Una de las grandes novedades de este otoño en Valencia, ha sido la mudanza del restaurante gastronómico de Ricard Camarena, al espacio Bombas Gens. Tras un periodo de rodaje en verano, es ahora cuando han puesto toda la maquinaria a funcionar para convertirse en el buque insignia de la gastronomía valenciana. Y creedme, este cambio huele a segunda estrella.
Arte y gastronomía en Bombas Gens Centre D’Art
Ricard Camarena se ha trasladado al nuevo centro de arte de la ciudad de Valencia: Bombas Gens. Lo que fuera una antigua fábrica de bombas hidráulicas, ahora se ha convertido en un punto de encuentro cultural y gastronómico ineludible.
Bajo un mismo techo se han unido estas dos disciplinas. La parte artística corre a cargo de la Fundació per Amor a L’art, mientras que del interiorismo del nuevo restaurante, ha sido el estudio Francesc Rifé, en el que ha confiado el valenciano para dar nueva luz a su proyecto más personal y emblemático. Tanto el edificio, como su lo que albergan ambas propuestas, comparten características muy singulares: la innovación, el esfuerzo incansable, la humildad y, por supuesto, la creatividad.
Entrar en el nuevo Ricard Camarena es hacerlo a un mundo nuevo donde el espacio y la luz natural mandan. El restaurante ahora tiene 1000 metros cuadrados donde hacer realidad todos sus sueños. Más grande, polivalente, sí. Pero lo que no ha cambiado un ápice es el hilo conductor de la cocina de este chef valenciano, que cada cada día más cerca de un respeto absoluto por el producto de la tierra, el trabajo con los productores locales, la temporalidad…
Un Ricard Camarena mucho más personal
En el nuevo espacio, la oferta se ha concebido bajo 3 menús degustación que cambian con la temporada, y varían en función del número de pasos o bocados. Y, además, un menú de mediodía entre semana.
Os contaré mi experiencia. Al llegar al restaurante, te reciben y pasas a una sala con sillones para disfrutar de los primeros aperitivos y una bebida de tu elección. Nosotros elegimos una copa de manzanilla pasada, ideal para acompañar los pequeños bocados con los que comienzan todos los menús. Arrancamos nuestro viaje por la cocina de Camarena con una infusión de verduras asadas, hierbabuena y amontillado. Un delicioso preludio para ir preparando el cuerpo para la comida, seguido de dos snacks, un bocado de steak tartar y requesón envuelto en piel de calabacín y nabo con rábano y huevas de arenque. A continuación, y para terminar con esta parte en la biblioteca, degustamos una ensaladilla rusa de corvina envuelta en lechuga a modo de taco. En tan solo tres bocados ya nos hemos dado cuenta de la genialidad de Camarena y de lo que hace que despunte como nadie.
La sala del nuevo Richard Camarena
Ha llegado la hora de pasar a la mesa. La nueva sala, como adelantaba, es mucho más amplia y luminosa. Y lo mejor de todo, la cocina está a la vista de todos. Ya sentados degustaremos otras dos secuencias de snacks para comer con las manos: cebolla – mantequilla de anchoas – ajo negro, higo – pato – fondillón y apio a la brasa – pollo – mostaza, entre otros.
El nuevo Ricard Camarena Restaurante ha apostado por convertirse en una experiencia para todos los sentidos, y es en este momento antes de empezar con los platos fuertes del menú, en el que nos invitarán a levantarnos y postrarnos frente a la cocina.
Unas veces Ricard, otras su jefe de cocina, nos harán partícipes de todo su saber hacer. En mi visita probamos una zanahoria. Sí, una simple zanahoria elevada a la máxima potencia. Se trata de zanahorias baby, que no son otras que las normales pero que se recogen antes de que crezcan más para conservar así toda su potencia de sabor. Se baña en leche de coco y añaden comino y coco tostado. ¿Cómo puede una simple verdura estar tan buena?
Volvemos a la mesa para seguir con este festival gastronómico en toda regla y empiezan a desfilar los platos fuertes del menú. Un capuccino frío de meuniere de bogavante, seguido de uno de los platos icónicos de esta casa, la ostra valenciana con aguacate y horchata de galanga. Para comerla a cucharadas y de una forma muy cómoda, ya que la ostra viene partida en tres trozos.
Y ahora le toca el turno a uno de los mejores platos de la experiencia, la ensalada de otoño con níscalos, jugo de tomates asados y mandarina. Dos productos de temporada, junto al jugo de tomate de las conservas que hace Camarena cada año, que juntos son una explosión de sabores inolvidables.
La huerta y el mar Mediterráneo siempre están presentes en las creaciones del valenciano. El siguiente plato de nuestro menú fue una berenjena asada, con ventresca de atún rojo y salsa de hierbas de costa. En la berenjena predominaba ese sabor tan característico a humo que dan las brasas, mientras que la ventresca, cortada a láminas muy finas, destilaba delicadeza. Un plato estético tanto en presentación, como en sabores.
Lo que vino después fue algo que el mismo Camarena me contó que era una antístesis de lo que él suele hacer. El plato eran unas cocochas con espárragos blancos, holandesa de merluza y levadura. “Este es un plato que se sale de mi coherencia habitual y de lo que pienso, es como ese pequeño dulce cuando estás a dieta.” Aquí la holandesa era casi la protagonista del plato.
Terminamos la parte salada con un roastbeef de solomillo de vaca, vinagreta de lentejas y cogollo a la brasa.
Y llegó el momento del dulce. Primero se sirve un prepostre que sirve para rebajar la comida anterior y limpiar el paladar. Consta de una bebida fermentada de jugo de tomate y albahaca, una galleta fría de anís y un postre a base de mandarina, perifollo y eucalipto. Como colofón final tomamos un pastel de calabaza, yogur y jengibre. Una vez más, un postre nada pesado, muy acorde con todo el menú del que disfrutamos.
Podría pasarme horas hablando de las bondades de conocer el nuevo Ricard Camarena, pero, como siempre, lo mejor en estos casos es descubrir la experiencias por uno mismo. ¡Disfrutad!
Qué, Dónde, Cuándo, Cuánto
- Ricard Camarena ha trasladado su restaurante gastronómico al nuevo espacio de arte Bombas Gens, una antigua fábrica de bombas hidraúlicas que se ha transformado en centro de arte y gastronomía. Ha ganado en espacio y ahora su propuesta se articula en varios espacios.
- El restaurante está en Avenida de Burjassot, 54. Valencia.
- Abre de martes a sábado de de 13.30-15.30 horas y de 20.30 a 22.30 horas. Domingos y lunes cerrado.
- Para reservar puedes hacerlo a través de su página web: www.ricardcamarenarestaurant.com. En la plataforma se pedirá una tarjeta de crédito para garantizar la reserva. Para reservas de grupos de más de cuatro personas hay que llamar al 96 335 54 18.
- El menú corto incluye un preludio de ocho bocados y seis platos y cuesta 98 euros. El menú degustación, que es el que tomamos, incluye el preludio de 10 bocados y ocho platos y cuesta 120 euros. El menú Ricard Camarena, el más largo, consta del preludio de diez bocados y once platos y cuesta 150 euros. Todos los menús tienen la posibilidad de añadir un maridaje que varía en precio dependiendo del menú.