No es ningún secreto que muchos de los trucos de cocina que usan nuestras madres (o incluso nuestras abuelas) los han aprendido de las suyas. En los tiempos en los que teníamos Internet ni programas gastronómicos, las recetas y los trucos de cocina se heredaban como los platos de Duralex en las casas humildes y los de La Cartuja en las más pudientes.
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Trucos y consejos que, incluso hoy en día, siempre son bien recibidos por aquellas personas que cocinan a diario, y siempre está bien recordarlos para quienes se están estrenando entre cazuelas.
Ahora que se acerca la Navidad, época del año en la que muchas más casas se animan a comprar un jamón entero o lo reciben como regalo, nos viene que ni pintado este trucazo que usan hasta los grandes cocineros para que el hueso del jamón nos dure mucho tiempo sin resecarse y así poder aprovecharlo mejor.
Una vez disfrutado el jamón, el hueso no es, ni mucho menos, algo que haya que tirar inmediatamente a la basura. Los huesos del jamón son un almacén de sabor, un poderoso 'avecrem' de la naturaleza con el que se pueden preparar exquisitos caldos y darles mucho más sabor a guisos y potajes.
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No puede faltar un trozo de hueso de jamón en un cocido, pues les da un sabor espectacular a los garbanzos. El hueso de jamón también es el truco que seguramente usa tu abuela para que las lentejas le queden tan increíbles. El hueso de jamón también es el secreto mejor guardado de muchos chefs para hacer unas croquetas de jamón increíbles, solo hay que infusionar la leche con el hueso de jamón y dejarla templar antes de hacer la bechamel ¡así sí que saben las croquetas!
Como conservar bien el hueso del jamón para aprovecharlo mejor
No es necesario hacer un montón de litros de caldo de golpe para aprovechar el hueso antes de que se ponga ranco, pues haciendo lo siguiente, el hueso de jamón nos durará meses y podremos utilizarlo en muchas recetas.
[El truco para que las lentejas en olla lenta tengan mucho más sabor]
Es bastante simple, una vez terminado el jamón, solo tendremos que cortar el hueso en trozos de unos tres centímetros. Puede parecer algo complicado, pero solo es cuestión de echarle un poco de imaginación. Yo reconozco que cortar el hueso con una macheta es complicado si no se tiene mucha práctica con esta herramienta, pero resulta muy fácil hacerlo con una sierra de calar de esas que tienen en casa muchos aficionados al bricolaje. Pero hay otra forma muy sencilla de hacerlo, y es pedirle a nuestro carnicero/charcutero de confianza que nos lo haga.
Con la pata huesuda de jamón ya troceada, se desecha la pezuña y se envuelve cada trozo muy bien con papel film -si se dispone de una envasadora al vacío, es perfecto envasarlos así- y se guardan en el congelador hasta que se necesiten. Así se pueden usar meses más tarde y estarán como si acabáramos de terminar el jamón.
Es una maravilla tener siempre huesos de jamón en el congelador. Y si, como yo, sois de los que prefieren poner el hueso unas horas a remojo para asegurarse de que el hueso no suelta mucha sal, os confirmo que se puede poner los trozos en remojo antes de congelarlos, secarlos bien y congelarlos ya desalados. Haciéndolo así, cuando se necesiten, se pueden echar en la olla directamente, sin necesidad de descongelarlos.