¿Qué puede haber más típico de la Navidad que la clásica bandeja de polvorones, mazapanes, turrones, peladillas, etc? En mi casa está puesta desde Noviembre, lo que es un problemón porque me pirran los dulces navideños y al final siempre acabo picando. Es por eso que, si sois golosos y os encanta la repostería casera, ésta es vuestra receta, la de los auténticos polvorones de almendra.

Ingredientes para entre 8 y 10 unidades

  • 200 gr de harina (mejor si es de repostería)
  • 50 gr de almendras crudas
  • 100 gr de manteca de cerdo (a temperatura ambiente)
  • 50gr de azúcar glass
  • 1 cucharada sopera de anís u otro vino dulce
  • Ralladura de un limón
  • Canela
  • Azúcar glass para decorar

Ni os imagináis lo ricos que quedan estos hermosos polvorones, se distingue perfectamente la almendra, el limón y el toquecito del anís, vamos, que saben totalmente a Navidad. Así que vamos a aprovechar que estamos en estas fechas para proponeros hacer vuestros propios dulces navideños y dejar de comprarlos que, además de ser muy satisfactorio, son un ahorro considerable.

Preparación de polvorones

En primer lugar, sacar la manteca de la nevera. Os parecerá una tontería, pero con la manteca fría no se puede amalgamar bien la masa después, y a mi siempre se me suele olvidar.

Acto seguido debemos picar las almendras. El grosor del grano a la hora de tritutarlas va en gustos, por lo que si nos gusta notar algún trocito de almendra más grande las picaremos de forma desigual. Si preferimos que la textura final sea más homogénea y suave, pulverizaremos bien toda la almendra con un robot de cocina o una batidora de brazo.

Precalentamos el horno a 150º, y en un recipiente apto para horno mezclamos bien la harina y las almendras. Una vez esté caliente, introducimos el recipiente en el horno durante 30 o 40 minutos, removiendo la mezcla cada 10 minutos para que se tueste y seque por igual. Con respecto al tiempo, depende de cómo caliente vuestro horno. La mejor forma de saber si se han tostado lo suficiente es porque habrá cambiado de color y de olor, y se notará que se ha tostado ligeramente. Cuidado con pasarse con el tiempo, ¡si se tuesta de más puede amargar!

Transcurrido el tiempo anterior, debemos dejar enfriar la mezcla. Lo ideal es dejarlo reposar hasta el día siguiente, pero si tenéis prisa, con dejarlo enfriar es suficiente. Esto se hace para asegurarnos de que ha perdido la mayor cantidad posible de agua, aunque quedan bien en cualquier caso.

Cuando esté frío, añadimos el resto de ingredientes: la manteca, el azúcar glass, la ralladura de limón, el anís y la canela. En la galería de imágenes que os dejo más abajo os muestro la cantidad de canela que yo suelo echar. Esto va en gustos, en mi caso he preferido que tengan un toque de fondo de canela sin que apague el resto de sabores, pero podéis echarle más sin problema.

Toca mancharse. Manejar la manteca es un poco pringoso, pero os aseguro que merece la pena. Debemos mezclar con las manos muy bien todos los ingredientes, sobre todo, la manteca debe estar bien distribuida. La textura final de la bola NO debe ser terrosa, si no, cuando queramos cortar los polvorones con un cortapastas se nos desmoronará. Si véis que no tiene una consistencia buena, id añadiendo poco a poco cucharaditas de manteca hasta que amalgame todo. Con la práctica lo haréis a la primera 😉

Hacemos una bola de masa y la envolvemos en papel film para meterla en la nevera. TRUCO: para ésta y para cualquier masa que, después de mantenerla en la nevera, tengáis que amasar y/o estirar con un rodillo o a mano, os recomeindo que “achatéis” la bola un poco antes de enfriarla (o incluso congerlarla). De este modo, cuando la saquéis, tendréis la mitad del trabajo de aplanar y estirar hecho, sin luchar con una masa fría y, posiblemente, quebradiza (como en este caso).

Dejamos la bola de masa en la nevera durante 1 hora. Mi recomendación es que no la dejéis demasiado tiempo o se enfriará en exceso y os tocará esperar bastante para poder trabajarla sin romperla. Lo ideal es, transcurrida la hora, sacar la masa y dejarla reposar 5 o 10 minutos para que se atempere ligeramente.

Precalentamos el horno a 180º.

Extendemos harina sobre nuestra superficie de trabajo, e incluso podemos cubrirla con un papel de horno para que nos sea más fácil de manejar. Con un rodillo, vamos estirando la masa poquito a poco hasta que tenga alrededor de 1-1,5 cm de grosor. Tiende a agrietarse con facilidad, así que hacedlo con mimo y despacito.

En mi caso, no tenía un cortapastas suficientemente pequeño, así que hice uso de un vaso de tubo para ir cortando los polvorones hasta quedarnos sin masa. Os recomiendo que la forma del cortapastas sea lo más sencilla posible, o corréis peligro de que se os rompa el polvorón al intentar manipularlo. Cuanto más compactos y simples de forma sean, mejor.

Los vamos colocando sobre una bandeja de horno cubierta con un papel de hornear, separándolos ligeramente. No os preocupéis, que apenas crecen durante la cocción.

Horneamos los polvorones unos 30 minutos, vigilando de vez en cuando que no se nos tuesten demasiado. Cuando hayan pasado 15 minutos, daremos la vuelta a la bandeja para que se hagan de forma homogénea. Procurad que no se os tuesten en exceso, porque cambia totalmente la textura y ya no son polvorones sino galletas enormes 😀

Una vez horneados sacamos la bandeja y, mientras están calientes, espolvoreamos con un poco de azúcar glass por encima para que se pegue bien a la superficie y queden auténticos.

EXTRA: si ya queréis rematar la faena, podéis comprar papel de seda, cortar cuadrados lo suficientemente grandes y envolver los polvorones como si fueran caramelos. Ésto no es sólo porque quedan mucho más bonicos, es que hay gente (como yo) a la que antes de zamparse un polvorón nos encanta aplastarlo en la mano y compactarlo más aún.

Resultado

Vuestros comensales fliparán en colores (más aún si los envolvéis), porque además de ser totalmente auténticos, tienen un sabor increíble, nada que ver con los comprados. Podéis sustituir la ralladura de limón por unas gotitas de aroma de limón, pero personalmente prefiero añadir los aromas de forma natural. Por otro lado, podéis cambiar las tradicionales almendras por otros frutos secos, como por ejemplo avellanas, y obtendréis un resultado sorprendente. ¡Felices Fiestas!

Tiempo: 40 minutos + tiempo de enfriado + 1,5 horas

Dificultad: 2/5

Digestión: 3/5

Precio: 3,5 euros

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