Los estudiantes que dejan todo para última hora en vísperas de entregar un trabajo en grupo y los altos cargos políticos ante una crisis tienen algo en común, les toca quedarse a trabajar hasta tarde y piden pizza para cenar.
Este hecho, aparentemente irrelevante, es la base de lo que se conoce como Pizza Meter o pizzómetro y ha vuelto a dar que hablar después del reciente ataque de Irán a Israel. Se trata de una teoría que puede que no tenga mucha base científica, pero sí cierta lógica.
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Esta inteligencia pizzera, que también se conoce como Pizzint, dice que se puede revelar la existencia de una crisis política por el número de pedidos de pizzas que se hacen desde organismos destacados en el gobierno de Estados Unidos como el Congreso, el Pentágono -sede del Departamento de Defensa- o la propia Casa Blanca.
Observar, o más bien controlar, si en los edificios gubernamentales aumentan los pedidos de pizzas de manera notable, es lo que el experto en inteligencia y seguridad Mark M. Lowenthal, autor del libro Inteligencia: de los secretos a la política" define como una fuente abierta de inteligencia, es decir, un análisis detallado de la información disponible públicamente.
El Pizzint, concretamente, surgió durante la época de la Guerra Fría, cuando los soviéticos aforaban el tráfico de vehículos de reparto de pizzas que se dirigían a edificios gubernamentales.
El pizzómetro en 2024
Esta vieja teoría ha vuelto a cobrar fuerza a raíz de los tuits publicados el pasado fin de semana por algunos usuarios que publicaban un pantallazo de la actividad de una cadena de pizzerías en las inmediaciones del Pentágono.
«El Papa Johns más cercano al Pentágono está mucho más concurrido de lo habitual», indicaba un usuario el pasado sábado.
«Existe algo llamado "The Pizza Meter", un indicador que evalúa la participación de Estados Unidos en las crisis globales en función de la ocupación de las pizzerías locales en el Pentágono, donde se encuentra el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Y así se veía ayer» explicaba el usuario de la red social ahora conocida como X.
Esto llevó a muchos usuarios hasta un hilo publicado en 2019 por el politólogo Álvaro Cremades, especialista en inteligencia, en el que hacía referencia a la obra de Lowenthal haciendo hincapié en el Pizzint.
Según explica Cremades, como ejemplo, el pizzómetro de Domino's Pizza registró su récord de pedidos desde el Pentágono y la Casa Blanca el 21 de agosto de 1991, con un total de 154 pizzas, coincidiendo con el golpe de estado en el Kremlin. El récord anterior tuvo lugar con la Guerra del Golfo.
Por qué pizza y no otra comida
Para responder a esta pregunta, el razonamiento de Lowenthal, que explica Cremades en su hilo, es el siguiente, la existencia de una crisis importante obligará a muchos empleados de los edificios gubernamentales a quedarse trabajando hasta tarde y, a altas horas de la madrugada, la oferta de comida a domicilio disminuye, siendo la pizza la única opción disponible.
Por otro lado, la pizza es algo fácil y rápido de comer, que no requiere de platos ni cubiertos y que apenas genera desperdicios, por lo que puede ser una buena opción para reponer fuerzas en la oficina.
Una crisis mundial
Algunos ya empiezan a decir que este aumento del consumo de pizzas en El Pentágono es señal de que algo terrible va a ocurrir. Si es así, es una señal bastante tardía, porque hace mucho tiempo que en el mundo están pasando cosas terribles y no hace falta ninguna pizza para saberlo.
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Esta que escribe, piensa que lo que sí estaría bien es que esas cenas de pizza sirvieran para llegar a entendimientos, tender puentes y darse cuenta de lo injusto que es que, mientras unos cenan en la calidez de sus despachos, otros mueran de hambre por culpa de guerras que se decidieron en esas mismas oficinas. Sé que es muy naif pensar que una pizza puede salvar al mundo, pero ¿por qué no?