Existe en Marrakech un paraíso en la tierra, un lugar donde el tiempo se detiene entre el lujo y la sofisticación... Un hotel que es casi una ciudad dentro de la propia ciudad, una medina a tan solo unos pasos de la siempre bulliciosa ciudad imperial. Un hotel para disfrutar con mayúsculas, un hotel para quedarse allí a vivir. Hablamos de Royal Mansour, uno de los mejores alojamientos del globo que propone una experiencia para todos los sentidos.
Un hotel para sentirte como un rey
Royal Mansour fue el sueño de Mohamed VI. El monarca quería un lugar donde alojar a amigos y familiares en sus visitas a la capital. Poco a poco la idea fue tornando en convertirlo en un hotel, un alojamiento donde experimentar el lujo más sorprendente.
El hotel abría sus puertas en 2010 y lo hacía tras un tiempo de arduo trabajo, que reunió a más de 1500 artesanos para darle ese aspecto monumental del que goza, que no es otro que un propio tributo a la hospitalidad, que transmite el orgullo de ser marroquí. Al traspasar sus portones, entramos en un mundo casi mágico, de sosiego y admiración a cada paso, de trabajo artesano, de impresionantes artesonados, estucos, mosaicos, yesería, mobiliario o trabajos con tejidos. Todo allí rezuman exclusividad.
Tanto es así que se define como una ciudad dentro de otra, porque Royal Mansour no tiene habitaciones al uso, sino 53 riads repartidos por su extenso terreno. De 1, 2 o 3 habitaciones o lo que es lo mismo, tu propia casa en Marrakech de tres plantas, con un salón y patio en la planta baja el más sencillo, una habitación en la primera y una terraza privada con vistas, piscina y tumbonas en la última.
Hay mucho más que disfrutar, como su arrebatadora piscina en mitad del jardín de nada menos que dos hectáreas y media, diseñado por el paisajista español Luis Vallejo. Pasear por allí es un gozo para todos los sentidos, mientras cantan los pájaros o se cuela la llamada a la oración y te pierdes en un edén repleto de palmeras, árboles frutales, flores, olivos y hasta un jardín de hierbas aromáticas y verduras ecológicas que nutre las cocinas de sus diferentes restaurantes.
Tampoco falta un spa casi escondido, considerado en 2021 como el Mejor Spa del Mundo por los World Luxury Spa Awards. Con 2500 metros cuadrados de extensión, cuenta con una piscina interior y un atrio que deja boquiabierto, etéreo y levantado con celosías blancas, que sirve como preámbulo de una carta de tratamientos y programas wellness y uno los mejores Hammam del mundo.
El lujo también es el servicio. Y aquí todo está a la altura, porque cada rincón del hotel, está atendido por nada menos que 550 trabajadores, casi invisibles, que velan porque no falte de nada a sus huéspedes moviéndose por túneles ocultos a la vista de cualquiera.
Todo este despliegue puede resultar apabullante y al alcance de muy pocos, pero lo fantástico es que Royal Mansour no se diseñó solo para lo disfrutaran sus huéspedes, sino para que todos los que quieran visitarlo pudieran hacerlo. Por ello disponen de la opción de reservar en cualquiera de sus restaurantes (a partir de unos 70-80 € por persona), su spa o con su day pass, que por poco más de 110 euros, da acceso a pasar el día en su piscina, un mocktail y un menú gastronómico en Le Jardin.
Royal Mansour: un destino gastronómico con cuatro restaurantes
Desde su construcción, Royal Mansour también se pensó como un destino gastronómico en sí mismo. Esta labor de unir la cultura marroquí con la de otras partes del mundo, se puso en manos de Yannick Alléno, considerado como uno de los chefs más interesantes de la corriente de la nueva cocina francesa, galardonado con seis estrellas Michelin y con más de una decena de restaurantes por el mundo.
Yannick entendió a la perfección cómo unir la cultura mediterránea con la marroquí, firmando la carta de nada menos que tres de los cuatro restaurantes que tiene Royal Mansour. ¿Lo común a todos ellos? El producto, que es lo más importante y para ello se abastece de producto local, cultivado en la región en ecológico, convirtiendo una vez más el hotel en un dinamizador de la economía local.
