Trabajadores de Bodegas Fariña con el botellón de Primero 2021

Trabajadores de Bodegas Fariña con el botellón de Primero 2021

Vinos

El primero de Bodegas Fariña, el primer vino joven de 2021

El primero es el vino joven del año de Fariña. Uno de los vinos de maceración carbónica, típicos de toda España, pero sobre todo de Rioja Alavesa, los llamados vinos de cosechero. El Beaujolais español. 

17 diciembre, 2021 14:01

En estos momentos en muchas localidades de Francia, en infinidad de locales parisinos, y en otros muchos bares de vinos del mundo, cuelgan en pizarras y anuncios la famosa y esperada frase: “Le Beaujolais nouveau est arrivé” (El Beaujolais nuevo ha llegado).

Es el vino del año, del 2021, la última cosecha, que para estos vinos se recolectó a finales de septiembre, hizo su fermentación alcohólica en octubre, se ha estabilizado a principios de noviembre, y luego, embotellado y a la calle. Beaujolais es una región vinícola de Francia que está al sur de Borgoña y al norte de Lyon, es decir, que ni es Borgoña ni Ródano. La uva con la que elaboran sus vinos se llama “gamay”, y no es precisamente muy fina, pero se da bien con estos vinos jóvenes.

El primer vino de la última cosecha

En España se ha hecho vino joven y del año desde que llegaron los fenicios. Empezando por los “magostos” gallegos, de fiestas de vino nuevo y castañas, anunciando noviembre y el otoño profundo. No hemos tenido la habilidad o el amor al vino de nuestros vecinos franceses para potenciar la llegada del vino joven; pero eso no implica que no se haga, se haya hecho y se seguirá haciendo; y, además, y según mi opinión, quizá chovinista, son bastante mejores que los de Beaujolais. Me refiero, aparte de esta joya que es El Primero, de Bodegas Fariña, que es un vino de Toro, a los que se han hecho históricamente en Rioja Alavesa, el famoso “vino de cosechero”.

Estos vinos, tanto los franceses como los de aquí, se elaboran por el sistema que llaman de “maceración carbónica”. No hay que asustarse por un nombre que parece muy técnico; sino que es exactamente al revés. Es el “vino-vino”, el más sencillo, el que se supone que inventaron en Mesopotamia y que dice la Biblia que emborrachó a Noé. Consiste en que, en un lagar, pequeña piscina de piedra, cemento, o de cualquier material que no filtre, se van echando los racimos de uvas según se cortan, es decir, con su raspón incluido. El peso de unos sobre otros hace que las uvas de abajo se rompan, e inicien un proceso espontáneo de fermentación, es decir, la trasformación del azúcar de la uva en alcohol.

No se añaden levaduras seleccionadas para impulsar ese proceso, son las naturales, las del ambiente, por eso es el vino más sencillo que hay. Este proceso libera gas carbónico que empieza a producir la fermentación en uvas que todavía no se han roto, en un proceso lento que culmina cuando todas las uvas ya se han machacado y se pasa a una fermentación normal.  

En la actualidad, naturalmente, ya no se utilizan esos lagos o lagares, sino modernos depósitos de acero inoxidable, donde se hace ese proceso con muchísimo control. El objetivo de la maceración carbónica es conservar lo más posible e impulsar los aromas frutales, florales, primarios, maravillosos. Este es el mérito de estos vinos tan especiales, su fragancia y aromas. Aparecen con colores violáceos, cardenalicios, dicen algunos, que indican su rabiosa juventud. Hay que disfrutarlos en nariz con una buena copa para apreciar sus recuerdos de flores de todo tipo, cerezas, moras; y en la boca son frescos, alegres, muy ricos y, a veces, peligrosos, porque son de trago largo y si te descuidas charlando te llevas por delante una botella sin darte cuenta, y tampoco es eso.

Vinos para beber en el año

En compensación, tienen un problema, y es que no duran demasiado. Hay que beberlos dentro del año. Ahora hay técnicas que les dan algo más de longevidad, pero su gracia son las virtudes de su juventud. Muchos, después del verano, empiezan a decaer. Por eso hay que aprovechar ahora. Son simplemente otro tipo de vinos y además de ricos, muy baratos. Una botella de El Primero está a 6,50 € de venta al público.

Hay muchas marcas en Rioja Alavesa y se hacen muchos vinos de este tipo en muchas partes del país; pero hoy celebramos El Primero. Pertenece a una de las bodegas más prestigiosas y también de las más antiguas de Toro, Bodegas Fariña. Su vino Gran Colegiata, entre otros, ha sido toda la vida su punta de lanza. Desde hace muchísimos años elaboran este vino de maceración carbónica y organizan un bien dotado concurso de pintura cuyo ganador será la etiqueta cada año.

Luego en su distribución y hasta el 12 de diciembre, impulsan en unos 800 bares y restaurantes su degustación como una fiesta, al estilo de los franceses. Una fiesta que el equipo de la bodega celebra por todo lo alto. Tiene todas las virtudes antes reseñadas de aromas y frescura. Yo le espero con entusiasmo todos los años, cuando llegan estas fechas, porque implica como un nuevo ciclo, como el inicio del año vinícola. Pronto aparecerán los demás, sobre todo los riojanos. Y es que: “el vino nuevo ha llegado”.