Sé lo que estás pensando: que por muy bonito que sea por fuera (Lambretta aparcada a la puerta incluida), seguro que Fellina es un italiano más. Con sus pizzas normalitas, sus pastas nada al dente y sus postres poco sorprendentes.
No es que sea adivina, es que eso es exactamente lo mismo que pensaba yo antes de ir al nuevo restaurante; por cierto, puesto en marcha en el barrio de Chamberí, muy cerca de Alonso Martínez, por el Grupo Le Cocó -Le Cocó, El Columpio, Random, Somos Garra Barceló Torre de Madrid-, del empresario Esteban Arnáiz. Y oye, nada que ver. Resulta que Fellina es toda una sorpresa: un italiano con aspecto de trattoria, sabores de la bella Italia y platos de los que creías que solo podrías comer en Italia, o en Madrid a precio de oro. Hasta ahora.
Que conste que el problema no era del restaurante en sí, sino de las expectativas. Me explico: que un restaurante pase de ser una propuesta sofisticada con platos de autor y una estética muy pensada para la noche como era Random -ha ocupado esta misma ubicación hasta el pasado mes de julio-, a una apuesta por la cocina italiana más tradicional y aspecto de casa de la nonna sin cambiar de dueños, quizá no termina de convencer. Hasta que, primero, hablas con Esteban y te cuenta que este es un sueño que tenía desde que se enamoró de la Toscana, su cocina y su forma de vida, durante un viaje. Y segundo, echas un ojo a la carta y ves ingredientes, elaboraciones y recetas nada habituales en otros italianos. Pues así, sí.
Fellina recorre Italia de norte a sur
Con la cocina italiana pasa un poco como con las paellas: aunque hay quienes creen que todas son iguales, las recetas del norte no tienen nada vez con las del sur. El norte es más de mantequilla, nata, pasta al huevo y quesos de vaca como el parmiggiano; mientras que en el sur hacen uso de aceite de oliva, tomate, pasta de trigo duro y quesos de oveja, como el pecorino. Así que para ser honestos y evitar cualquier sacrilegio entre recetas, Esteban ha tirado por la calle del medio: cuenta con un equipo de cocina en el que hay representantes de una y otra zona. Así no solo ha evitado un problema, sino que ha conseguido darle justo la autenticidad que buscaba.
La carta es un constante ir y venir por la geografía italiana. Desde Sicilia con la melanzane alla parmigiana o el carpaccio di manzo, a Génova y su tradicional focaccia grossa, pasando por la Toscana con un plato de pasta corta típica de la zona, paccheri al ragú di cinghiale (con ragú de jabalí y castañas). Y lo mismo sucede con la carta de bebidas, con más de 20 referencias vinícolas que van más allá de los lambruscos. Lo que tampoco faltan son los tradicionales aperitivos, como Negroni, Spritz o Bellini sin ir más lejos.
Plato a plato en la carta de Fellina
Antes de empezar, un aperitivo que es todo un acierto: mortadella recién cortada (la máquina cortadora de fiambre preside la entrada al restaurante) y parmiggiano reggiano de 36 meses de maduración del que también presumen con su presencia en el salón. Le siguen unos antipasti nada convencionales en los italianos a este lado del Mediterráneo: fiore di zucchina, flores de calabacín en tempura con mayonesa de ajo asado y albahaca, y una bruschetta di sardine e maracuja, una rebanada de pan con sardinas de tamaño y sabor más que considerables. Todo ello acompañado de una focaccia all’aglio recién hecha en el horno de piedra, el mismo en el que hacen las pizzas artesanas. Imposible negarse.
Y entre los platos fuertes, dos pastas frescas: primero una ripiena, tortelloni gigante con capessante e gamberetti, o lo que es lo mismo pasta gigante (cinco piezas en el plato son más que suficientes) rellena de crema de ricotta, vieira y gambas, y salsa de trufa. Después, una genuina pasta lunga: spaghetti alla carbonara originale. Aptos hasta para el paladar de un italiano, pues se trata de pasta fresca elaborada con todos los ingredientes de la receta original: guanciale (papada de cerdo curada y especiada) y queso pecorino, con huevo aliñado al momento y a la vista del comensal, para no levantar suspicacias y confirmar que la carbonara no lleva nata (al menos de Roma para abajo).
La única pizza frita de Madrid
Con mucho dolor de mi corazón, pero con el estómago bien lleno, dejo para otro día uno de los hits de la carta de Fellina que, visto lo visto, y probado lo probado, no creo que defraude: la pizza fritta, una receta típica de Nápoles y la única hasta la fecha que se puede encontrar en Madrid. En aspecto es similar a una calzone, pero con masa artesana de pizza, y en Fellina las hacen de dos tipos: rellena solo de mozzarella, tomate y queso, o de speck y gorgonzola. Y también para otro día, las pizzas al horno di pietra, de las que ofrecen hasta cinco variedades: desde la clásica margarita o la de frutti di mare, a la pizza con huevos de codorniz y trufa que, desde ya, está en mi lista de futuras comidas.
A lo que no renuncio es al postre. Y menos mal, porque en el apartado dulce aguardaban desde el clásico tiramisú y helados artesanales, a saquitos de Nutella o cannoli rellenos de ricotta. Difícil elección, pero finalmente los elegidos han sido unos cannoli, tres canutillos de masa rellenos -una vez más a la vista del cliente- y dispuestos sobre un papel de estraza -que en este caso hace las veces de plato- pintado como si fuera un cuadro con salsa de frutos rojos. Un final más que feliz para esta primera vez en Fellina, a la que seguro siguen otras muchas más.
Espacios para todos los gustos
Por cierto, Fellina es de esos locales amplios con varios espacios que se prestan a diferentes tipos de quedada, desde una cita en pareja a una comida en grupo o incluso familiar, porque no solo tienen espacio, sino hasta menú para niños. Está dividido en varias zonas: patio en la planta a pie de calle para los días más soleados, bistró, salón principal con ventanales a la calle y un reservado perfecto para quienes vayan en grupo. Y todo ello decorado al más puro estilo de villa de la Toscana, muy acogedor y familiar, obra del estudio de interiorismo Madrid In Love. Igual que la planta baja, en la que se esconde Anónimo Club, un local casi clandestino y muy sofisticado perfecto para esa hora del afterwork, con cócteles y combinados de autor.
Qué, Dónde, Cuándo y Cuánto
Si Italia te pilla lejos y tienes antojo de platos de los que preparan por allí, toma nota de los datos de Fellina:
- Fellina es el restaurante que sustituye al ya desaparecido Random, y se trata de un italiano asequible en el que se pueden probar propuestas de las diferentes cocinas de Italia, con sus diferencias y sus ingredientes, seleccionados de norte a sur de la geografía italiana. La idea es del hostelero Esteban Arnáiz, que con este restaurante, abierto en la zona de Alonso Martínez, suma un nuevo restaurante más a su Grupo Le Cocó.
- Está en la calle Caracas, 21. Madrid
- El restaurante abre todos los días: cocina abierta en horarios de comida (13 a 16h) y cena (21 a 00h). Anónimo Club abierto de jueves a sábado de 17 a 02h.
- Fellina sí admite reservas. Solo tienes que llamar al 914 10 92 50
- El precio medio por persona en Fellina es de 25€. Menú infantil 10€.
- Servicio de aparcacoches.