Cantabria es infinita. Y permitidnos que recalquemos su eslogan turístico, porque no puede estar más acertado. La comunidad autónoma del norte de España, la 'tierruca', tiene tantos alicientes que sería imposible señalarlos todos en estas líneas.
Playas de impresión, verdes prados que llegan hasta donde alcanza la vista, pueblecitos con encanto y una gastronomía propia que a todos nos vuelve locos. Rabas, sobaos, anchoas de Santoña, cocido lebaniego, pescados y mariscos del Cantábrico... Vayas donde vayas, Cantabria es un sí rotundo.
Solana, el restaurante de peregrinaje en las montañas
Así que hoy hacemos una primera parada en una zona muy especial, concretamente a uno de esos lugares que es de peregrinaje y no solo gastronómico, sino también católico, el Santuario de la Bien Aparecida. Alejado de la costa y sobre una montaña, se encuentra este espacio cultural y religioso, pero es también ahí donde reside uno de los mejores restaurantes del panorama cántabro, el restaurante y bar Solana.
Al frente, el chef Nacho Solana, cuarta generación de una familia dedicada a la hostelería desde 1938. Nacido en una casa así, no era de extrañar que Solana recogiera el testigo de sus padres y lo trajese hasta nuestros días. Solana es un cocinero de raíces y de tradición, un narrador de la cocina de su tierra y junto a su hermana Inma, el responsable de que el negocio familiar perdure hasta hoy.
Tras estudiar hostelería fuera de Cantabria, regresó en 2007, a aquel lugar que es negocio y hogar, para ponerse al frente de este fantástico restaurante y bar. A los pocos años, en 2011, logró su primera Estrella Michelin, convirtiéndose en uno de los diez cocineros nacionales más jóvenes en conseguirlo.
Con las recetas de su madre y su tía por bandera, Solana puso todo su saber hacer en los fogones, reavivando estos platos clásicos y apostando también por el producto como emblema. Ha sido el responsable de que todas queramos subir allí arriba a disfrutar del caviar verde de Ampuero cada verano, el preciado pimiento de esta localidad que sirven frito, de sus croquetas, que en 2017 se coronaron como la Mejor Croqueta de Jamón del Mundo en Madrid Fusión y de una de las mejores tortillas del país, que se sirve en la zona de bar.
Pero también es alta cocina y creatividad, que sin perder el foco en la tierra, evoluciona en platos como sus maganos con arroz venere, el taco de steak tartar de vaca tudanca o su versión del cocido montañés.
Pico Velasco, el próximo gran hotel gastronómico de España
Con todo estructurado, se le presentó un nuevo reto, asumir la dirección gastronómica de un hotel y espacio de eventos. Y era en el bellísimo paraje del Parque Natural de las Marismas de Santoña y en una antigua casona solariega icónica, donde desde el pasado junio se alza Pico Velasco. Propiedad del ex-CEO de Volkswagen, este hotel es como un sueño hecho realidad, el del propio Herbert Diess y del que tiene la suerte de visitarlo.
Rodeado de verde por todas partes, estamos seguros de que será el próximo gran hotel destino gastronómico, como lo son Atrio o Echaurren. ¿Sus señas? Localización, espacio, hospitalidad y gastronomía. Y Solana era el perfecto para desarrollar una propuesta que se une a un lugar ya idílico de por sí. Allí se han celebrado ya enlaces y eventos desde su puesta en marcha, pero es el restaurante y toda la propuesta culinaria, otro de sus grandes reclamos.
Se trata de otro gastronómico con una propuesta propia en la que se replican algunos de los grandes éxitos de Solana. Y posiblemente sea ya uno de los restaurantes más bonitos de toda Cantabria, porque la sala espaciosa y serena, no necesita mayor decoración que los ventanales de suelo a techo con vista panorámica sobre la finca -en la que pastan tranquilamente las vacas- y el horizonte.
Trabajan con dos menús, Albiar y Sincio. Y aunque uno es más corto que el otro, ambos son plenamente saciables. Los snacks merecen un monumento, como esa mantequilla de anchoa con su raspa crujiente de la que es imposible dejar de comer o la interpretación de la gilda en un bocado, que explota en boca, por no hablar de un taco en distintas texturas de tomate que atrapa todo el sabor de la hortaliza o una original tortilla de chorizo en espuma.
Siguen platos como una trucha de río con sus huevas con una base de ajoblanco con aromáticas, la fantástica yema de huevos del Asón con una carbonara de hierbas, panceta y queso parmesano o un entrecot de cordero, una pieza muy jugosa del animal, que se sirve con lechuga de la cercana Voto y un pincho moruno con las mollejas. El punto dulce lo ponen postres como su delicada tatin de manzana en texturas.
El culmen es pasar la noche, en este lugar con un exterior de piedra antigua, que esconde un interior contemporáneo, donde se cuelan diseño, arquitectura y arte. Tan solo son 11 habitaciones, todas ellas espaciosas y con ventanales por los que se cuela un paisaje inigualable. La tecnología y la eficiencia se han apoderado del edificio, a través de suelos radiantes, almohadas de carbono, materiales nobles... Sin embargo, aunque queramos quedarnos a vivir allí, será necesario salir a conocer el resto de esta propiedad.
A la mañana siguiente esperan más sorpresas. Porque tras un descanso como hay pocos en mitad del silencio de los prados cántabros, el primer aliciente es el desayuno. No desayunar en un hotel es casi delito, pero aquí lo es más porque han adoptado un formato nada desdeñable, el desayuno gastronómico. Y eso significa un despliegue de delicias que alegrarían la mañana a cualquiera.
Consiste en un festín con una bandeja de bollería casera (pain au chocolat, donuts, croissants) junto a quesada y sobaos pasiegos. A ella le siguen mermeladas artesanales, una jugosa french toast para probarlas, yogures Bien Aparecida de la Granja Ponderosa, frutos secos, polen...
Por si fuese poco, añaden un menú del que elegir un plato caliente por huésped. Las opciones van desde un bagel tipo césar de pollo ecológico a un mollete de lomo y queso, pasando por platos de quesos de Cantabria o ibéricos y hasta un pisto con huevo. Aunque sin duda alguna, la estrella es la celebérrima tortilla Solana hecha al momento. Y solo por ella, merece la pena el viaje.