La gastronomía es arte y como tal, con algo de creatividad, los caminos que se recorran con ella pueden conducir a diferentes y orginales formas de experimentar el sabor y las texturas, también a partir de joyas.
Con el fin de unir la gastronomía a la joyería, el chef David Sorroche ha puesto en marcha una iniciativa para los alumnos de la Escuela de Arte Roberto Orallo, en la que les enseña a crear joyas perecederas, sabrosas y comestibles abriendo a estos estudiantes infinitas posibilidades dentro de estos dos universos.
Aplicando técnicas culinarias, Sorroche y sus alumnos han creado formas y texturas distintas y divertidas para moldes comestibles de diferentes colores y sabores que imitan partes del cuerpo humano, y que se puedan utilizar para presentar cualquier tipo de alimento.
Tejas crujientes de aspecto orgánico para repostería o formas decorativas a base de isolmat, un edulcorante dietético fabricado con azúcar como materia prima y que pueden tomar las personas diabéticas, son otras joyas gastronómicas que han creado estos estudiantes.
En una entrevista con EFE, David Sorroche explica que este taller de joyería comestible y moldes culinarios ha resultado “muy interesante” para los alumnos, y les ha permitido ver las posibilidades de estas técnicas para futuro trabajo como profesionales una vez que salgan del centro.
Joyas de caramelo
Alguno de ellos se ha decantado por utilizarlo en la creación de una línea de joyas elaboradas de caramelo que se pueden lucir sobre un vestido, pero otros han visto sus aplicaciones para artículos que se podrán vender en tiendas de productos eróticos o en el mundo de la restauración.
Sorroche explica que, en gastronomía, es posible utilizar estos moldes especiales de decoración de platos dulces o salados, pero también como contenedores de alimentos puestos en mesa e, incluso, para crear una vajilla y su cubertería que el cliente pueda usar y luego comer.
“Lo divertido de todo ello es que obtenemos un cristal, pero que te lo puedes comer”, asegura, mientras sus alumnos degustan los moldes que acaban de construir con la ayuda de una pequeña cocina portátil y una lámpara de calor.
Formación con profesionales
Este taller de joyería comestible y moldes culinarios forma parte de la programación de las jornadas culturales Altera, en las que alumnos y profesores del centro cántabro reciben aprendizajes y experiencias de profesionales externos, algunos de ellos formados en la propia Escuela de Arte Roberto Orallo, de Torrelavega.
Este tipo de talleres refuerzan aprendizajes y generan nuevas inquietudes que el alumnado llegará a aplicar en sus trabajos de aula e incluso en sus proyectos finales, además de abrir las puertas del centro a otras dinámicas distintas y muy particulares.
Este año en las jornadas se retoma la asistencia como ponentes de exalumnos que, después de una experiencia profesional o de su ampliación de estudios superiores, traen a los estudiantes actuales nuevas tendencias reflejo de hacia dónde dirigir sus pasos y de qué forma hacerlo.
Talleres de ‘marca’ y ’embalaje’
Por ello, el programa de Altera incluye talleres sobre la importancia del ‘branding’ (marca) y el ‘packaging’ (embalaje) en las ventas de una marca o producto, otro sobre coloración de metal con esmalte al fuego con soplete, o introducción a las técnicas, precios y preparación de engastes.
También los alumnos pueden asistir a otros talleres como el de microengastador y grabador, el de cuadernos de bocetos, el de fotografía de producto, el de preparación de un portfolio ilustrado, el de ilustración enfocada al mundo del videojuego o uno de estampación en gelatina.
Las jornadas se han desarrollado la pasada semana en el centro y han concluido con una conferencia sobre ilustración, diseño y publicación de un álbum, en el que se mostrará el actual panorama profesional del sector.