Los mejillones, también conocidos como el "marisco de los pobres", son otro de los tesoros que brinda la costa gallega. La mayor producción de este bivalvo está en las Rías Baixas, aunque también hay mejillones en el Mediterráneo. Ambas zonas han llevado a España a ser una potencia mundial.
En la cocina, los mejillones resultan muy versátiles, desde los famosos mejillones tigre -una especie de bechamel de mejillón con la que se rellenan las conchas, se rebozan y se fríen como si fuesen croquetas-, empanadas de mejillones, el siempre agradecido escabeche, sopas de marisco, cremas, arroces... Los mejillones siempre son bien recibidos en multitud de platos, pero si hay una forma realmente popular de comer mejillones en Galicia, esa es cocinándolos al vapor.
En las fiestas gastronómicas que se celebran en Galicia para exaltar la calidad de este molusco que se cría en zonas como Vilagarcía de Arousa, Boiro, Lorbé o Cabo de Cruz, los mejillones se sirven al vapor. Esta forma de cocción, tal como se lleva a cabo en muchos sitios de Galicia, realza con creces el sabor del bivalvo.
Así se hacen los mejillones en Galicia para que queden increíbles
De manera natural, los mejillones viven fijados al sustrato rocoso de las zonas costeras en las que existen movimientos importantes de las aguas. Son los que conocemos como mejillones de roca.
En Galicia, desde hace muchos años, los mejillones proceden de acuicultura, se "siembran" y se cultivan en las famosas bateas, unas plataformas flotantes ancladas en fondo del mar, de las que cuelgan las cuerdas a las que se adhieren las semillas o crías del mejillón que tardarán aproximadamente un año en adquirir un tamaño adecuado para su venta y distribución.
Para cocinar los mejillones, basta con seguir una serie de sencillos pasos:
- Lo primero, cuando vamos a cocinar mejillones, es limpiar bien sus conchas, pues vienen con restos de pequeñas conchas y de la cuerda sobre la que han crecido. La manera más fácil de limpiarlos es hacerlo en el fregadero -limpio- rascando con una puntilla afilada y lavándolos bien bajo el chorro de agua fría.
- Revisaremos también que las conchas no estén rotas o deformadas. Si encontramos alguna así, desechamos ese mejillón.
- Una vez que los mejillones estén limpios y seleccionados, ponemos una olla grande al fuego a toda potencia y, cuando veamos que al acercar la mano al fondo -con cuidado- notamos bastante calor, echamos todos los mejillones de golpe e, inmediatamente, un chorro de vino albariño -como medio vaso, lo suficiente para cubrir el fondo de la olla como medio centímetro-. Y este es el truco, el albariño desprenderá un vapor muy aromático que abrirá los mejillones y hará que queden deliciosos. No se añade sal, ni limón, ni laurel.
- Gracias al vapor que se desprende, en cuestión de segundos, los mejillones comenzarán a abrirse. Una vez abiertos, los dejaremos en la olla al fuego -cerrada- un par de minutos más para que el vapor termine de cocinarlos.
- Hay quien disfruta añadiéndoles unas gotas de limón a los mejillones al vapor, pero nunca deben servirse así, sino que deben servirse los mejillones al natural y, opcionalmente, con algunas rodajas de limón al lado para que quien lo desee haga uso de ellas.
Este pequeño truquito, se puede utilizar también cuando solo necesitemos abrir los mejillones y usarlos en otra preparación, aunque si en esta otra receta, los mejillones van a llevar una cocción adicional, entonces los iremos sacando de la olla a medida que se abran, así aseguraremos que no nos pasamos de cocción.
Pocas calorías, muchas proteínas y más hierro que la carne
Los mejillones no son solo un tesoro gastronómico, también son un alimento muy nutritivo e interesante en una dieta saludable. Según datos de la Fundación Española de la Nutrición, en el mejillón destaca el aporte de proteínas de buena calidad. Posee un bajo contenido en grasa por lo que la cantidad de calorías es escasa (100 g de porción comestible de mejillones aporta 60 kcal). Aun con esto, el mejillón es fuente de ácidos grasos omega-3.
En el apartado de minerales destaca el selenio, siendo los aportes de una ración casi suficientes como para cubrir el total de las ingestas recomendadas diarias. En segundo lugar, destacan los aportes de hierro, fósforo, yodo y cinc. El hierro que contienen —4,5 g por 100 g de carne de mejillón— es superior incluso al de muchas carnes como la de cerdo o ternera, si bien hay que tener en cuenta que los mejillones se consumen en cantidades inferiores a las carnes, y con menos frecuencia.
En el apartado de vitaminas, lo más destacable es el aporte de algunas del grupo B, vitamina B12 -100 g de carne de mejillón aportan un 300 % de la cantidad diaria recomendada-, folatos y niacina. Las dos primeras contribuyen al proceso de división celular mientras que la niacina contribuye al funcionamiento normal del sistema nervioso.
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