Uno de los restaurantes de los que más me arrepentía de no haber visitado hasta ahora era La Ancha, así que tuve que ponerle solución a este problema. Una casa con más de 100 años de historia que comenzó en Usera y se ha ido mudando por medio Madrid.

Todo empieza cuando el tío del abuelo de Nino Redruello (actual propietario del negocio) se muda de Asturias a Madrid para montar una pequeña taberna: La Estrecha. Desde allí, el relevo generacional ha llegado hasta Nino que, de forma magistral ha sabido renovar a la vez que mantiene la tradición.

El concepto detrás de La Ancha es sencillo, una cocina sin artificios sustentada en recetas tradicionales y una gran selección del mejor producto que en cada momento ofrece el mercado. Nadie se vuelve loco a la hora de crear nuevas recetas, pues aquí lo importante es la base, el sabor, el fondo y la materia prima que se utiliza.

La Ancha consigue así elaborar una cocina muy honesta, donde uno puede disfrutar de los platos de toda la vida sin miedo a encontrarse con aquellos grandes miedos de la tan maltratada cocina tradicional: quintas gamas, polvos mágicos espesantes o productos maltratados y nada seleccionados.

Cocina tradicional bien hecha

Parece mentira que estemos hoy en día premiando tanto que las cosas sencillas se hagan bien, pero es que parece ser que es el pilar más maltratado de la gastronomía española. Se ve que al ser sencillo uno puede despreocuparse de todo lo importante. Afortunadamente quedan restaurantes como La Ancha que demuestran que se puede comer sencillo y muy bien.

Comenzamos con un clásico de la casa, las colas de cangrejo de río con vinagreta. Se trata de un plato que lleva prácticamente toda la vida en la carta y que a día de hoy sigue triunfando, así que por algún motivo será.

Tras ello vamos con el panaché de verdura, un plato que demuestra perfectamente el buen hacer de la cocina de La Ancha y ese respeto a la tradición y apuesta por el producto. Es un plato excelente, y de las mejores menestras que he comido nunca, es de agradecer las buenísimas verduras que se utilizan, el punto de cocción y el fondo tan espectacular que se trabaja.

Seguimos probando los lomos de merluza a la romana y los chipirones en su tinta, ambos estupendamente bien elaborados. Da gusto encontrarse con un plato tan sencillo como la merluza a la romana, donde el pescado es de calidad y la fritura está bien hecha. Lo mismo ocurre con los chipirones, y se vuelve a repetir la máxima de La Ancha: sencillez y calidad.

El escalope Armando es un plato de relativa reciente incorporación a la carta. Desde entonces, y, sobre todo, con el auge de la comida a domicilio que surgió en la pandemia de la COVID-19, ha triunfado muchísimo y es de lo más demandado. No es un plato que me entusiasme especialmente, prefiero otro tipo de carnes con corte más grueso y que permitan un punto de menor cocción, pero entiendo que a muchos les encante.

Antes de acabar la parte salada me animé a probar la tortilla española guisada en callos, y no pudo ser mejor la elección. Una tortilla con un punto perfecto, muy bien hecha, acompañada de un guiso excelente. Plato imprescindible.

Los postres están igual de trabajados que la carta principal, y se aplican los mismos principios de producto, calidad y sencillez. Yo probé una muy rica torrija perfecta para acabar.

La Ancha es uno de esos restaurantes tradicionales que ha sabido renovarse y adaptarse a los nuevos tiempos, pero manteniendo siempre su esencia y sin dar la espalda a sus principios. Un lugar que tiene que perdurar en el tiempo y que ojalá siempre sea parte de nuestra gastronomía por la gran importancia que tiene y lo mucho que aporta, sobre todo recordándonos la importancia de hacer bien las cosas sencillas.