Con un buen golpe de horno y la cocción previa necesitada, se pueden conseguir unas patatas asadas de escándalo... ligeramente aplastadas, sí, pero tiernas por dentro y crujientísimas por fuera, condimentadas además al gusto de cada uno. Aunque en esta receta se integran como si de un plato principal se tratase - unos huevos estrellados en versión modernizada, por ejemplo - estas patatas asadas son perfectas para un brunch o de acompañamiento con la única condición de que recién hechas es cuando están mejores. Si quieres disfrutar de unas patatas crujientes sin caer en la tentación de las clásicas french fries, o patatas fritas, esta es tu mejor opción. Además son perfectas para incluirse en ensaladas divertidas que nos saquen de la monotonía.
Por el contrario, no es la preparación más rápida porque conlleva una cocción previa y luego un horneado bastante largo así que lo más recomendable es utilizar patatas medianas/pequeñas para que los tiempos no se alarguen demasiado, aunque se podría hacer la receta con cualquier tamaño. Además de con aceite de oliva, se pueden hacer con un poco de mantequilla aunque las haga más calóricas y, por supuesto, los condimentos van al gusto de cada cual habiendo una infinidad de hierbas y especias posibles para darle el toque personal.
Y como añadido final... ¿Qué tal alguna salsa casera? Sí, es una opción fantástica como por ejemplo utilizar una salsa romesco, una salsa pesto, una salsa de yogur parecida a la de los kebabs, salsa de atún como si fuera un vitello tonnato o una salsa César.