La uva garnacha es una de las variedades que a día de hoy domina en España. No es la más plantada, pero probablemente una de las que más empuje tiene. Tras años viviendo en el imperio de la tempranillo, la única variedad que parecía autóctona de España, ahora reivindica su sitio. Y lo hace junto a otras variedades locales, como la monastrell y la mencía, hasta hace poco olvidadas y hoy afortunadamente redescubiertas.
Esta uva garnacha cuenta entre sus virtudes con una amplia versatilidad. Tiene una gran capacidad de adaptación a suelos muy pobres. Y aguante para el calor, algo vital en España. Por si fuera poco, puede plantarse hasta los 2.000 metros de altitud. Con estos mimbres es sin duda una variedad ganadora, que se ha granjeado un gran éxito a nivel mundial. Y viajera, con presencia a día de hoy en países tan lejanos como Australia, Chile o México.
Lo cierto es que fue una variedad despreciada en su día en España, ya que producía antiguamente vinos de alto contenido fenólico, “fuertes” y “peleones”. Pero el motivo de esta “potencia” de los vinos de uva garnacha no era otro que el no saber cómo sacarle partido. Variedad mediterránea por excelencia, originaria de Aragón, la uva garnacha pisa fuerte. Y en nuestro país lo hace con garbo en varias denominaciones clave.
Una uva esencialmente mediterránea
Esta uva está detrás de grandes vinos en el clima mediterráneo, el ecosistema perfecto para esta variedad. En Cataluña hay grandes ejemplos de denominaciones que la cultivan con mimo. Es el caso de la internacionalmente afamada DOCa Priorat, donde podemos encontrar grandes ejemplos de monovarietales de esta variedad.
Lo mismo ocurre en la tarraconense Montsant. Sin duda en estas denominaciones catalanas alcanza cotas de calidad altísima. Un nivel que los monjes cartujos del monasterio de la Scala Dei ya conocían siglos atrás. Ahora tenemos la suerte de poder redescubrirla.
Sin salir de Cataluña, la Terra Alta es conocida por sus grandes ejemplos de Garnacha blanca. Porque es tal la versatilidad de esta variedad que podemos encontrarla en sus variantes tinta e incluso tintorera.
En el caso de Terra Alta, han sabido sacar el mejor partido posible a la garnacha blanca, que está detrás de vinos con una acusada personalidad y un potente sabor a fruta, esa esencia y personalidad que hoy todos buscamos en un vino.
Aragón vio nacer la uva garnacha
Pero si hay una casa de la garnacha esa es probablemente Aragón. Allí tiene su origen esta variedad que se expandió por el mediterráneo a partir del siglo XI.
“El imperio de la garnacha”. Así se autodenomina la DO Campo de Borja. No en vano, es la variedad más plantada de las presentes allí y sin duda su enseña. De esta denominación son vinos de garnacha que han conseguido enamorar al público, como puede ser el caso de ‘Tres Picos’, un monovarietal de garnacha asequible para todos los bolsillos y con una calidad-precio muy notable.
La garnacha en Campo de Borja se cultiva a los pies del monte protector de la zona, el Moncayo. Crece a sus pies en diferentes altitudes y produce vinos en viñas de una cierta edad y altitud. Dos factores, como es sabido, de vital importancia para la elaboración de un buen vino.
En Aragón también hay garnachas en las denominaciones Cariñena y Calatayud. En estas zonas, las viñas viejas de garnacha, en muchos casos con más de 50 años, se han revalorizado de manera creciente.
Ha conseguido situarlas en el mapa internacional del vino. Los vinos de garnacha de Cariñena y Calatayud compiten con gran solvencia en el panorama vinícola mundial. Y lo hacen de la mano de otras variedades locales, como la propia Cariñena.
Otras denominaciones con implantación de uva garnacha
Pero la garnacha no termina en el arco mediterráneo o en lo que era el antiguo reino de Aragón. Hay muchas otras regiones que la plantan. Es el caso de la DO Méntrida, en Toledo. Aquí, a los pies de las estribaciones de Gredos y no muy lejos de Madrid, la garnacha ha dado lugar a bodegas de renombre como Jiménez Landi, en las que los vinos monovarietales de garnacha están acaparando un protagonismo importante.
Los vinos de Madrid también exploran la garnacha, con notables ejemplos de monovarietales y coupages con esta variedad. Y en denominaciones más “tradicionales” como Rioja, donde el protagonismo indiscutible sigue siendo de la tempranillo también hay incursiones de garnacha.
El rosado y la uva garnacha
En Navarra, la garnacha está detrás de sus afamados rosados, elaborados con la técnica del sangrado, sobre uvas tintas, por la que este tipo de vino alcanza sus más altas cotas. Así, la identidad de los rosados de la DO Navarra está dominada por su atractivo color, sus aromas y frescura.
Homenaje es uno de estos grandes rosados, de bodegas Marco Real, en Olite. Presenta el lado más atractivo de la garnacha. Es un vino sensual y refinado, con una potencia de fruta que no deja indiferente. Además, esta bodega ha dado otro paso adelante en sus elaboraciones de rosado con ‘Pequeñas Producciones Rosado 2017’, también elaborado con garnacha mediante sangrado.
La capacidad de la garnacha para ofrecer rosados de alto nivel es otra muestra más de la versatilidad de la garnacha, que se erige como una variedad capaz de triunfar también en vinos blancos (uva garnacha blanca) y por supuesto tintos (uva garnacha tinta).