Madrid, la ciudad de las mil caras, también tiene una que desde hace años sonríe a la coctelería. Barrios como el de Las Letras se han convertido en el epicentro donde bartenders hacen de las suyas con la mixología. La máquina no para y entre cafés de especialidad, neotabernas y bares, también se abren nuevos templos para consagrar los destilados. Estas son algunas de las novedades más recientes con las que celebramos el Día Mundial del Cóctel.
[La primera coctelería en Madrid, recomendada por el New York Times, que abre de lunes a viernes]
Yeite Bar (Conde Duque, 14)
Yeite es mucho más que un simple bar en Conde Duque, no en vano en el barrio y más allá, desde que abrió, el pasado mes de marzo, no se ha hecho otra cosa que hablar de él. Su nombre proviene de la jerga argentina y encapsula la esencia del lugar: improvisación astuta y creativa que da lugar a resultados con mucho gancho gracias a sus cócteles, su 'tapeo', su música y su ambiente.
Se trata de una experiencia sensorial que ha sido cuidadosamente diseñada para transportar a los visitantes a un oasis nocturno bajo la luna, donde la iluminación es clave. Dirigido por Lucas Lopez Dávalos y Damián Harburguer, el local, perfectamente insonorizado, apuesta por la música como punto fuerte de la propuesta -un DJ se encarga de amenizar ciertas horas de la noche-, que va desde vinilos de décadas pasadas hasta ritmos contemporáneos como el afro dance y el trap y sirven como telón de fondo perfecto para la propuesta de coctelería innovadora.
En su coctelería Lucas se sumerge en un desafío creativo a partir de combinaciones innovadoras de ingredientes de alta calidad con la tecnología como aliado, pero sin dejar de lado su punto artesanal. A partir de 'elixires' que preparan en cocina para procurar una mayor agilidad en compañía de destilados da forma a inusuales tragos.
Para complementar los cócteles, Yeite ofrece en un recogida carta una variedad de bocados elaborados con productos frescos y de temporada de toda España, desde anchoas cantábricas hasta un rico bocadillo de pastrami, pasando por la stracciatella con calabaza. El diseño del espacio, a cargo del reconocido estudio Plantea, gira en torno a una imponente barra de piedra que crea un escenario dinámico y acogedor donde los bartenders interactúan con los invitados.
Mauz Madrid (Echegaray, 13)
Los veteranos del Barrio de Las Letras ya se han ocupado de dar la bienvenida a Mauz Madrid. Con un nombre que juega con la pronunciación inglesa de "boca" y las "zetas" como un guiño a la ciudad de Madrid, este local se presenta como una coctelería con punch que busca satisfacer todos los paladares.
Con una cuidada estética que combina lo clásico con lo gamberro, en palabras de Niko Costantino, responsable del local, "la intención es ofrecer más que simples cócteles, una experiencia completa donde los clientes puedan disfrutar de la música, el baile y el ambiente único de esta coctelería".
Detrás de la barra, los bartenders no solo preparan una amplia variedad de cócteles, desde los clásicos hasta los más originales, sino que también animan el ambiente con shows y su constante sonrisa. Además de la oferta de bebidas, se pueden disfrutar de pequeños platillos y tapas para acompañar.
El espacio está diseñado con atención al detalle, con una amplia barra de cuarcita rosada, espejos y madera alrededor. Dividido en dos salas simétricas y una tercera sala abovedada ideal para eventos privados, Mauz Madriz ofrece un ambiente acogedor y versátil.
Ni-Fu Ni-Fa (San Joaquín, 14)
Nos cambios de barrio y llegamos hasta Malasaña donde nos detenemos en la puerta de este local cuyo cartel advierte "Ni fulastre ni fabuloso", "Ni bueno ni malo", para que nos entendamos. Y ese eslogan no es otro que un canto a la adaptación y flexibilidad de su responsable Runju Zhu, que dirige este local que atrapa en el tiempo.
Coctelería con alma de bar o viceversa, apuestan por las recetas clásicas pero también abren el abanico a la improvisación, por eso, si quieres cerveza, la habrá y nadie juzgará. Pero también destacan las creaciones propias que Zhu por las que acuden otros reputados bartenders de la ciudad y se refugian en sus días libres.
A los Dry Martini y los Gimlet, les acompañan los pósters y botellas que suman más años que el propietario, que se encarga de cuidar cada detalle del local, incluida la música.