Que el País Vasco tenga tan buena fama en el mundillo gastronómico no es fruto de la casualidad. Somos de buen comer y eso se nota. Disfrutamos desde los platos de cuchara hasta las carnes a la parrilla. Por no hablar de que cualquier excusa es buena para celebrar una comilona.
De ahí que nadie se extrañe de la concentración de cocineros profesionales y restaurantes de calidad que hay por estas tierras. Son uno de los mayores reclamos turísticos de la región. Sin embargo, hay una joya de nuestra gastronomía que pocos turistas llegan a descubrir: las sociedades gastronómicas. No es que se traten de sociedades secretas como la de los Illuminati pero a diferencia de los restaurantes sólo se puede entrar si estás invitado.
¿Qué son las sociedades gastronómicas?
Esto ha hecho que se genere un mito alrededor de ellas, pero lo cierto es que pese a ser lugares especiales no tienen nada de misterioso. Es más, en lo material apenas se distinguen de un restaurante: un local con cocina, bar/bodega y abundantes mesas. La diferencia reside en que en una sociedad gastronómica no hay un servicio de cocina ni sala y son los propios socios y comensales los que se encargan de preparar y servir la comida. De ahí que en ellas no encuentres la comodidad de un restaurante sino la de tu propio hogar.
Muchas de ellas nacen a partir de un grupo de amigos o una familia que busca un lugar donde reunirse. También puedes convertirte en miembro aunque no es nada sencillo. Muchas de ellas no sólo tienen todas sus plazas ocupadas sino que incluso hay listas de espera. Por no hablar de que es necesario tener el aval de algún socio y en algunos casos existe el derecho de veto. Todo para preservar el buen ambiente y la comunidad que se crea alrededor de los fogones. Por que ante todo las sociedades gastronómicas son una gran familia.
Mucho más que comida
Con la comida como excusa, en las sociedades gastronómicas se organizan todo tipo de eventos y actividades (benéficas, recreativas, deportivas, artísticas, musicales…) en base a las aficiones que tienen en común los socios. Empezando por las partidas de Mus y los concursos gastronómicos hasta las cenas solidarias y los conciertos. Incluso hay competiciones entre sociedades.
Siguen existiendo sociedades más anticuadas en las que las mujeres tienen prohibida la entrada a la cocina o el local pero, además de ser una minoría, cada vez son menos. Son algo del pasado puesto que los propios socios se han encargado de modernizarlas.
En la Sociedad Gastronómica Kukubarre, por ejemplo, se prima el ambiente familiar por encima de todo. Ambos miembros de la pareja son socios de pleno derecho y pueden invitar a amigos y familiares cuando quieran. Sólo hay que respetar unas normas básicas de convivencia.
¿Qué se come en las sociedades gastronómicas?
En las sociedades gastronómicas no hay un menú establecido y cada uno es libre de preparar y servir lo que quiera. Todo depende de la ocasión y de la persona. Algunos socios son auténticos cocinillas y preparan manjares que pondrían los dientes largos a cualquier crítico de la Guía Michelin, mientras que otros prefieren no complicarse y disfrutar de la compañía.
Esto se debe a que las sociedades no sólo disponen de utensilios y herramientas de cocina que difícilmente hay en una casa cualquiera, también hay espacio de sobra para reunir a las familias más numerosas.
En todos los años que llevo comiendo en sociedades he probado una infinidad de platos, desde cocina japonesa hasta autenticas americanadas, pero sin duda alguna los platos más típicos son las recetas vascas tradicionales. Con un buen chuletón y unas cocochas al pilpil es difícil equivocarse.