Es posible que nunca hayamos oído hablar del ryokan, pero si estáis preparando un viaje por Japón o buscando información sobre este país seguramente ya os hayáis cruzado el término más de una vez.
Nosotros hemos visitado varios a lo largo de los viajes por Japón, pero uno de los que más nos ha gustado ha sido Akao-kan en Gokayama, tanto por el buen trato y su comida como por el increíble entorno que es la montaña japonesa, con los campos de arroz y los picos de fondo.
¿Qué es un ryokan?
El ryokan es el alojamiento típico y tradicional japonés. Los hay de todos los tipos, pero suelen ser básicos y sin ostentación, aunque muchos se han modernizado e incluso los encontramos de lujo.
Por lo general la habitación del ryokan es grande, con suelo de tatami y con colchones tipo futón en el suelo donde dormir. Estas son las mayores diferencias con una habitación occidental en Japón, y es que mientras estas son pequeñas (muy pequeñas), las del ryokan suelen tener espacio de sobra porque están pensadas para familias.
El tema del espacio es de extrema importancia, y es que en Japón el espacio está muy cotizado. Las habitaciones de estilo occidental son extremadamente pequeñas, y si las queremos grandes tendremos que pagar mucho por este lujo. Y el ryokan es una buena solución para esto.
Que no os asusten los futones, pese a parecer un simple colchón tirado en el suelo, estos son comodísimos. Después de varias experiencias en futones y camas de estilo occidental en Japón he de decir que los mejores descansos los he tenido en los primeros.
La comida del ryokan
Una de las mayores joyas del ryokan es su comida. Por lo general las tarifas del ryokan, tal y como ocurre en Akao-kan, incluyen alojamiento, cena y desayuno. Y ambas comidas son una auténtica maravilla que no nos podemos perder, es una experiencia japonesa que tiene que estar en cualquier viaje.
La comida que se sirve en el ryokan es generalmente de estilo kaiseki, es decir, pequeños platos con muchos tipos de ingredientes, cocciones, sabores... es un festival de olores y colores, difícil incluso de describir por lo diferente a lo que nos enfrentamos.
Para hacernos a la idea, la cena de Akao-kan está compuesta de trucha fresca frita, tempura, ternera en salsa de miso cocinada a la brasa, sashimi, verduras al vapor, sopa de miso, arroz y mucho más. Una gozada.
Pero es que el desayuno no se queda corto, y es que este vuelve a ser un desfile de productos con diferentes tipos de cocción, desde la ternera en miso hasta el pato a la brasa, pasando por verduras, sushi y encurtidos. Es realmente espectacular y solo por esto merece la pena vivir la experiencia del ryokan.
El onsen, relax en un ryokan
Un detalle que suele llamar mucho la atención es que en algunos ryokan no hay ducha en la habitación. Esto es debido a que el ryokan siempre tiene onsen, el típico baño japonés de agua caliente que se calienta de forma natural, que además de servir para asearse es una fuente de relax de la que uno se hace dependiente en Japón.
El onsen, o en su defecto el sento (un tipo de onsen donde el agua se calienta artificialmente), es uno de esos lugares chocantes al principio para el occidental, pero que al final del viaje se convierte en extra obligatorio cuando busca alojamiento, porque no todos tienen.
Los onsen tienen zonas de mujeres y de hombres separadas. Al entrar tenemos el vestuario, donde debemos denudarnos por completo y dejar nuestras pertenencias en unas cestas. Algunos optan por pasar una pequeña toalla que se dobla y se apoya sobre nuestra cabeza (os sonará esta imagen del cine japonés y del manga o anime). A partir de aquí vamos completamente desnudos, y es lo que choca a muchos occidentales, pero es algo tan común en Japón que nadie se fijará en nosotros. La primera vez es difícil, pero se acaba disfrutando tanto que ni te das cuenta.
La primera zona es la de duchas, con unos pequeños bancos donde nos tenemos que sentar y limpiarnos con el gel y champú que tenemos delante. Siempre hay y no es necesario llevar.
Una vez limpios podemos pasar al baño del onsen, donde nos podremos relajar y disfrutar de un agua extremadamente caliente. Ojo que está muy caliente. Aquí podemos estar el tiempo que queramos, pero cuidado porque la tensión baja rápido y no es recomendable pasar demasiado tiempo.
Por último volvemos a las duchas, nos limpiamos, pasamos a los vestuarios, nos vestimos y salimos del onsen como nuevos.
Gokayama, el precioso entorno de Akao-kan
Y por si todo esto fuera poco, Akao-kan se encuentra al lado de Gokayama, un pueblo patrimonio de la humanidad rodeado de verdes campos de arroz donde podemos encontrar las casas típicas del Japón montañoso.
Desde Akao-kan podemos solicitar que nos acerquen en coche hasta el pueblo, a solo cinco minutos, y perdernos paseando por este y sus alrededores.
Para llegar a Akao-kan podemos coger un bus que sale directamente desde Shirakawa-go, por lo que es perfecto dentro de la ruta desde Takayama. Lo ideal es salir a primera hora de Takayama, pasar la mañana en Shirakawa-go, salir para comer en 山のビストロ ドライブイン赤尾, muy buen restaurante al lado de Akao-kan, y pasar una noche en el alojamiento.
Al día siguiente los dueños nos pueden acercar a la parada de bus que nos llevará hasta Kanazawa para seguir con el viaje.
Para reservar en Akao-kan se puede hacer desde aquí.