Cipriani. Un nombre conocido en el mundo entero. Un lugar que allá donde abre, triunfa. Y sino que se lo digan a todas las celebrities que abarrotan sus mesas. Hace apenas unos días era Leonardo DiCaprio el que visitaba la sede de Ibiza. Y no era el único lugar por el que se dejaba ver. También lo hizo en Es Molí de Sal, uno de los mejores restaurantes de Formentera.
No ha sido el único que lo ha visitado. Precisamente este local también fue el escenario de una sonada pelea entre el actor Orlando Bloom y Justin Bieber, bajo la atenta mirada de otras reinas del famoseo como Paris Hilton o Lindsay Lohan. Pero volvamos a Cipriani. ¿Qué tiene este lugar para encandilarlos a todo? Una de las historias más fascinantes de la gastronomía italiana.
Harry's Bar, el principio de todo
Para conocer la importancia de Cipriani y su expansión por todo el mundo, hay que volver a Venecia. Todo empezó con un cóctel y con dos nombres. El primero, el de Harry Pickering, un joven estadounidense adinerado, que su familia envió a Europa para que consiguiera, de una vez para siempre, moderar su hábito a la bebida.
Así que acompañado por su madre, Harry fijó su residencia en el hotel Europa en Venecia. En poco tiempo, forjó una amistad con un camarero que trabajaba detrás de la barra del hotel, aquella en la que a diario pasaba a tomar cócteles. ¿Su nombre? Giuseppe Cipriani.
Un día Harry dejó de aparecer. Pero Cipriani lo buscó hasta que dio con él y fue cuando Pickering le contó su historia y cómo su familia lo había desheredado. Cipriani, de origen humilde, reunió una gran suma de dinero para la época, unas 10.000 liras (500 dólares) para prestar a su amigo.
Pasó el tiempo y dos años más tarde, Harry volvió al bar del hotel, pidió una bebida y le devolvió a su amigo lo prestado, más 40.000 liras. Aquello era suficiente para que Cipriani pudiese abrir su propio bar. "Y lo llamaremos Harry's Bar", sentenció Pickering.
Una historia de cócteles y carne cruda
Era 1931 y así empezaba la historia de esta marca ya prácticamente universal y lo hacía en un pequeño local junto al Gran Canal, que a los pocos años de abrir, ya era todo un hito para los viajeros venidos de todo el mundo. Y para las personalidades, acogiendo entre sus paredes desde a la realeza europea, hasta celebridades de la talla de Winston Churchill, Ernest Hemingway, Truman Capote u Orson Welles.
Pasaron los años y en 1948, durante el verano, en el Harry's Bar se sirvió ese trago que les haría pasar a los anales de la historia. Cipriani siembre había abogado por el producto de temporada, tanto en la comida que servía en su bar como en las bebidas. Y fue inspirado por los melocotones del campo veneciano, cuando encontró su bebida, el Bellini.
Dos partes de prosecco y una de puré de melocotón blanco. Nada más y nada menos para un trago épico. ¿Y el nombre? Inspirado por los colores de la paleta del pintor veneciano del Cinquecento Giovani Bellini.
La otra gran creación de Cipriani fue un plato que rápidamente se extendió a las cartas de restaurantes de medio mundo, el carpaccio. Solo dos años más tarde, el ya restaurador Cipriani dio con otra de sus creaciones. Y este plato tan replicado, fue creado en honor de la condesa Amalia Nani Mocenigo, a la que el médico había recomendado no comer carnes cocinadas. Así que le preparó este plato de carne cruda, cortada muy fina. El éxito fue inmediato.
¿Y el nombre? Cuentan como ese año en Venecia solo se hablaba de una muestra de un pintor renacentista, Vittore Carpaccio, así que una vez más, inspirado por los colores de sus pinturas, Cipriani bautizó al plato como carpaccio. Las mejores ideas llegan muchas veces por casualidad, ¿verdad?
Tras este triunfo llegaron también los hoteles y llegó Nueva York, la primera incursión en el extranjero de Cipriani. Y de ahí, la expansión por todo el mundo para contar ahora con locales en Las Vegas, Miami, Abu Dhabi, Dubái, Montecarlo, Hong Kong o Ciudad de México, entre muchos otros.
Y ahora, también en Marbella
Si Ibiza fue el primer desembarco de la marca en España, esta temporada se estrenan con una segunda sede, ubicada en el hotel Puente Romano en Marbella, convirtiéndose en la más nueva apertura del grupo en el mundo.
¿Qué esperar allí? Lo primero un local con reminiscencias al lugar de donde vienen, Venecia, con colores náuticos, la madera brillante que recubre las Riva que surcan el Gran Canal, lámparas de cristal de Murano y una terraza donde pasar las noches de verano.
También servicio a la italiana de vieja escuela, de esos de camareros con chaquetilla blanca y el lujo relajado que caracteriza a esta marca con un lema "servir es ante todo amar".
Y en cuanto a la comida, una carta de cocina italiana tradicional, con especial hincapié a la veneciana, con platos como el hígado a la veneciana con polenta frita y fantásticas pastas como los pappardelle con azafrán y bacon, los taglioloni al horno con jamón o las orecchiette al pesto.
Todo ello junto a inamovibles de la casa, como el carpaccio 'alla Cipriani', la milanesa de ternera o la lubina a la Carlina con arroz pilaf. También hay pizzas en Cipriani Marbella, como la pizza de trufa que se tarifa al escandaloso precio de 75 euros.
¿De postre? Helado de pistacho, tiramisú y otro de sus postres famosos, la tarta de vainilla y merengue. Todo ello claro está, acompañado por una suculenta bodega y por uno de los cócteles más famosos del mundo, el Bellini sello de la casa.