Una de sus más preciadas joyas es La Grande Table Marocaine, el restaurante que nació con la apertura del hotel, fruto de la unión de la cocina del parisino y la fabulosa despensa del Reino de Marruecos. ¿Lo que consiguieron? Uno de los mejores restaurantes de alta cocina, donde degustar platos icónicos de norte a sur, donde tradición y modernidad se dan de la mano.
Cada plato y cada elemento tienen nombres y apellidos, como la sopa Chorba de pescado, los briouats de masa filo rellenos de cordero aromatizado con menta o espinacas y queso, el tajine de sardina con chermoula o dos de sus platos estrella, la pastela de pichón y la langosta azul de Dukkala.
Como manda la tradición, los viernes es el turno del cous cous, tal y como se come en las casas de Marruecos. Para ello proponen un menú completo por unos 38 euros al cambio, que arranca con ensaladas marroquíes y sigue con un plato de cous cous, a elegir entre tres opciones, vegetal, con pollo o cordero, para terminar con una refrescante ensalada de naranja o una pastilla típica regada con leche infusionada con leche de azahar.
El siguiente en unirse a la oferta gastronómica de Royal Mansour fue en 2016 Le Jardin, su restaurante mediterráneo-asiático, con toques de otras cocinas del mundo como la peruana. Junto a su piscina se encuentra este oasis al aire libre, para comer a la sombra de palmeras y olivos y aprovechar las buenas temperaturas para una cena bajo las estrellas.
¿En su carta? Ensaladas, ceviche, carpaccios, sushi, dim sum, woks... además de platos preparados al Josper o con métodos de cocción típicos marroquíes. Todo ello elaborado con ingredientes de calidad y el saber hacer de Yannick Alléno.
En 2019 abrió un nuevo restaurante, un italiano bautizado como Sésamo. Todo allí destila dolce vita, desde las lámparas de cristal de Murano, hasta las instantáneas de ciudades italianas que cuelgan de sus paredes. Para este restaurante se contó con otros grandes restauradores, los hermanos Massimiliano y Raffaele Alajmo, con espacios en Italia y Francia y tres estrellas Michelin en Le Calandre, en su Padua natal.
La cocina a cargo de Massimiliano, apodado por muchos como el 'Mozart de la gastronomía italiana', habla del país transalpino, de su tradición y de la renovación de sus sabores de antaño. Aquí se han consagrado platos ya icónicos como, el capuchino Majorelle, creado para el hotel, una delicia elaborada con tinta de calamar, puré de patata y espirulina que logra ese azul que recuerda a los jardines de la casa de Yves Saint Laurent y Jacques Majorelle.
Bordan además la parmigiana, la pizza romana que preparan al vapor y las pastas, como los paccheri con gambas y calamares con almendras tostadas, colatura de anchoa y bottarga.
Royal Mansour está en constante evolución y siempre busca lo mejor para satisfacer a sus clientes. ¿La última incorporación? La renovación de La Table, su restaurante francés, que ha mutado hacia un concepto de brasserie moderna, más relajado y original, con un nuevo espacio decorado para la ocasión.
Gambas a la provenzal, ahumados elaborados en casa, pescados con salsas infusionadas con hierbas aromáticas y hasta una selección de platos del día, que va desde una boullabaisse como se hace en Marsella a cordero blanquette, pasando por pesca del día a la meunière. Atención especial merecen también sus postres, como el delicado Saint-Honoré, unos fantásticos bocaditos de pasta choux rellenos con helado de vainilla y salsa de chocolate o la tradicional Île flottante.
El té de la tarde, una merienda en el desierto...
A estos cuatro restaurantes se unen un sinfín más de experiencias para los viajeros más foodies, con sus respectivos bares donde degustar fantásticos tragos a media tarde acompañados de música en directo.
Además de los espacios de Sésamo, La Table, Le Jardin o La Gran Table Marocaine, se puede sumar una mesa privada en espacios de ensueño, ya sea en uno de sus riads, en Sésamo con vistas a la cocina, en medio del jardín o un espacio privado, para comer, literalmente, sobre las copas de los árboles. Se llama The Nest y se trata de una mesa en las alturas con la cocina de Le Jardin.
Otro de los grandes planes de Royal Mansour es su Afternoon Tea, servido todos los días entre las 15:00 y las 18:00 horas en La Table, así como la posibilidad de tomar un té marroquí y una merienda en el desierto de Agafay, un enclave memorable, para lo que colaboran con Inara Camp.