Fundado en 1.508, bajo el patrocinio del Caballero de la Orden de Santiago y comendador de la misma, Don Rodrigo Porrado, el convento de Santa Clara en Llerena, de los ocho conventos que existieron, es el único que aún conserva íntegramente tanto su estructura como su función. En su interior, guarda un secreto que no pasa desapercibido para sus visitantes, son los dulces que preparan con amor sus monjas de clausura.
Miel, almendras y huevo son los ingredientes principales de este postre de influencia judía y morisca, símbolo de la gastronomía de la ciudad, cuya receta, ha pasado de generación en generación como un tesoro entre sus muros.
Llerena conserva su Convento de Santa Clara en un excelente estado, situado en la Corredera, que cuenta con una fachada de mampostería y ladrillo recientemente restaurada. Un espacio que alberga entre sus múltiples secretos un retablo barroco, una cúpula decorada al fresco y una hermosa talla en madera de San Jerónimo, obra de Martínez Montañés.
Sus monjas de clausura además de elaborar los típicos ‘corazones de monja’, elaboran otras recetas tradicionales de repostería como son las clásicas magdalenas o las Clarisas de Llerena, unas pastas cuyo origen se remonta a la época de la trashumancia en Extremadura y Castilla León con recetas que han sido conservadas en los conventos y monasterios, como en Badajoz, en el de Llerena, donde las hacen riquísimas y son otro de los tesoros mejor conservados por sus religiosas. Estos y otros productos, se pueden comprar a través de la página web de la Fundación Contemplare, y con ello colaborar con el sostenimiento de los Monasterios.