La antigua casa de verano del rey Alfonso XII es ahora destino gastronómico donde brilla un nuevo Sol Repsol. Una finca que hoy día alberga el hotel Tancat de Codorniú con 18 habitaciones y un poderoso palmeral que da la bienvenida. Está rodeada de más de dos mil naranjos que perfuman y dar color al paisaje, con el Delta del Ebro a su margen izquierdo, y 'la última playa' que sirve de frontera entre Tarragona y Castellón, al derecho.
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Frente a esos cítricos se encuentra el restaurante Citrus del Tancat, donde cocina el chef valenciano Aitor López, rindiendo homenaje al Mediterráneo a través de la red productores y perscadores con los que mantiene un vínculo, que al contrario que en otras casas, no se manifiesta forzado.
Un repertorio de guiños al paisaje que se extiende a su alrededor y a los recuerdos grabados en su memoria que reviven tradiciones, como ese arranque que inician los aperitivos con los que el joven chef versiona aquellos que “tomaba el fin de semana con sus amigos”. López se ha traído su Mediterráneo levantino hasta el Delta del Ebro en Alcanar, Tarragona, donde el río confluye con el mar y la diversidad le permite llevar a la mesa infinidad de pescados, crustáceos y moluscos, además de arroz con su propia D.O.
Su bodega merece mención aparte y trabaja con sellos reconocidos como Fisán para la carne o Balgefo, para el atún. Pero no nos delantemos a acontecimientos. Este es un viaje que merece ser disfrutado paso por por paso, de principio a fin, como lo recorren los cítricos que hacen justicia a su nombre. Todo a través de tres diferentes menús: 'Sol de riu' (83 €), 'Montsià' (63 €) y 'Lo Canar' (43 €).
La cocina mediterránea de Citrus del Tancat
El más largo se compone por Snacks del Delta, Snacks del Tancat, Aperitivos del Mediterráneo, siete pases salados, dos pases dulces y los petit fours. Tras un paseo por el Delta del Ebro para saborear la ostra que cultiva Musclarium, y otro por el Tancat donde los limones son la acidez que despierta un tartar de gamba roja, las memorias vuelven a la mesa con los tomates en conserva, fruto de aquel tiempo que pasó en la cocina junto a Ricard Camarena. Son los protagonistas de los aperitivos del Mediterráneo, que se come y se bebe con su coca con escalibada y ventresca y su copita de jugo de pimiento asado.
El pan también recibe un cuidado especial. Trabajan con Santiago Massita, un joven panadero de Vinaròs que "produce buenos panes", que les preparan pan de masa madre de trigo sarraceno con 72 horas de fermentación. Perfecto para untarle la mantequilla que sirven a partir de leche de oveja o mojarlo en el aceite de San Mateo, en Castellón, con el que cuentan.
La mención aparte va para la bodega, que se encarga con creces de justificar una vez más la visita al restaurante. La custodia Susana Krcivoj, al frente de una sala en la que se respira tranquilidad y elegancia, y su carta se compone de 84 páginas de proyectos, grandes y pequeños, que la sumiller, que previamente pasó por la bodega del tres estrellas Michelin ABaC, escoge y presenta con acierto. Cuenta con dos maridajes, uno largo por 55 € y otro más corto por 45 €. Con ellos se puede catar el trabajo de la bodega Frisac, con los que colaboran de manera cercana.
López ha conseguido que esta joya gastronómica brille por si sola dentro de un hotel que ha mantenido su esencia original, pero fue totalmente reformado y renovado tras la adquisición de los actuales dueños, que “no cambiaron nombre porque ya tenía reconocimiento y era fácil de recordar”, aunque no tiene nada que ver con la popular bodega con la que comparte apellido
Esa paz, clima y ubicación, a pocos metros del mar, ya fueron motivos de sobra para que Alfonso XII marcara este kilómetro de la N-340 como parada obligatoria. Su buena cocina, que desde este noche tras la Gala Repsol 2024 celebrada en Cartagena brilla con un nuevo Sol, es sin duda el motivo final que redondea la propuesta.