llamada Hacienda Miguel Sanz. El objetivo es contar con una gama de tres vinos, tinto joven, roble y crianza. En definitiva, es la cabeza de puente inicial en la Ribera de Duero de Bodegas Riojanas.
La estrategia de Santiago Frías Artacho, al frente de la firma, es ir asociándose, o comprando directamente, bodegas en diferentes zonas vinícolas del país para ampliar su catálogo e ir ofreciendo una gama amplia de calidad, aparte de la bodega madre instalada en Cenicero, la Rioja. De momento con esta ya van seis ubicadas en Toro, Rueda, Rías Baixas, Bierzo, Monterrei y Ribera.
Un poco de historia
En Cenicero, la familia Artacho, de la que Santiago Frías es descendiente directo, inaugura su proyecto vinícola y su bodega en 1890, hace ya 132 años, y desde entonces han pasado, lógicamente, por muchas vicisitudes. La mayor parte exitosa, porque si no no seguirían aquí. Su primer gran hito se llama Viña Albina, que salió al mercado en 1901. El nombre es el de la hija de un socio de Artacho, y los grandes viñedos de los que se nutre la marca, están situados muy cerca de la bodega, en el mismo pueblo.
Una marca mítica que tiene 121 años en el mercado. Luego se pone en marcha otra de sus marcas estrella, Monte Real, en 1933. La bodega pasa dos guerras mundiales, una guerra civil, crisis, depresiones, pero siempre se mantiene a flote y en manos de la misma familia. En 1997 deciden sacarla a bolsa con éxito y comienzan con su proyecto de expansión.
En 1999 aparecen en Toro con su firma Torreduero y su marca Viore. En 2016 montan, también con la marca Viore, una bodega en Rueda y en Bierzo. Ese mismo año aparecen en Rías Baixas con la firma Veiga Naún. Y rematan con su buena idea de posicionarse en blancos cuando en 2019 llegan a un acuerdo de colaboración con Roberto Verino, el famoso diseñador de moda, que en su tierra de Monterrei puso en marcha una estupenda bodega llamada Gargalo.
A la vez en casa no paran y de la bodega antigua tan sólo conservan algunos de sus elementos como la puerta de piedra, puesta allí desde la inauguración; pero que en su interior ha sufrido diversas ampliaciones y ahora es una de las bodegas más modernas, tecnológicas y vistosas de toda Rioja.
Pero naturalmente tenían una asignatura pendiente, que es Ribera de Duero. Ya lo han conseguido con Alacer. Desde principios de mayo ya está en el mercado. Es un vino en condiciones con una nariz muy frutal e intensa, donde aparecen notas de todas las familias de aromas, como el balsámico de regaliz o el fondo especiado. El paso por barrica no se percibe en nariz, pero sí en la boca dándole al vino más estructura, y consistencia. La altitud, además, confiere al vino una mayor acidez, lo que lo equilibra con el alcohol y lo hace más fresco. Su precio de venta al público es de 7,50 euros.
Ahora estarán a consolidar el proyecto de Ribera a la espera de nuevas añadas y mayor implantación en el mercado; pero seguro, qué en la cabeza de Santiago Frías, ya se está pensando en que lugar harán sus próximos movimientos.