Con permiso de la gastronomía española, en este local, que se presenta como una declaración de intenciones empezando por su nombre, también se sirven tapas, pero tailandesas. En realidad, no son otra cosa que pequeños platillos para compartir basados en recetas del país oriental de la sonrisa permanente, donde lo genuino de sus ingredientes y su toque de picante son una forma de vida.
Empezando por su ensalada de papaya, un torrente picantito de frescor y siguiendo por sus curries, de todos los colores y sabores y su icónico pad thai, auténtico y generoso. Son algunos de los hits que han dado fama a este rincón y que no ha pasado desapercibido a los ojos críticos del equipo de Guía Repsol, que lo ha incluido en su recientemente publicada lista de bares con Solete Repsol, que reconoce aquellos secretos a voces que nutren el barrio y fidelizan los vecinos por su buena mesa y servicio.
Pui, el cocinero al frente de este local a pocos pasos del centro de Madrid, en el barrio de Arganzuela desde 2010, ha apostado desde el comienzo por ceñirse al recetario tradicional tailandés ofreciendo elaboraciones que transportan de inmediato a Tailandia, su país de procedencia.
Una cocina que destaca por el equilibrio perfecto del dulce, agrio, amargo, salado y picante, combinando una gran amplitiud de ingredientes, desde los vegetales, hasta las proteínas, tanto carnes como pescados, y, por supuesto, el arroz como condimento, ya sea en grano o procesado en forma de noodle, también elaborados a partir de trigo.
Una despensa de la que se nutre la carta de este local del número 7 de la Calle de José Antonio de Armona, y que se presenta en varias secciones. Entre las tapas se encuentran los rollitos crujientes, rellenos de setas y verduras variadas, los dimsum al estilo Thai, relleno de carne de cerdo picada y chufas picadas, decorado con ajo frito y huevas de caviar o el pollo frito crujiente al estilo Pui, acompañado de salsa especial. Tres propuestas sabrosas y perfectas para compartir.
Entre las sopas y ensaladas, no hay que pasar por alto la sopa agripicante de langostinos con leche condensada, setas, champiñones, guindillas, lemongrass, hojas de lima y zumo de lima, ni la clasiquísima ensalada más popular de Tailandia elaborada con papaya verde, camarones secos, cacahuete, cacahuete picado, judías verdes, tomates cherry, guindilla y zumo de lima, de la que te acordarás durante el resto de la cena.
Son míticas también sus tapas en forma de brocheta y a la plancha. Más allá de la ya conocida - de pollo con salsa satay-, los khao niew & mu ping, unos pinchos de carne de cerdo marinada a la plancha, servidos con arroz glutinoso y salsa agripicante de tamarindo, son una buena opción.
Y llega el plato fuerte, o uno de ellos, porque aquí cada uno tiene su 'aquel'. Son los noodles de Pui, hasta seis diferentes elaboraciones con toda la esencia de Tailandia. Desde el Pad Bamee, una ingeniosa creación de Pui, tallarines de huevos salteados con carne de cerdo picada, curry amarillo, cebolla, tomates, pimiento, zanahoria, acompañado de huevo frito, hasta el icónico Pad Thai, tallarines de arroz salteados con carne de pollo o langostinos, huevos, tofú, brotes de soja, cacahuete y salsa de tamarindo, que se presenta en una generosa bandeja de latón procedente de su país de origen, como el resto de la vajilla.
No faltan los currys, igual de contundentes: el verde, el rojo, o el urry Massaman con ternera guisada, leche de coco, patatas, cacahuetes y coronado con cebolla frita, entre otros. Tampoco otros platos salteados, como el repollo salteado con salsa de ostras y pescado, acompañado de panceta crujiente.
De postre, no existe mejor forma que rematar que con el mango dulce con arroz glutinoso y leche de coco, y refregar con él a las calles de Pai, y a sus puestos de street food donde se despachan a pares.