Hoy en el santoral es el día de Santa Águeda. En España, cada 5 de febrero, se celebra el día de la patrona de las mujeres, con muy distintas tradiciones. Desde elegir alcaldesas por un día, procesiones, coplas acompañadas de sus makilas o a comer diferentes dulces en honor de la santa.
En algunas comunidades de España, como un acto simbólico de veneración a la santa, ha arraigado la tradición de consumir tetas (o reliquias) de Santa Águeda. En Zaragoza, los 5 de febrero, se celebran acudiendo a las pastelerías de la ciudad para comprar este dulce típico.
También conocidas como reliquias de la santa, son unos bollos rellenos de nata o trufa recubiertos por una capa de chocolate y coronados con una guinda (simulando el pezón).
¿Por qué se comen tetas el día de Santa Águeda?
El origen se encuentra, según la leyenda, en el año 252, un año después de la muerte de la santa. Cuentan que el volcán Etna hizo erupción y las mujeres de Catania llevaron consigo velas bendecidas en procesión, implorando la intercesión de Santa Águeda para proteger la ciudad. Se dice que la santa intervino, logrando detener la lava a las puertas de la ciudad.
Después de que la erupción cesara, la tradición de compartir panecillos en forma de senos, llamados "minni di Sant'Agata" o "tetas de Santa Águeda", se estableció como un gesto de agradecimiento que ha perdurado hasta la actualidad.
Receta casera de las tetas de Santa Águeda
Para los amantes de la repostería, las tetas de Santa Águeda también se pueden preparar en casa sin mucha dificultad. Solo se necesitan un bollo brioche que se puede rellenar al gusto con crema, nata o trufa.
Después, se cubre con chocolate negro fundido y se corona con el mismo relleno o con una guinda, simulando el pezón de la reliquia.
Historia de Santa Águeda
Se trata, según el cristianismo, de la primera virgen mártir del oeste de la Europa occidental. Originaria de Catania, Sicilia, Santa Águeda fue una joven cristiana de la que se encaprichó Quinciano, gobernador de la isla. En ese momento, en el siglo III, el emperador Decio se encontraba en plena persecución de cristianos.
El proceso de su martirio se narra en la Passio Santa Agathae. La joven no acepta casarse con Quinciano y afirma estar consagrada a Dios desde su infancia. Ante su rechazo a renunciar a su fe y acceder a sus propuestas amorosas, Quinciano decide vengarse por no conseguir sus placeres y la envía a un lupanar, regentado por una mujer llamada Afrodisia.
La mujer trata de persuadirla durante 30 días, tiempo tras el que es presentada de nuevo ante el tribunal de Quinciano, donde se declara cristiana y es condenada a prisión. Allí, el gobernador ordena que la torturen y que le corten los pechos, a lo que Santa Águeda dicen que responde: "Cruel tirano ¿no te da vergüenza torturar en una mujer el mismo seno con el que de niño te alimentaste?".
En una visión, la santa vio a San Pedro, que le curó las heridas. La joven siguió siendo torturada, arrojada sobre carbones al rojo vivo y revolcada por Catania. Al expirar, se dice que lanzó un gran grito de alegría, dando gracias a Dios, según recoge la Wikipedia.