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Esta vez no nos vamos a complicar nada la vida y vamos a preparar una receta muy sencilla en la que el protagonista es el propio producto principal: la sardina. La sardina es un pescado azul riquísimo que, quizá por la suerte que tenemos de que sea tan accesible en nuestro país tanto en cantidad como en precio, es posible que no valoremos como es debido.
Ingredientes
- Sardinas (no muy grandes), 1/2 kg
- 8 dientes de ajo
- 2 cayenas
- Aceite de oliva virgen extra
- Vinagre de sidra
- Perejil picado
- Sal
Cocinaremos las sardinas al ajillo semifritas en un refrito de ajos laminados para que tengan todo el sabor y adquieran el punto de cocción perfecto.
Cómo hacer unas sardinas al ajillo
01: Limpiamos las sardinas
Limpiamos las sardinas. Con unas tijeras o mismamente con las propias manos, retiramos la cabeza, abrimos la tripa y retiramos las vísceras. Retiramos también las escamas si las tuviesen.
Sumergimos las sardinas limpias en agua con hielos para que se terminen de limpiar y se desangren. Una vez se hayan desangrado, las escurrimos y las secamos en papel absorbente.
02: Freímos el ajo y lo retiramos de la cazuela
Añadimos una buena cantidad de aceite a una sartén y la ponemos al fuego con una par de cayenas secas.
Quitamos la piel de los ajos y los cortamos a la mitad. Retiramos el germen de cada mitad de ajo y los posamos por la parte plana. Los laminamos cortándolos muy finamente.
Una vez el aceite haya cogido temperatura, añadimos todo el ajo laminado y lo rehogamos en él. Freímos el ajo hasta que este esté cocinado y ligeramente dorado y crujiente, pero teniendo cuidado de que no se nos tueste demasiado ya que terminaría amargando.
Una vez frito el ajo, lo colamos para que se deje de cocinar y para separar el aceite del ajo.
03: Introducimos las sardinas en la sartén
Limpiamos la sartén y la secamos. Con la sartén ya limpia, vamos disponiendo todas las sardinas, una junta a otra y del centro hacia afuera, de modo que una tras otra terminen cubriendo toda la circunferencia de la sartén.
Yo las dispuse con la cola hacia el centro, que quizás resulte más vistoso, pero os aconsejo que mejor coloquéis la parte superior hacia el centro y las colas hacia los costados de la sartén. Así la parte más gruesa y que necesita más cocción, que es la de la cabeza, será la que reciba más calor directo del fuego.
Salamos las sardinas con generosidad, ya perfectamente colocadas.
04: Volvemos añadir el aceite sobre las sardinas y terminamos el refrito
Cogemos el aceite en el que hemos frito el ajo y que hemos filtrado anteriormente y lo volcamos sobre las sardinas. Llevamos la sartén a fuego alto, para que el aceite coja temperatura y empiece a cocinar las sardinas lo más rápidamente posible.
Cuando el aceite empiece a freír las sardinas, añadimos un chorro generoso de vinagre, reincorporamos el ajo laminado frito y apagamos el fuego.
05: Terminamos de cocinar las sardinas con el calor residual y las servimos cuando estén en el punto de cocción deseado
Espolvoreamos con una buena cantidad de perejil picado y tapamos la sartén con una tapa, para que el pescado se termine de cocinar con el calor residual junto con el aceite, la cayena, el vinagre y el perejil.
Esto último es posible cuando cocinamos sardinas de pequeño tamaño, que en un par de minutos están cocinadas y pueden hacerse con el calor residual de modo que queden sonrosadas y jugosas y tremendamente sabrosas. Si utilizáis sardinas más grandes, deberéis cocinarlas brevemente antes de apagar el fuego
Destapamos para comprobar el punto de cocción de las sardinas. A mí me gusta (y os recomiendo encarecidamente) que estén cocinadas lo justo y ligeramente sonrosadas en su interior, pero si os gustan más cocinadas no tenéis más que mantenerlas tapadas con el calor residual del aceite un poquito más.
Servimos las sardinas, colocando el ajo laminado y frito sobre ellas y bañándolas con una pequeña cantidad del aceite donde las hemos cocinado, que contará con todo el sabor del ajo, la cayena, el vinagre y el jugo que habrán soltado las propias sardinas al cocinarse tan lentamente.
Resultado final
Estas sardinas al ajillo semifritas son una receta perfecta para cuando no tenemos ni ganas ni tiempo de pringarnos demasiado con platos que llevan demasiados procesos y pasos en su elaboración o requieren de mucho tiempo para su confección, pero tampoco queremos renunciar a comer producto fresco y bien elaborado.
En esta ocasión hemos utilizado sardinas de las pequeñitas, pero si utilizáis unos buenos bocartes del Cantábrico el resultado será igual de delicioso, incluso más sutil y delicado. Estas sardinas al ajillo pueden comerse así tal cual, aunque quizá lo mejor sea acompañarlas de una rica ensalada de lechuga tomate y cebolla.
Como hemos añadido una buena cantidad de aceite para preparar esta receta y seguro que os sobra, ni se os ocurra tirarlo porque es oro puro. Este aceite con todo el sabor del ajo y de las sardinas o bocartes es buenísimo para cocinar o aderezar muchos platos de pescado, o incluso para aliñar una ensalada que hemos preparado como guarnición de otro pescado o para la misma ensalada con que vamos a guarnecer estas sardinas al ajillo.
Otra opción para cocinar estas sardinas al ajillo es hacerlo al horno y preparar un refrito de ajos aparte, practicando varios vuelcos. De esta forma colocamos todas las sardinas bien apretujadas en una fuente de horno con un chorrito de aceite y sal, de modo que no queden espaciadas unas de otras. Introducimos entonces las sardinas o bocartes en el horno previamente precalentado a 250º C o a todo lo que de y con el grill encendido, para que se cocinen a toda pastilla.
Una vez las saquemos (no tardarán más de 3-4 minutos), volcamos el refrito de ajos que hemos preparado aparte por encima y lo volvemos a añadir posteriormente a la sartén para que recoja parte de los jugos que ha soltado el pescado durante la cocción. Repetimos el proceso un par de veces, añadiendo el vinagre sobre el refrito y el perejil picado sobre las sardinas antes del último vuelco.