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No es ningún misterio y menos después de tantos programas de cocina como hay hoy en día que la clave para que hasta la receta más humilde sea un manjar es usar un buen caldo. Eso es así. ¿Problema? Hacer un buen caldo requiere un tiempo considerable que en el día a día ninguno de nosotros tenemos y, aunque siempre podemos hacer de vez en cuando caldos caseros y congelarlos, en un congelador normal las raciones que nos caben son limitadas. Con eso juegan para vendernos los cada vez más frecuentes caldos en Tetrabrik® y las pastillas de caldo concentrado de toda la vida.
Ingredientes para hacer Pastillas de caldo caseras
- Carne magra sin grasa, pieles, nervios ni tendones, 300 g (*)
- Verduras, 600 g (**)
- Sal marina gruesa, 300 g (***)
- Aceite de oliva virgen extra, 1 cucharada
- Vino blanco, 2 cucharadas
- Perejil, unas ramitas
- (*) Ternera o pollo (si usamos pollo, mejor muslos que dejan más sabor que la pechuga), o podemos cambiarlo por 400 g de verduras si queremos hacer caldo de verduras.
- (**) Yo he puesto calabacín, puerro, cebolla, apio y zanahoria.
- (***) Sí, trescientos gramos, habéis leído bien.
Pues bien, hoy os vamos a contar cómo hacer nuestras propias pastillas de caldo caseras, de caldo de verdad hecho con carne y/o verduras de verdad, porque son facilísimas de hacer y duran meses si se guardan en el congelador, por lo que con hacer cantidad un par de veces al año, podremos tener siempre a mano un caldo casero para nuestras sopas, guisos y todo lo que nos apetezca.
Preparación de las Pastillas de caldo caseras
- Lavamos, secamos y cortamos las verduras en trozos muy pequeñitos.
- Secamos la carne con papel absorbente y también la troceamos hasta que quede casi como carne picada a máquina.
- En una cacerola de fondo grueso ponemos a calentar el aceite a fuego alto (10/12), añadimos la carne, damos unas vueltas y cuando veamos que empieza a cambiar de color añadimos las verduras. Damos unas vueltas para rehogarlas durante un par de minutos y añadimos el vino blanco sin bajar el fuego para que se evapore el alcohol.
- Añadimos la sal, mezclamos y veremos que las verduras sueltan sus jugos que serán suficientes para la cocción.
- Bajamos el fuego al mínimo (1/12) y lo dejamos que se cocine durante unas 2 horas durante las cuales removeremos un poco cada media hora o así. En este tiempo las verduras estarán ultracocinadas y el líquido se habrá reducido muchísimo.
- Lo pasamos todo a un bol y trituramos con la batidora hasta obtener una pasta homogénea pero que todavía tendrá bastante humedad.
- Tenemos 3 opciones para secar las pastillas de caldo caseras, devolver la pasta a la cacerola y cocinarla media hora más a fuego mínimo sin dejar de remover para que no se pegue, que para mí es un poco engorro.
- Podemos secarla en una deshidratadora hasta obtener una especie de galleta que luego trituraremos, pero yo no tengo ese aparato.
- O podemos secarla en el horno, para eso, extendemos la pasta sobre una bandeja con papel de horno, metemos la bandeja con la pasta, encendemos el horno a 100ºC -no hace falta precalentarlo- y la dejamos dentro entre una hora y una hora y cuarto -según lo rápido que sea el horno calentándose-. Apagamos el horno y la dejamos que se enfríe dentro de él sin abrir la puerta para aprovechar todo el calor.
- Cuando esté fría, pasamos por encima un papel absorbente presionando ligeramente para absorber la máxima cantidad de humedad posible, le damos la vuelta a la pasta y repetimos la operación.
- Ahora ya podemos desmigarla y guardarla en un frasco de vidrio con tapa de cristal o de plástico. Las pastillas de caldo caseras se conservan durante unos dos meses en la nevera o hasta seis meses en el congelador, pues al llevar tanta sal no llega a endurecerse y es fácil sacar del frasco la cantidad que necesitemos.
Resultado
Para saber cómo tenemos que dosificar nuestras pastillas de caldo caseras para obtener un caldo a nuestro gusto, lo mejor es poner a calentar 500 ml de agua y añadir una cucharadita, probamos y sabremos si tenemos que añadir más pasta o más agua. Podemos anotar el resultado en el frasco y así siempre tendremos el caldo perfecto.
Y tú, ¿cueces o enriqueces?