El consumo regular de frutas y verduras es clave si se pretende seguir una dieta saludable. Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), «comer al menos 400 g, o cinco porciones de frutas y verduras al día, reduce el riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles y ayuda a garantizar una ingesta diaria suficiente de fibra dietética».
La concienciación sobre este tema es cada vez mayor, lo que ha provocado que aumente la demanda de hortalizas en formatos que faciliten su consumo y que lo hagan más atractivo. Todo ello ha motivado que los productores hayan ido evolucionando para adaptarse a las nuevas tendencias y necesidades del consumidor implantando el cultivo de nuevas variedades como las hortalizas baby o mini.
Los invernaderos solares de Almería y Granada son un buen ejemplo de la constante innovación desarrollada en sus cultivos para responder a los cambiantes gustos y necesidades de los consumidores, cada vez más preocupados por ingerir alimentos sanos que hayan sido producidos de forma sostenible y respetuosa con el entorno.
Hortalizas mini, ¿por qué gustan tanto?
Las hortalizas en formato reducido son muy apreciadas en el sector hostelero, pues permiten emplatados mucho más llamativos, por lo que a menudo son utilizadas en restaurantes de alta cocina por algunos de los mejores chefs de nuestro país.
Son perfectas como snacks para llevarlas encima listas para consumir en cualquier momento y lugar e, incluso, algunas empresas ya apuestan por llevarlas a las máquinas de vending como alternativa saludable a todos los aperitivos ultraprocesados que suelen ser habituales en estos canales de venta.
Otra de las razones por las que las hortalizas baby están triunfando en el ámbito doméstico es porque resultan muy atractivas para los más pequeños de la casa y son una buena opción para que en su dieta no falten alimentos vegetales.
Asimismo, al igual que las mejores esencias se guardan en frascos pequeños, en el caso de las hortalizas mini también ocurre lo mismo. A pesar de su reducido tamaño, estas hortalizas se caracterizan por tener un sabor más dulce de lo normal y no se trata de que estas hortalizas tengan más azúcar, sino que se debe a que «la concentración de sólidos disueltos que aportan sabor, aparte del azúcar, es mayor que en las hortalizas de mayor tamaño, es lo que se conoce en el argot profesional como grados Brix», explican desde el Consorcio Cute Solar.
Hortalizas mini, pero de muchas variedades
Las primeras hortalizas baby que empezaron a comercializarse en el mercado fueron los conocidos como tomates cherry. Los primeros eran rojos y redondos, pero ahora los hay de distintos colores (amarillos, naranjas, chocolate…) y formas (redondos, alargados, con forma de pera o con forma de corazón, sueltos, en rama…). Como suele decirse, en la variedad está el gusto.
En pimientos encontramos los Sweet Bite (mordisco dulce), que son pimientos de tamaño mini en distintos colores (rojo, naranja, amarillo) y con sabor muy dulce. También se cultivan algunas variedades de chiles picantes como el jalapeño, el habanero o el famoso Carolina Reaper, el más picante del mundo.
Los pepinos se comercializan en una versión mini, que no son pepinillos, sino una variedad de pepino normal, pero de tamaño mucho más pequeño. Están pensados para ser consumidos crudos y con piel por su crujiente textura y agradable sabor.
En cuanto a hortalizas, encontramos también minicalabacines, de formas más o menos redondeadas o aplastados en forma de flor y de distintos colores. Cabe señalar que las flores del calabacín cada vez se consumen más. «Se trata de un producto muy delicado, sabroso y extraordinariamente vistoso, por lo que es fácil encontrarlo en la alta cocina», explican desde el Consorcio Cute Solar.
Finalmente, en los invernaderos solares se cultivan también sandías y melones de pequeñas dimensiones, que pesan menos de 2 kilos, un tamaño que facilita el consumo cuando se vive solo o son pocos en casa.
La comercialización y el consumo de las hortalizas mini está muy extendido, no solo en la hostelería, sino también para consumo doméstico, por lo que es normal encontrarlas tanto en las grandes superficies como en las fruterías y tiendas gourmet.
Las ventajas del cultivo en invernaderos solares
Aparte de las ventajas que puede suponer para el consumidor la presencia en el mercado de estas hortalizas de pequeño tamaño, su cultivo en los invernaderos solares también ofrece unas garantías al consumidor, no solo desde el punto de vista de la calidad o la seguridad alimentaria, sino también a nivel medioambiental y social.
-
Hortalizas frescas todo el año. Las cubiertas de los invernaderos protegen los cultivos de las condiciones climatológicas adversas, lo que posibilita que los consumidores tengan a su disposición hortalizas frescas y naturales durante todo el año, sin importar la época en la que nos encontremos.
-
Productos con mucho sabor debido al proceso continuado de mejora de las variedades que se cultivan con el fin de potenciar sus propiedades nutricionales y organolépticas.
-
Calidad certificada. Los invernaderos solares cumplen con los más altos estándares de seguridad alimentaria, de buenas prácticas agrícolas y de sostenibilidad social y medioambiental.
-
Control biológico de plagas. Los invernaderos solares son líderes en el mundo en el uso de esta técnica respetuosa con el medioambiente que potencia el uso de ácaros e insectos beneficiosos y la flora local para controlar las plagas que afectan a los cultivos.
-
Consumo racional de agua. Gracias a las técnicas de enarenado, el riego por goteo, la fertirrigación o la recolección del agua de lluvia, estos cultivos permiten la optimización continuada de los recursos hídricos y el aprovechamiento de cada gota de agua.
-
Luz solar como única fuente de energía. Al estar situados en zonas de gran insolación, los invernaderos solares del sur de Europa no necesitan de sistemas de iluminación ni calefacción artificial para el desarrollo de las plantas. Solo son necesarios los rayos del sol que, al atravesar las cubiertas de los invernaderos, se convierten en luz difusa que alcanzan toda la superficie de los cultivos.
-
Reducción del calentamiento global. Las 36.500 hectáreas de invernaderos de Almería y de Granada actúan como un eficaz mecanismo para mitigar el incremento de dióxido de carbono atmosférico, debido a que las plantas actúan como sumideros de carbono y fuentes de oxígeno. En su conjunto, este pulmón verde es capaz de absorber el CO2 que emiten 280.000 coches al día. Asimismo, el efecto albedo, reflexión de parte de la luz solar en las cubiertas de plástico blanqueadas, incide en una disminución de las temperaturas de la zona.
-
Desperdicio cero. Los plásticos que son retirados de las cubiertas se reciclan para fabricar nuevos materiales agrícolas, como cajas, cestos e, incluso, mobiliario urbano como contenedores de basuras, papeleras, bancos y hasta columpios.
-
Motor de empleo. Los invernaderos de las provincias de Almería y Granada generan 45.000 empleos directos y más de 100.000 indirectos.