De un tiempo a esta parte decir rosado y no decir provenzal es como hablar de alguien sin referirnos a su apellido. Hay muchos tipos de vinos rosados en un mercado ávido de sabores ligeros, afrutados y frescos, pero la elegancia de la Provenza destaca en las cartas de los restaurantes y en los estantes de las vinotecas desde hace varios años.
Te contamos cómo son y por qué tienen tanto éxito los rosados provenzales, y descubrimos algunas etiquetas españolas que nada tienen que envidiar a la sutileza francesa.
El glamour rosa del tardeo
No hay tarde de verano en la Provenza que no se brinde con una copa de rosado. Y es que esta privilegiada zona francesa que limita con Italia y el Mediterráneo, famosa por sus diversos paisajes alpinos, sus campos de lavanda y sus viñedos, y también por el glamour que desprenden Niza, Cannes, Saint-Tropez y otras ciudades de la Costa Azul, la Riviera Francesa, no se entiende sin estos característicos vinos de color rosa pálido.
Los rosados provenzales son vinos secos, refrescantes, perfectos acompañantes de una comida ligera o de un picoteo a media tarde. Son vinos sin complicaciones pero no por eso menos embriagadores. La clave de su exquisitez radica en una acidez punzante, contrarrestada con sutiles toques de bayas rojas agrias y cítricos. Vinos informales pero muy elegantes, para beber en cualquier momento, que gracias a esa polivalente mezcla de acidez alta y cuerpo medio alto, se han vuelto muy populares dentro y fuera de Francia. Con su particular tonalidad asalmonada (o piel de cebolla, que dicen los expertos) son, sin lugar a dudas, los vinos del verano.
Mucho más que una moda
En Francia, la vida es de color de rosa. El rosado no es una moda del siglo XXI. Cuando los griegos plantaron las primeras vides en la Provenza hace 2.600 años, ya elaboraban vinos rosados. Aunque las técnicas de vinificación en aquellos días eran diferentes. Su método de maceración de las uvas (lo que le da color al vino) era muy poco común, por lo que el resultado no era tinto, sino rosado. Con lo que cabe pensar que si la Provenza es la región vinícola más antigua de Francia, el vino rosado también lo es.
Por otro lado, el consumo de vino rosado en Francia no ha dejado de aumentar desde 1990. Treinta años en los que incluso ha llegado a triplicarse. Según los estudios, nueve de cada diez franceses asegura beber rosado y, a día de hoy, una de cada tres botellas de vino compradas en el país galo es de rosado.
Pero dentro de los rosados, los franceses optan, en su mayoría, por los provenzales. Los eligen por su sabor agradable, por su capacidad para complacer a todo tipo de paladares, por su carácter refrescante, afrutado y aromático, y también porque son el reflejo del terroir.
La clave del éxito tiene que ver con un estilo de vida radicalmente distinto al de nuestros abuelos. Si el vino rosado se ha hecho un hueco en la sociedad francesa actual es porque está en consonancia con la evolución de las nuevas tendencias de consumo y con las formas de vivir y de socializar de ahora. Hoy las comidas son menos copiosas, en los platos encontramos sabores de todos los países del mundo, la gastronomía se esfuerza por sorprender y la experiencia y el disfrute están por encima de todo.
Los rosados, y más los provenzales, ofrecen una visión diferente del vino, más moderna, más accesible, menos tradicional. Como dicen los franceses: el rosado es el vino de la libertad.
Tradición y mentalidad
El clima, el terruño y las variedades de uva de la Provenza se adaptan a la perfección para elaborar este tipo de vinos. Por algo es la región número uno de Francia en lo que a producción de rosados se refiere. Las ventas lo verifican: 156 millones de botellas AOC (con denominación de origen) en 2016, que representan el 42% de la producción de rosados en el país y el 6% en todo el mundo.
Pero no es sólo una cuestión de tradición. En la mente de los franceses, 'la Provence' es la zona vinícola del rosado por excelencia. No es de extrañar. El 89% de las viñas de la región están dedicadas a la elaboración de rosado. Desde la gestión de los viñedos hasta la producción del vino, pasando por la elección de las variedades, los viticultores de la Provenza solo tienen una cosa en la cabeza: garantizar la más alta calidad de sus rosados.
Provenzales con acento español
Pero más allá de una región de Francia, el 'provenzal' ya es para la viticultura un estilo de vino rosado en sí mismo. Una tipología conocida y demandada por los amantes del vino de todo el planeta, cuya elegancia y sutileza característica tratan de imitar otros países con mejor o peor resultado, entre ellos España.
