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Épica, rotunda, apasionante: tortilla de patatas. Sacad los tridentes y las antorchas: os dejamos los comentarios para metafísicos debates sobre si debe o no llevar cebolla y si es blasfemia condimentarla, como en esta receta. Por el momento, sigue leyendo: te enseñamos paso a paso cómo preparar una deliciosa tortilla de patatas sin cebolla.
Ingredientes para tortilla de patatas sin cebolla
Para una tortilla española tradicional:
- Huevos ecológicos tamaño grande, 5
- Patatas, 560 g
- Aceite de oliva, 150 ml
- Sal, al gusto
Nuestro toque personal:
- Pimienta, una cucharadita
- Nuez moscada, una cucharadita
- Salsa de soja, una cucharadita
Cómo preparar tortilla de patatas sin cebolla
01: Pochar la patata
Comenzamos lavando bien las patatas antes de pelarlas. Así, no cogen agua. De lo contrario, salpica el aceite al freírlas. Si os gusta lavar después de pelar, secadlas bien para evitar volcanes de aceite hirviendo. A continuación, cortamos las patatas en mitades y estas a su vez en rodajas de medio centímetro de grosor. Si os gusta otra forma o grosor, solo tenéis que hacerlo a vuestra manera. Lo importante de este paso es cortarlas más o menos iguales. El objetivo es que se cocinen por igual y no nos queden unas muy hechas y otras medio crudas.
Preparadas las patatas, calentamos el aceite de oliva en una sartén a fuego medio. Esperamos a que coja calor. La clave en nuestra receta de tortilla de patatas sin cebolla es que no queremos freír la patata. La queremos pochar lentamente para que resulte tierna.
Como cada cocina es de su padre y de su madre, mojad una sola rodaja de patata en el aceite. Así sabréis si el aceite está listo. Si la patata-cebo burbujea y silva al mojarse de aceite, está listo. Volcamos el resto y comenzamos a pochar. Las dejamos unos 30 minutos. Siempre a fuego medio-bajo. Removemos de vez en cuando para que se hagan por ambas partes.
Una vez se doren las patatas y comprobemos que ceden ante un tenedor o espátula —es decir, que están tiernas y se parten ante poca presión—, retiramos. Colocamos papel de cocina absorbente sobre un plato. Vertimos las patatas sobre el plato y reservamos.
02: Mezclar los huevos y la patata
Añadimos sal y listo.
En nuestra receta, incluimos un toque personal. Es completamente opcional. Si queréis un matiz nuevo, añadid una cucharadita de pimienta, otra de salsa de soja y otra de nuez moscada. Mezclamos bien y reservamos.
03: Hacer la tortilla
Para este paso, es indispensable tener una sartén antiadherente en buen estado. Con menaje de batalla, seguramente se os pegará.
Elegida la sartén predilecta, agregamos un chorrito de aceite de oliva y dejamos que se caliente a fuego medio. Hora de verter la mezcla de patatas y huevos, directamente del bol. El huevo irá cuajando sin quemarse, por eso es importante no subir el fuego en este paso. Dependiendo de vuestro fuego o cocina, transcurridos 8-10 minutos, llega el momento de la verdad.
Rezadle a vuestro panteón. Armaos de coraje y un plato que supere en unos centímetros el diámetro de la sartén. Así, no se os escurrirá nada. Colocad el plato sobre la sartén. Retirad la sartén del fuego. Una mano en el mango de la sartén. La otra, presionando el plato con firmeza. Santiguaros mentalmente. ¡
No tengáis miedo al darle la vuelta! Un movimiento rápido y decisivo nos hará dignos de la tortilla. 1, 2, y…. Le damos la media vuelta y rápidamente deslizamos de nuevo sobre la sartén el lado que todavía debe cocinarse.
Dejamos que sea haga la otra cara de la tortilla a fuego lento. Unos 5 minutos más y listo.
04: Servir
Cortamos una porción y probamos. A nosotros nos gusta jugosa y tierna, como se aprecia en la fotografía. ¿Te gusta más cocida? Sin complicaciones: al cocinar la mezcla de huevo y patata, la dejas que cuaje más de tiempo por ambos lados.
Servimos la tortilla recién hecha y acompañamos con un buen pan y alioli casero. Si os servís un vaso de vino tinto, os habréis convertido en un paradigmático ser: muy españoles y mucho españoles.
Notas
¡¿Pero cómo le echan esas guarradas a la tortilla clásica-tradicional-pura-inmaculada?! ¡¿Pero por qué no le echa cebolla?! Las respuestas a estas complejas dudas existenciales están en la brevedad del buen hacer y la humildad: en casa nos encanta hacerla así, sin pretensiones y con mucho cariño.
Resueltos los enigmas, esta tortilla es un tributo a un íntimo amigo de la familia que invirtió 45 minutos de arenga en convencernos sobre la tremenda perversión que constituía echarle cebolla a una tortilla. Normalmente, nosotros sí empleamos cebolla.
Ahora en serio: nos encanta con y sin. Hemos probado otros condimentos, más o menos huevos, levaduras, cerveza, con la patata más grande, con el huevo menos cuajado… Sentíos libres con este plato tan aparentemente simplón, porque admite un caudal de matices que lo hacen un plato inagotable. Al margen de cruzadas que jamás podrán resolverse, como las cruentas trincheras de cebollistas y sincebollistas, te damos nuestra opinión para hacer una buena tortilla, la hagas como la hagas.
En primer lugar, debemos elegir bien el producto y mimarlo en el cocinado. Aunque las patatas parecen todas iguales, hay decenas de variedades y unas van mejor que otras. Muchos cocineros profesionales coinciden en la variedad agria por su buena combinación entre fécula y agua, sus pocos azúcares y su buen peso. Monalisa y Kennebec, tampoco fallan nunca. Nosotros, como no somos unos expertos en el tema, sólo recomendamos elegir patatas que sean del mismo año y a poder ser que provengan de nuestra propia tierra. Si queremos un plato redondo de sabor, el segundo elemento es indiscutible: aceite de oliva virgen extra. Evitad de girasol o sucedáneos.
Finalmente, es imprescindible elegir buenos huevos. En los supermercados podemos encontrar varios tipos. Estos van desde los procedentes de gallinas que viven en jaulas hasta las de gallinas “ecológicas”, criadas en suelo y en otras condiciones más amables. Nosotros compramos siempre estos últimos. Si tenéis ocasión, comprad siempre a los particulares de la zona. Siempre hay algún comerciante o frutero que trae huevos de su huerta o la de algún amigo. Como veis, destaca en el color de la yema. Los buenos huevos tienen un amarillo anaranjado casi radioactivo. Y en el sabor hay un abismo.
Hasta aquí, nuestras disquisiciones sobre la tortilla de patatas sin cebolla. Te guste con o sin, lo cierto es lo siguiente: no hay nada como una buena tortilla española. Algo universalmente virtuoso tendría que tener nuestro país, ¿no? Anímate a cocinar una tortilla y compártela con nosotros en Instagram. Solo tienes que etiquetarnos en una foto de la tortilla cocinada y comentarnos cuál es tu toque personal.
Ya sabéis la máxima cartesiana: pienso, luego preparo tortilla.