Aunque por el frío que hace aún en algunas zonas de España no lo parezca, estamos ya en el ecuador de la primavera. Como diría La Vecina Rubia, solo faltan 6 domingos para el verano. Y eso, a la hora de ir a hacer la compra, significa que hay melones y sandías por todas partes.
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Una deliciosa forma de hidratarse cuando aprieta el calor de manera completamente natural. Pero, año tras año, tenemos la misma inquietud a la hora de comprar melones. La duda sobre si saldrá bueno o no. Al contrario de lo que sucede con otras frutas, que con un simple vistazo podemos hacernos una idea de en qué estado están, con los melones hay que disponer de más recursos para no acabar en casa con un pepino gigante.
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Ante la duda, lo mejor siempre es ir a comprarlo a una frutería de confianza y dejarse aconsejar por el frutero, pero no siempre tenemos esa opción.
Cómo elegir un buen melón
Hay gente que sabe distinguir los realmente buenos dándoles unos golpecitos y escuchando el ruido que suena dentro, pero eso ya es de máster. A la mayoría de los mortales, por mucho que juguemos a ser Charlie Watts con el melón, los sonidos son indescifrables.
Y volvemos a lo de antes, para salir airosos del paso, podemos atender a los consejos del frutero, en este caso, a los que da Jesús Cárdaba, conocido en redes sociales como @fruterotiktokero.
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En un vídeo compartido en su cuenta de Instagram en el que aparece con su padre, José, al frente de la frutería Vitaminas (Madrid), en la que ambos trabajan, ambos explican en qué es en lo que hay que fijarse para elegir un melón sabroso sin tener que dejarse los nudillos.
Comprobar tres cosas
Los melones Piel de sapo, que son los más consumidos en España, tienen forma ovalada (similar a un balón de rugby), la corteza verde oscura y ligeramente surcada con manchas que recuerdan a la piel de un sapo, de ahí su nombre. La pulpa se caracteriza por ser ligeramente crujiente y muy dulce. Su peso suele oscilar entre 1.5 y 2.5 kg.
Para comprar un melón bueno, no basta con mirarlo, eso es así, hay que cogerlo, porque la primera pista sobre si es bueno o no nos la va a dar el peso. Tiene que ser muy pesado, eso significa que estará lleno y jugoso.
Con el melón en las manos, tenemos que fijarnos en el extremo por el que estaba unido al tallo y comprobar que está seco. Eso significa que el melón ha madurado completamente en la mata y se ha recolectado cuando estaba en su punto.
Finalmente, hay que fijarse en la "cama", que es la parte de la piel sobre la que estuvo apoyado en el campo y, por tanto, no recibió luz del sol. Si presenta alguna zona más clara, ésta debe ser de color verde con manchas amarillas. Si es blanca o verdosa, es que el melón ha sido cortado cuando aún estaba no estaba maduro y estará insípido. Si la cama es muy amarilla, entonces estará pasado.