Mientras la pandemia nos impida viajar a nuestro país vecino para probar sus delicias rosas (con o sin cubito de hielo), nos quedamos en España para descubrir algunas referencias que bien podrían pasar por francesas. Porque aquí también sabemos hacer rosados provenzales:
Alegra de Beronia (Bodegas Beronia). Un vino cuidado al extremo, como si se tratase de una exclusiva fragancia, con la fuerza magistral de aquellos primeros berones, pueblo celta que dio origen a la excepcional Rioja Alta. Un rosado sofisticado, goloso y persistente, que refleja el terruño propio de esta zona y que recoge en su elaboración todo el mimo empleado en los viejos viñedos de garnacha y tempranillo de la bodega riojana. PVP: 20€
Chivite Las Fincas Rosado (Bodegas Chivite). El rosado de la familia Chivite y Juan Mari Arzak nace en Navarra y se elabora a partir de un ensamblaje de garnacha y tempranillo en colaboración con el chef vasco. Es un vino fresco, frutal y con sutiles notas florales que resulta tan elegante como los auténticos provenzales. PVP: 9€
Pagos de Araiz Rosé (Bodegas Pagos de Araiz). Con su característico color pálido y su gustoso sabor frutal, este vino de Navarra es una prueba más del mimo y tesón con el que elabora el grupo vitivinícola Masaveu Bodegas. Su relación calidad-precio es inmejorable. PVP: 6€
Balbás Rosado (Bodegas Balbás). Afrutado en nariz, con delicados aromas de frutos rojos que recuerdan a fresa ácida y frambuesa, este provenzal de la Ribera del Duero es un rosado complejo, agradable al paladar, sedoso y refrescante. Un vino lleno de vida. PVP: 7€
Hito Rosado (Bodegas Cepa 21). La bodega de innovación de la familia Moro en la Ribera del Duero se acerca al estilo provenzal con este rosado de color pálido, notas florales en nariz y gran potencial en boca, que conquista con una acidez bien equilibrada. PVP: 8€
Alta Pavina Rosé (Bodegas Alta Pavina). Los locos de la pinot noir elaboran este rosado al más puro estilo Provence con la uva clásica de la Borgoña, que en manos de los hermanos Ortega ha encontrado a orillas del Duero el hábitat perfecto para desarrollar todo su potencial. Rico en aromas, este rosado resulta fácil de beber por su frescura, suavidad y marcada acidez. PVP: 9,95€
Rosado de Lágrima de Barón de Ley (Bodegas Barón de Ley). La pureza de la garnacha mediterránea en su expresión más fresca. Un vino con acidez y untuosidad, elaborado como los originales blanc de noirs franceses, con un color pálido al más puro estilo de la Provenza, un aroma frutal y un sabor envolvente y elegante. "Es un rosado al límite de color, serio en su filosofía y con una gran personalidad", dice su enólogo. PVP: 7€
Izadi Larrosa (Bodegas Izadi). La peculiaridad de este rosado riojano está en los viejos viñedos de garnacha, plantados a gran altura hace décadas, lo que le confiere al vino unas cualidades organolépticas singulares. Un vino distinto que gustará a los amantes de los vinos provenzales por su elegancia gustativa y su delicadeza cromática. PVP: 6,50€
Rita (Bodegas Habla). El rosado más sensual y glamuroso de España es extremeño y se llama Rita, por la Hayworth. El diseño de la botella está inspirado en las curvas de la inmortal Gilda, y el interior es un cuidado ensamblaje de syrah y garnacha procedente de los viñedos ecológicos que la bodega cacereña controla en Côte de Provence, al sur de Francia. Una joya de alta costura con una personalidad arrolladora. PVP: 24€
Castelo Rosé (Bodegas Castelo de Medina). Es uno de los rosados más jóvenes y atemporales de la Tierra de Castilla y León. Fresco, vivo y sin ataduras, Castelo Rosé está elaborado con una garnacha que se muestra más o menos rebelde según la añada, pero siempre con el equilibrio adecuado, la estructura firme y el punto de acidez justo. PVP: 6,80€
Dehesa de Luna Rosé (Dehesa de Luna Reserva de la Biodiversidad). Elaborado con cabernet sauvignon procedente del viñedo de La Mata de la Culebra en La Roda (Albacete), el rosé ecológico de la bodega Dehesa de Luna sigue la tendencia de esos vinos provenzales frescos y florales, a partir del cuidado extremo de la tierra y mediante una elaboración que busca la elegancia, la finura y el equilibrio de una variedad con mucha fuerza. PVP: 8,50€